fiesta.

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Los sábados siempre habían sido aburridos para Diego, nunca tenía nada que hacer, y prefería quedarse leyendo algún libro que salir y no hacer nada productivo. Pero hoy, sería diferente, Cristián lo había llamado para que hoy fueran a una fiesta en la noche, Diego no quería ir, pero el rubio insistió hasta que el castaño accedió. El lo iría a buscar a las diez de la noche y se irían en un taxi, Diego sabía que se divertirian, todas las fiestas que iba el rubio eran geniales. Ya era medio día, y el castaño estaba hechado en el sofá escuchando música mientras miraba el techo y pensaba en Thomas. No se lo podía quitar de la cabeza, y eso lo hacía sentirse muy triste, de verdad le gustaba y el no quería eso, el se había prometido a el mismo que nunca se enamoraría ni que le gustaría alguien, hasta que llegó su psicólogo a romper sus propias reglas y hacer un caos en la cabeza del adolescente. No sabía que haría, ahora eran bastante cercanos, el sabía que luego del tiempo que tendría que ir a su consulta se seguirían viendo, se necesitaban mutuamente y era algo que ninguno de los dos podía negar.

Diego sonrió melancolicamente, mientras se maldecia a el mismo por ser tan idiota y sentir eso por alguien imposible para el. El mayor cada vez era más transparente a la hora de mostrar que le gustaba el castaño, aunque ninguno sabía que se gustaban directamente, podían sentirlo, no era necesario que lo dijieran. Solo que ambos creían que era algo casi imposible, Thomas creía que el menor no llegaría a sentir lo mismo que el, pero el haría lo posible para lograrlo. Al contrario de el castaño, el creía que era imposible que el pudiese gustarle a el mayor y que era algo estúpido pensar que un chico de quince años podría estar con un adulto de veinticinco años.

El castaño se acomodó rigidamente en el sofá al sentir la puerta abrirse de golpe, sabía que era su madre, no quería voltear a verla, pero tenía que hacerlo. Al voltearse lo primero que vio fue a una mujer demacrada, con el cabello desordenado, moretones en los brazos, y estaba completamente borracha, aunque eso ya lo suponía el castaño. No sabía que decirle, aunque tampoco tenía muchas cosas que hablar con ella. La mujer camino tambaleandose hasta llegar a su hijo, lo miró y lo único que transmitían sus ojos era despreció.

—Estúpido niño.—escupió con veneno la mujer. Abrió su mano y abofeteo al castaño.—Mira como estoy por tu culpa.

—No es mi culpa.—se defendió.

—¡Claro que la es!, si yo no te hubiera parido yo estaría con tu padre, seríamos felices y el no estaría con esa puta enfermera. Tú me arruinaste la vida, no debiste haber nacido.—cada palabra que decía la pronunciaba con furia y odio.

—Alice, yo no fui quién abrió las piernas para quedar embarazada. Esa, solo fuiste tú, así que no fue mi culpa que te calentaras con mi padre y tuvieran sexo.—a Diego no le causaba nada discutir con su madre, nisiquiera se enfadaba, solo demostraba indiferencia.

—Niño insolente.—la mujer iba a volver a abofetear a Diego, pero este tomo su mano y la miró desafiante.

—Te largas o llamo a la policía.—amenazó.

—Malnacido...—murmuró entredientes, se volteó y se fue de la casa, dejando nuevamente a  Diego solo.

—Esta loca.—dijo acostandose de nuevo en el sofá.

Las horas pasaron rápido ya que Diego se quedó dormido en el sofá, había tenido un sueño que no le gustaba para nada, aunque era más bien un recuerdo. Había soñando algo que había ocurrido años atrás, cuándo el descubrió que su padre engañaba a su madre, recordaba que habían ido a un parque acuático en las vaciones de verano, la família que estaba junto a ellos era bastante grande, había una chica de veinte años, era muy atractiva y era muy amable, a Diego le había caído muy bien. A las horas de estar en el parque, el castaño se había perdido, entró en una pequeña cabaña que había ahí solo para ver si alguien lo ayudaba, lo que vio no era algo muy agradable, su padre estaba penetrando a la joven, y ella gemia de placer gritando su nombre. Diego nunca olvido eso, aunque siempre se lo guardó para el, hasta unos años después que se lo dijo a su madre solo para hacerla enfadar. El castaño nunca le tuvo afecto a su padre, no era un hombre malo, solo que nunca hubo cercanía entre ellos.

El hombre que me salvo [BL].Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ