Capítulo 20.

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-Listo Gabriela.-dijo la Doctora Yang quitándose los guantes.

Hice una mueca de dolor, las inyecciones no dolían pero era la segunda inyección y aun sentía una incomodidad, me levante y me volví a colocar mi enterizo corto fucsia de tiros que quedaban a la perfección con unas gladeadoras negras.

Alessandro me tomo la mano e hizo expresión de preocupación, pero estreche su mano y lo tranquilice.

¿Mencione que amo cuando se preocupa por mi?.

Alessandro tenia el cabello un poco desordenado y sonreí al recordar que yo era la causante de eso y la escena de hace rato en casa de Alessandro, no quería que saliera de la cama, me quería mantener a su lado. Y es que estas ultimas semanas han sido MUY activas, puedo decir con completa seguridad que Alessandro conoce cada centímetro de mi cuerpo, y puedo decir con completa seguridad que yo he conocido cada centímetro del suyo, y es que el y yo parecemos imanes y cualquier momento es perfecto para amarnos. Porque si, lo amo, pero ¿como no amarlo?, sus detalles, sus palabras, sus miradas... Todo de el.
Ademas estas semanas se no ha echo mas sencillo para mas tiempo juntos, mi hermana me cubre con mis padres.

-Bueno, nos vemos el próximo mes.-dijo la doctora Yang sentándose en su escritorio.

Sonreí agradecida.

-Muchas gracias doctora.-dije dulcemente.

-Hasta luego.-dijo Alessandro estrechando su mano.

Tomo mi mano y salimos.

En la fría recepción estaba Lisa hablando con un grupo como de cinco enfermeras mas.

-Hola cariño.-dijo al verme caminando hacia mi.

-Hola lisa.-dije cariñosamente abrazándola.

-Doctor Alex.-dijo ahora abrazando a Alessandro.

Alessandro le respondió el gesto con cariño.

Nos despedimos y salimos del hospital.

-Vamos a comer Srta. Macri.-dijo Alessandro abriéndome la puerta del Audi.-Ademas, hay una alfombra que debe ser cambiada.

Sonreí.

-Esta bien.-dije entrando.

Cerro la puerta y me abroche el cinturon, el entro rapidamente.

-¿En donde?.-pregunte mirandolo.

Titubeo por un momento.

-¿El restaurante italiano del centro comercial?.-pregunto mientras se colocaba el cinturón y yo asentí.

Sonó su teléfono y me miro excusandose.

Sonreí y el contesto.

-Hola.-dijo serio.

-¿Que tal Mateo?.-dijo ahora en un tono mas cálido.

-Si, claro. No hay problema.-continuo.-hasta luego.-y colgó.

-¿Todo bien?.-pregunte mirándolo.

Siempre fue él.Место, где живут истории. Откройте их для себя