¿Hermanos?

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El fin de semana se había pasado bastante rápido, el castaño había podido conocer bastante de la vida del mayor y se llevabann realmente bien, se podría decir que conocian casi toda su vida, aunque siempre había cierta frialdad por parte del menor, Thomas ya se estaba acostumbrando a eso. El azabache llevo a el castaño en su auto a el instituto, se bajo y le abrió la puerta, Diego lo fulmino con la mirada ya que odiaba que hiciera eso, pero no dijo nada y solo salió del auto.

—Creó que si las miradas mataran yo ya estaría muerto.—se carcajeo el mayor.—Ten un buen día.—murmuro en el oído del castaño y beso su mejilla.

Diego se sonrojo y siguió en silencio, sabía que el azabache lo hacía para que el sacará su lado tímido, quizá si era muy directo y no le daba verguenza nada ya que no le importaba lo que pensarán los demás de el, pero se sonrojaba muy rápido con los juegos del adulto. El mayor sonrió de lado y se subió a su auto, le echó una última mirada al delgado y pequeño cuerpo del castaño y sonrió de lado, estaba comenzando a atraerle demasiado.

—Adiós.—masculló friamente el castaño, el azabache río por eso y echó a correr su auto.

—No me digas que ese sexy adulto es tu psicólogo.—dijo Cristina, quién acababa de aparecer detrás de Diego.—Se llevan bien ¿he?—comentó con picardía, el castaño entendió lo que quiso decir su amiga.—Beso tu mejilla, y te sonrojaste. Algo muy raro en ti. Dime...¿son amantes?—preguntó mirandose las uñas. Diego comenzó a tocer y se colocó las manos en el rostro ocultando su sonrojo.

—Estas loca.—bufo y se volteó, comenzo a caminar y entro al instituto.

En el camino Cristián se acerco a el, comenzaron a hablar trivalidades y sin darse cuenta ya habían llegado a el salón de clases. Habían pocos alumnos dentró, el profesor aún no llegaba y todo parecía muy tranquilo, el día estaba nublado y nuevamente el cielo amenazaba con llover. Ya habían pasado las horas y ya estaban por salir del instituto, al tocar la campana Diego y su amigo se quedaron dentro de la sala de clases solos.

—¿Quieres venir a mi casa hoy?—preguntó el rubio.

—Solo con una condición.—dijo el castaño.

—¿Cuál?.

—Llévame en taxi, tu casa queda muy lejos.—respondió como si nada.

—Esta bien.—la verdad es que no era la gran cosa para el rubio, su familia tenía bastante dinero.

—¿Que se siente besar a alguien?—preguntó de la nada el castaño. Desde el sábado que esa pregunta rondeaba por su cabeza.

—Bueno, depende de la persona.—respondió el rubio pero pudo notar que el castaño no entendió.—No todo el mundo besa bien, pero las personas mayores besan de maravilla ya que tienen más experiencia y es delicioso.

—Entiendo.—la imagen de su psicólogo se le vino a la mente y se sonrojo con tan solo pensar en besarlo. Cristián noto eso pero no dijo nada, solo solto una pequeña risa.

—¿Y te gustaría saber como se besa a alguien?—preguntó coquetamente el rubio. El castaño asintió y desvío la mirada.—Mirame.—al levantar la mirada Diego abrió los ojos tal cuál platos, el rubio estaba a tan solo un centimetro de el y había tomado su rostro delicadamente con su mano. Cristián sonrió tiernamente, era muy atractivo y lo sabía, ya que se aprovechaba de eso, era fácil para el intimidar a alguien. Se estaba apunto de acercar más cuando sintió un puño con mucha fuerza estrellandose en su rostro.

—Ese primer beso ya esta reservado para alguien.—dijo Cristina con fiereza.

—¿Para quién?—preguntó aturdido el rubio.

El hombre que me salvo [BL].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora