Capitulo 37.

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Alessandro P.O.V

Abrí los ojos de par en par, con la pequeña esperanza de que quizás todo fuera una cruel pesadilla, pero no. Todo era palpable.

Era insoportable.

Cada segundo que pasaba era doloroso.

Me levante de golpe y me di cuenta de que el tranquilizante aun estaba en mis venas, a a mi alrededor habían muchos rostros, no me importo quienes eran. Me levante de golpe y los aparte descuidadamente de mi camino, pero una mano en mi hombro me detuvo con fuerza.

-Alex tranquilo por favor.-dijo Enzo mirándome fijamente compasivo.

-Enzo...-dije tragando saliva para no quebrarme.-Necesito verla.-dije al fin, con el corazón en la garganta y corriendo hacia la puerta.

Lo aparte de mi.

Enzo me alcanzo y se interpuso en la puerta.

-Ella esta bien.-dijo indulgente.-pero necesita descansar, esta sedada.-termino.

-SOLO QUIERO VERLA, JODER.-grite con desespero.

Necesitaba comprobarlo por mis propios ojos.

Necesitaba comprobarlo, necesitaba sentirla. No iba a respirar hasta romas su mano entre las mías. Pero sentí como mi pecho se libero.

-Necesito verla.-repetí con desespero, apartándolo de mi camino.

Enzo intentaba contenerme, ellos no iban a dejarme verla, lo sabia, porque ese era el protocolo que se cumplía siempre. Sacaba fuerzas de lo mas profundo de mi.

-Alex.-dijo levantando la voz.-te dejare entrar, solo tienes que calmarte.-dijo al fin y me detuve.

-Ya esta.-dije instantáneamente.

-Vale, pero solo por unos minutos Alex.-dijo y empezó a caminar.

Asentí.

Salí siguiéndolo, y los ojos de todos caen en mi e inmediatamente bajan el rostro, sigo a paso firme sin importarme nada mas que mi pequeña. Enzo se detiene frente a la habitación y me mira con preocupación.

-Alex, confió en ti.-dice y continua.-estaré aquí afuera.-termina.

Entro a la fría habitación, esta terriblemente iluminada, hay varios monitores que emiten sonoros pitidos cada cierto tiempo que indican sus signos vitales, me encargue de revisar minuciosamente cada una y me tranquile al ver que todos estaban perfectos. Junto a estos se encontraba ella, mirar su rostro me da la paz y la calma que necesitaba.

Tenia una mascara de oxigeno sobre su perfecto rostro, verla así, ahí, tan débil e indefensa, el corazón se me encogió y mi respiración se entrecorto, unas pequeñas lagrimas lograron escapar. Estaba acostumbra a ver ese hermoso rostro con una sonrisa que hacia que el sol se avergonzara, la sonrisa mas inexplicable. En mi trabajo me ha tocado ver todo tipo de casos diariamente, pero ver así a mi pequeña, a mi Sr. Macri.

Mire su mano, estaba entreabierta y tenia unos cuantos cables conectados a sus venas. Tome su mano lentamente, con suavidad, y mi corazón se acelero, como acostumbraba hacer cuando de ella se trataba, era como había soñado, las noches de insomnio en mi cama. 

Bese su frente suavemente, el aroma inconfundible de ella impregno mis fosas nasales, moje sus mejillas con mis lagrimas, baje a su cuello y me acomode ahí, como un niño, y es que con Gabriela, y solo ella, me hacia ser, el ser mas vulnerable, para amarla como un niño. 

Mis lagrimas se habían encargado de humedecerlo, pero aun si me seguía pareciendo el lugar mas cálido. Habia sido un hijo de puta, un completo cobarde que no la merecía, y venia pagando eso todo los días, pero ella era mi hogar, siempre había sido mi hogar.

Un leve apretón en mi mano, me hizo paralizar, me levante rápidamente. Gabriela estaba tomando mi mano suavemente. Mi corazón comenzó a dar saltos de felicidad. 

 -gabriela, pequeña.-dije repartiendo besando su frente con una alegría que no podía controlar.

-Alessandro...-dijo Gabriela con una voz soñolienta y débil.

Sus ojos estaban abiertos, sus penetrantes ojos, sus deslumbrantes ojos.

-Gabriela.-dije con una sonrisa que no contenía.

Sus ojos estaban cristalizados al igual que los míos.

Acerque mis manos a sus mejillas, me acerque a su rostro, haciendo que nuestras narices se rozaran y poco a poco, lentamente me acerque a sus labios, como si fuera la primera vez. Mi corazón comenzó a estallar, sus labios se unieron a los míos, eran exactamente como los recordaba, mis pulmones se habían llenado de oxigeno, como si todo este tiempo sin ella, hubiese estado conteniendo la respiración.

Era un beso con necesidad, con clamor, con urgencia.

Algunas lagrimas brotaron de sus ojos.

Aquella habitación estaba volando, y saltaban los fuegos artificiales en mi estomago.

Me aparte de sus labios a regañadientes cuando sentí, que se quedaba sin aliento.

Ella miraba mis ojos fijamente, y sus ojos tenían ese hermoso brillo. Joder, era tan jodidamente perfecta, su rostro estaba serio, pero suave a la vez y yo solo quería comérmela a besos. No quería apartarme nunca mas de ella, pagarnos todos esos besos, y esas caricias que nos debíamos.

-La amo, Sr. Macri.-dije susurrando sobre sus labios con la respiración acelerada, y mirando fijamente sus envolventes ojos.

-Te amo.-susurro suavemente.

Ella me miro de la misma forma intensa.

Del tipo de mirada que haría que hiciera lo que fuese por mantenerla, del tipo que hacia que me alegrara la vida entera, del tipo que había extrañado como un loco.

Y sentía que estaba volando, me sentía en las nubes, escuchar eso, me hacia querer gritar de la felicidad.

-Vuelve a besarme.-dije con necesidad.

Roce sus labios, pero esta vez fue ella quien profundizo el beso.

Sus labios eran tan suaves, tan deliciosos, su cálido aliento me llenaba de vida.

-Alex...-dijo Enzo entrando bruscamente.

Y juro que lo odie en ese momento. Pero ni esa interrupción haría que perdiera la enorme felicidad que tenia.

Ni siquiera lo mire, no podía retirar la vista de ella.

-Alex...-repite con el mismo tono.

Voltee rápidamente y Enzo se veía realmente preocupado.

Detrás de el, se encontraba Lucia.




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Volví, lo se, lo se, me pase, pero lo importante es que no me olvido de ustedes chicas, gracias por el apoyo. 

LAS QUIERE.

Y PROMETE NO VOLVERLAS A ABANDONAR MAS.

VELAULOL.






Siempre fue él.Where stories live. Discover now