Capítulo 5

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A la mañana siguiente, había despertado con un malhumor impresionante

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A la mañana siguiente, había despertado con un malhumor impresionante. En vista de que las visitas no podían respectar las horas de sueño de los demás habitantes de la casa, tuve que pegarme una ducha con agua caliente para poder bajarme el humor. Luego me coloqué un sencillo conjunto y mis bailarinas. Salí de la habitación, caminando con extrema pesadez. Dejé de caminar cuando estuve empezando a quedarme dormida de nuevo. Mi cuerpo flotaba mientras yo mantenía mis ojos cerrados y soltaba un bostezo prolongado. Frené justamente enfrente de la cocina y entré, aún flotando. Abrí los ojos, volviendo a bostezar. Mis pies volvieron a tocar el suelo.

—Buen día —murmuré, somnolienta. Me dejé caer contra una de las sillas de madera y volví a cerrar los ojos, apoyando mi cabeza en el respaldar acolchado de la silla.

—Buenos días, Emi —contestó la voz de Remus—, pensé que dormirías un poco más.

—Realmente ese era mi plan, Rem —dije, acomodándome en el asiento—. Lástima que tengo un oído extremadamente desarrollado.

— ¡ARTS! —Abrí los ojos de golpe, asustada por aquel chillido.

Frente a mí se encontraba una sonriente y ojerosa Dora. Me veía con ojos dorados y sus dientes blancos casi me permitían ver mi reflejo en ellos.

— ¡Ayer te f-fuiste sin despedirte! —Me regañó, acusándome con su dedo índice—. ¡Me dejaste sola...!

—Lo lamento, Dora. Estaba un poco malhumorada ayer —me excusé, encogiéndome de hombros—. Es más, aún tenemos una conversación pendiente, señorita Tonks.

Las mejillas de Dora se colorearon de un potente color rojizo y su cabello cambió a un tono rosado chillón.

— ¡Oh, chicos! —Me evadió y se sentó en una silla, a un lado de mí—. Scrimgeour estaba curiosamente fastidioso todos estos días, no ha dejado de preguntarnos cosas a mí y a Kingsley. Está insoportable...

Para cuando quise darme cuenta, Sirius se había sentado en una de las esquinas de la mesa, con un vestuario formal. Remus y Dora hablaban animadamente y, de vez en cuando, el señor y la señora Weasley intervenían en su conversación.

Los débiles y desganados pasos de alguien me hicieron voltear el rostro para poder encontrarme con un Harry Potter vestido elegantemente. Contuve una risita burlona y le saludé con la mano. Él me devolvió el saludo.

Molly puso un plato de tostadas con mermelada de mora y una taza de espumeante chocolate caliente frente a mí. No dudé en empezar a comer. Mientras tanto, Remus y Dora parecían encontrarse en su propio mundo, continuando conversando con diminutas sonrisas en sus bocas. Harry estaba nervioso y callado. Sirius no había abierto la boca en ningún momento, su mirada estaba pérdida en la madera de la mesa caoba.

Arthur Weasley se giró y miró a Harry, dándole apoyo con la mirada.

— ¿Cómo te sientes? —El muchacho se encogió de hombros—. Pronto habrá terminado todo —le aseguró con optimismo—. Dentro de unas horas estarás absuelto. — Harry no dijo nada—. La vista se celebrará en mi planta, en el despacho de Amelia Bones. Es la jefa del Departamento de Seguridad Mágica, y la encargada de interrogarte.

Artemisa Slytherin y la Orden del Fénix ➁Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt