"Capítulo 26"

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Utilicé mi sentido del olfato para oler (Claro, porque sirve para eso, sino di tú a mi para que va a servir eso). Olía a macarrones con carbonara, o algo con carbonara.

Me moví en la cama. Abrí los ojos lentamente y miré el reloj; la una y media del mediodía, o p.m.

Suspiré y me levanté. Me acordé de lo que pasó ayer. Volví a suspirar y también recordé que tenía que limpiarme el tatuaje.

Caminé hacia mi baño adormilada y me lavé la cara. Luego hice mi rutina para el tatuaje; lo de la glicerina, el agua fría y el Bepanthol, y todo eso.

Cuando terminé, volví a taparme el tatuaje con una nueva gasa.

Bajé abajo y sonreí al ver a Carrasco haciendo la comida.

—Hola mi amor —dije sonriendo. 

Me miró y sonrió.

—Buenos "días" preciosa —contestó.

Me acerqué a él y le besé la mejilla.

—Gracias por estar ahí —susurré. 

Me miró y besó la punta de mi nariz.

—No nos pongamos sentimentales.

Reí y coloqué la mesa con los cubiertos y platos.

—¿Para cuándo la comida, señor chef? —pregunté.

—Dentro de 15 minutos.

Resoplé.

—Para eso me hubiera quedado en la cama —murmuré.

Encendí la tele y me puse a ver Telecinco, que estaban dando las noticias de cotilleo.

—Y ahora vamos a ver un vídeo que se hizo viral en tan sólo unos segundos. Y tiene relación con la novia del futbolista belga —habló el presentador.

Y apareció el vídeo, pero solo las partes importantes, como cuando contaba lo de mi familia o cuando dije: "Este es el vídeo para criticar a Silvia".

Suspiré y quité la tele para eso no lo voy a ver. Carrasco suspiró.

Le miré y sonreí. 

—No pasa nada —me encogí de hombros.

—Sí que pasa, se están metiendo en tu vida —habló.

—He subido el vídeo a YouTube. Es público. Lo puede ver cualquiera, así todo el mundo se entera que cada persona, y da igual si es "famosa" o no, tiene problemas personales.

Suspiró y bajó la mirada.

—Tienes razón. Vamos a comer —dijo.

Caminé hasta la mesa y me senté a su lado.

Comenzamos a comer en un silencio incómodo.

—¿Qué te pasa? —pregunté.

Pinché los macarrones con el tenedor y lo llevé a la boca. Estaban muy buenos.

—Vi el vídeo completo —me miró—. ¿Te pasó todo eso?

Asentí, restándole importancia.

—Pero pasado, pasado está —comí más macarrones.

—Eres muy fuerte —cogió mi mano—. Mereces mucho más.

Sonreí y miré nuestras manos entrelazadas.

—Te tengo a ti, y eso es suficiente —musité.

Sonrió y besó mi mano.

—¿Qué tal el tobillo?

Amor por el fútbol   〈Yannick Carrasco〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora