Tardamos al final los minutos que yo dije, 16 minutos. Yo le indiqué donde vivía antes y aparcó delante del portal.
—Bien, yo vivía en el portal 10 —se lo señalé.
—¿Quieres entrar? —preguntó.
—Vale —me encogí de hombros.
Salimos del coche y caminé hasta las escaleras. Era un edificio, yo vivía en el cuarto, en el último piso. Había que subir las escaleras y te encontrabas con una puerta que tenías que llamar al telefonillo para que te pudieran abrir, pero como no hay nadie.
—¿Este edificio está abandonado? —cuestionó.
—Algunas casa, pero no todas.
A la izquierda, había como una maceta donde estaba la llave que yo siempre escondía ahí. Metí mi mano en la maceta y rebusqué. Cogí la llave y la saqué. Abrí la primera puerta para poder entrar y suspiré.
Había otra puerta para entrar al rellano. A la derecha estaba los buzones de todas las casas. Había dos filas; una arriba y otra abajo. El buzón del piso donde vivía estaba abajo. No había ninguna carta.
Me acerqué ahí y había, todavía, unas flores casi marchitas. Recordé que las puse yo antes de irme a la casa de mi tía.
Sonreí nostálgica. Sentí unas manos alrededor de mi cintura.
—¿Estás bien? —preguntó.
Tragué en seco y asentí. Volví a abrir la segunda puerta y entramos.
Encendí la luz
—Este es el rellano. Esta puerta lleva al patio. Yo no solía ir ahí, se juntaba muchas personas —dije sonriendo.
Las paredes eran de color crema, al igual que el suelo.
Caminé hacia al ascensor y pulsé el botón. La puerta del ascensor se abrió y el ascensor estaba desnivelado. Me daban miedo los ascensores porque cuando era pequeña pasaban cosas como estas.
Una vez yo me quedé encerrada con mi madre en el ascensor, y desde ahí tengo miedo.
—Creo que es mejor subir por las escaleras —dije mirándole.
Él asintió y subimos las escaleras hasta el cuarto piso. A la derecha e izquierda, tenía dos puertas. La mía era la de la derecha; la letra B. Carrasco pasó un brazo por mis hombros y besó mi mejilla.
—Eres lo mejor que me ha pasado en la vida —dije mirándole.
Sonrió y me acarició el cuello con su nariz. Haciendo aparecer una corriente eléctrica. Sonreí mientras aparecían lágrimas en mis ojos.
—No vas a llorar, ¿verdad? —me susurró al oído.
—No —contesté tragando saliva.
Me acerqué a la puerta y me agaché al felpudo. Cogí la llave que había debajo y abrí la puerta. Todos los recuerdos llegaron a mi mente. Tantos, que me entró un dolor de cabeza. En otras palabras, me mareé.
Carrasco me sujetó.
—¿Estás bien? —susurró.
—No.
De pronto, siento como si tuviera que vomitar. Así que corrí al baño y vomité en el váter. Eran muchos recuerdos aquí vividos.
Sentí unas manos en mi pelo y su aliento en mi oreja. Yo seguía vomitando, no podía parar, al igual que las lágrimas que bajaban por mis mejillas.
Cuando paré de vomitar, sollocé. Me abrazó por la espalda y me susurró al oído: "Ya está, todo ya pasó". Pero eso a mí no me vale. Me levanté y me lavé la cara y la boca en el lavabo. También me enjuagué la boca. Me miré al espejo y tenía el maquillaje corrido. Me quité el maquillaje como pude y me di la vuelta.
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Amor por el fútbol 〈Yannick Carrasco〉
FanfictionSilvia Corberó, una fotógrafa humilde y sin mucho que contar. Con 19 acabó la carrera de fotógrafa, y compró una pequeña tienda en el centro de Madrid, y empezó a trabajar. Ella no esperó que se enamorara por ir a un partido de fútbol. Por...