CAPÍTULO 4

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Pude notar lo carnosos que eran sus labios. Me encontraba muy sorprendida por aquel beso, porque no me lo esperaba para nada.

A pesar de la sorpresa, no me aparte porque en ese momento, el despertó algo en mi que no había sentido nunca.

Le seguí el besó unos segundos, pero recapacité enseguida y me aparté. Lo acababa de conocer y no confiaba aún tanto en él como para llegar a eso.

Él se quedó pasmado mirando mi pelo que brillaba y mis alas de ángel, que habían vuelto ha aparecer en mi espalda.

Entonces me di cuenta de que lo que había visto al llegar a este mundo no era una ilusión.

—¿¡Tienes alas?! ¿Como? ¿No eras una humana? —Empezó a chillar Wil como loco en manicomio

No sabía como explicárselo y tampoco sabia como hacer que desaparecieran, como lo habían hecho antes.

Ambos nos quedamos mirándonos entre nosotros y las alas.

Luego le conté a Wil, que cuando llegué me había pasado lo mismo, pero que ni yo misma sabia lo que era, ni como controlarlo.

—Hay más como tu en este mundo, pero yo solo he visto al rey, se supone que no quedan mas

—¿Y que soy exactamente? —no pude evitar preguntar

—Solo se algunas leyenda que he escuchado por ahí, no se si serán verdad —hizo una pausa, supongo que para ver si tenia algo que añadir, pero yo solo me quede callada, así que continuó — Se dice que las criaturas que tiene alas como los ángeles, son los descendientes de los dioses y que tiene grandes poderes y habilidades

No me lo podía creer, ¿y si el rey sabia donde estaba mi padre, ya que el tendría que ser igual que yo? A lo mejor eran amigos y se conocían, ¿Y si me decía donde encontrarlo? ¿Y si me enseñaba a controlar estos poderes que se supone que tengo?

No sabía lo que me esperaba lo único que quería hacer en ese momento, era ir a ver al rey.

Wil:

Celeste ya no parecía recordar el beso que le había dado instantes antes de descubrir todo esto y tampoco de que le acababa de decir que me gustaba, y no se podía imaginar cuanto.

A mi no me importaba que tuviera alas o no, yo quería saber lo que Celeste sentía por mi, pero aún así no dije nada me calle.

Luego de poco tiempo sus alas desaparecieron como si nunca hubiesen estado y todo volvió a la normalidad y empezamos a andar hacia el castillo.

Celeste:

Avanzábamos por el inmenso bosque, y no me iba la sensación de que nos observaban.

Al cabo de una hora andando y con la sensación de que nos seguían. Decidí darle a Wil la excusa de que me iba a mear y escabullirme para investigar un poco y poder quedarme mas tranquila sabiendo que era lo que nos seguía.

Me alejé de Wil sigilosamente, y por mala suerte para mi me encontré con una pequeña personita espiándolos. No mediría mas de un metro, llevaba un pequeño gorro gris y tenia la vista clavada en Wil.

Me armé de valor y le apoyé la mano en su hombro para que el pequeño hombre se diera cuenta de mi presencia.

—¿Por que no sigues? —me atreví a decirle mirándolo fijamente a los ojos

La reacción de aquel enano,fue solo quedarse paralizado con la vista clavada en.

Wil pareció haberme oído, porque se acercó hacia mi, y si ver al enano exclamó —!Cuanto tiempo sin verte, Damus!

—Lo mismo digo, Wil —le respondió el enano que ahora sabia que se llamaba Damus, levantándose del suelo

—¿Como están los demás? —pregunto Wil a Damus

De un momento a otro me despertó una gran curiosidad en mi interior a que se referiría —¿Los demás?

—Si hay un campamento muy cerca de aquí —me dijo Wil y continuó hablando pero yo ya no lo escuchaba estaba concentrada pensando que cerca de allí podían haber mas criaturas misteriosas, como las que había visto hasta entonces.

Estaba tan metida en mis pensamientos que no me dí cuenta de que Wil la estaba llamando —¡Clara! ¿Me estas escuchando?

—¡¿Que!? —respondí yo saliendo de mi trance

—Te estaba diciendo, que antes de ir a ver al rey, podríamos pasarnos por el campamento a saludar.

—¿Vale? —respondí dubitativa, por que no sabia que contestarle a Wil.

En realidad no quería ir, porque no conocía a nadie, pero tampoco quería llevarle la contraria.

Así que acepté sin mas, y se fueron los tres hacia el campamento.

Llevamos una media hora andando, por un sendero de piedrecitas. Por lo que a mi respectaba, se habían desviado bastante del camino, pero no dije nada, si no que me callé. Al cabo de una media hora, paseando el amplio bosque, llegamos al campamento.

Estaba en un gran valle, escondido entre las montañas. Era una gran extensión de terreno lleno de tiendas de campañas y lugares llenos de seres fantásticos...

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Damus en multimedia

Un Mundo Mágico (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora