Capítulo 8

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Después de despedirme de Nia subí a la camioneta de papá y conduje hasta la escuela.

Me sentí extrañada al notar que las personas del pueblo señalaban la camioneta y murmuraban cosas con miradas de asombro . En la escuela sucedía algo similar pues la personas a mi alrededor —incluyendo maestros—comentaban cosas a mis espaldas.

—¿a estos que les pasa — preguntó Willow confundida abriendo una bolsa de papas con dificultad debido al yeso en su brazo.

Me encogí de hombros con indiferencia dando a entender que me daba igual —pensé que era mi imaginación,  supongo que ganamos un día de popularidad.

 — si ese tipo sigue mirándonos así  le sacaré los ojos — farfullo  Quinn exasperada mientras dirigía su mirada de fustracion al techo.

—tranquila, mientras menos importancia le des más rápido pasará—aconseje cerrando mi casillero  con la esperanza de que fuera cierto .

Entré al salón  de química con Quinn y como era de costumbre nos sentamos juntas. Después de unos minutos de haber iniciado la clase una pelota de papel golpeo mi cabeza. Volteé para ver quien la había lanzado pero habían tantos chicos reprimiendo la risa que era imposible descifrar quien lo había hecho.

Abrí aquella bola de papel y quedé atónita al ver el escalofriante dibujo de una pequeña con afro rociando gasolina en una casa en llamas con el titulo piromaNIA en letras rojas en forma de sangre.

Apreté el papel papel con tanta fuerza que mis uñas lo traspasaron y se clavaron en la piel de la palma de mi mano. Mi rostro estaba totalmente enrojecido mientras algunas lágrimas escapaban por mis mejillas.

Simplemente era demasiado.

Al ver mi rostro Quinn dejó de escribir y sólo me examinó con preocupación. Abrí mi puño lentamente y liberé el papel de mis manos para que ella lo viera. Cuando sus ojos cafés se fijaron en el contenido, estos  se abrieron de par en par —se los voy a meter por el....

—no podrás ir a la pelea si te castigan por esto, mejor olvídalo— dije deteneniendola mientras sostenía su brazo

 —pero... Zoe— se quejo apretando la mandíbula.

—no—suspiré  antes de dejar caer mi cabeza en el pupitre.

El resto del día fue horrible pues las burlas y chismes no cesaron. Era impresionante vivir en carne propia  el nivel de crueldad al que podrían llegar unos simples adolescentes . Willow tenia ansiedad por todas las miradas sobre ella y estaba comiendo más de lo normal y Quinn estaba tan enojada por no poder golpearlos que no dijo ni una palabra más todo el día.

—debemos detener esto,  es mi última barra de chocolate y aun faltan tres horas más. No voy a salir viva—comento Willow masticando el chocolate.

Golpeé la pelota de volleyball que iba en mi dirección.

—ya casi termina el día, aguanta—dije con mis ojos fijos en la bola.

—¿y mañana y pasado mañana?  No he sido acosada así desde que se me rasgó el pantalón al agacharme y estoy por enloquecer.— respondió respirando con dificultad.

—todo volverá a la normalidad — le obsequie una pequeña sonrisa para tranquilizarla.

Cuando giré mi rostro fui impactada con la pelota con tal intensidad que caí al suelo de forma abrupta. Willow fue la primera en acercarse a mi .

—esta sangrando —dijo observando mi  rostro.

El dolor en mi nariz era insoportable y la sangre seguía fluyendo mientras mi amiga me inclinaba el rostro hacia adelante. Las risas de algunos compañeros invadían el lugar mientras el profesor de educación física Steve  rodaba  en su silla de ruedas hacia mi.

Las Mentiras De Nia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora