III. Te buscaré, Ayano Aishi.

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No cabía la menor duda de que la mejor manera de animarse, era practicando un poco de artes marciales. Budo tenía una sonrisa en sus labios, mientras caminaba fuera del aula del club donde era líder y se dirigía sin ruido alguno a los baños. No porque tuviera ganas de satisfacer sus necesidades fisiológicas, sino que sentía un sudor en su frente que no paraba de caerle.

Budo se lavó la cara dos veces, y se miraba. Aún con un color rojo en sus pómulos. Maldijo el momento en el que sintió que se le caía el corazón cuando la vio entrar. Flaca, fría, con los labios carnosos y la mirada helada, con su andar elegante, prepotente. —Mierda...—

Con los pasos lentos, regresó hacia el salón de las artes marciales. Había apenas entrado unos cuantos pasos al aula, y de golpe la puerta se cerró. En un principio se asustó, pero luego, tras girarse con fuerza, la pudo ver. Su cabello negro se seguía moviendo con suavidad tras tan bruzco movimiento.

—Ayano... ¿Por qué querías hablar conmigo en privado?— Preguntaba Budo, mordiéndose el labio inferior con unos cuantos nervios incapaces de ocultar.

—... — La jovenzuela se quedó pegada a la pared, suspirando hondamente, intentando acomodar las palabras de su boca. —¿Te haz quitado bien las manchas de los zapatos...?

—Sí.—

—Me gusta la idea. — No dijo más, pues deshacía los seguros de su prenda superior y se despojaba de ella, dejando la blusa del uniforme en el suelo. Sí, únicamente con el sujetador. Budo tragaba saliva, separando sus labios y dejando un escalofrío recorrerle la espalda con tal de no dejar escapar sus instintos carnales

—Ayano... Te dije que no diría nada... Sobre tu accidente.— Sí. la mismísima chica Yandere había convencido al líder de karate para que "entendiera" que la mancha de sangre del suelo era un "accidente femenino", y que no tenía nada que ver con la muerte de Mai Waifu. No, no...

—Y no lo haz hecho, es por eso que estoy aquí. No me cuestiones, no tengo nada que esconder.— Y entonces, dejó caer el zipper de su falda, dejando ver aquella lencería color negra antes de vestirse fugazmente con el traje de karate.

¿Por qué Ayano Aishi se desvestía frente al muchacho...? Bueno, algo así había leído en sus mangas de seducción. No sentía vergüenza... y bueno, viniendo de ella no era sorpresa. Ella no sentía nada.

—Hagamos una cosa, Ayano. Puedes quedarte a entrenar conmigo a solas... aprovechando que todos están enfermos...— Y, nuevamente, la Yandere rodaba los ojos, satisfecha con sus logros. Obviamente los miembros del club de karate no estaban enfermos por los pulpos del club de cocina... Tampoco, no. "Coincidencia" —... Pero no vuelvas a desvestirte fuera de los cambiadores.—

—¿Te molesta?~— Alargaba la frase, sonriéndole fingidamente.

—Pu...puede que... ah... — Cerraba los ojos con fuerza. Budo Masuta, ante esa mujer era jodidamente débil.

—Enséñame lo que sepas, Budo— Se paró frente a él, sonriendo. Poniendo la pose inicial de las artes, y así, pues, iniciando la pelea. Las clases privadas que Ayano se había arreglado para tener con Budo Masuta.

Efectivamente, tocó el timbre de las seis de la tarde. Ambos compartían el sudor del cuerpo, había sido un buen combate. Budo sonreía. ¡Había peleado limpiamente con la mujer de sus sueños! ¡Estaban a solas y le había visto aquel hermoso trasero!

—Eres más fuerte ahora, Ayano. ¿Te veo mañana con los demás miembros del club entonces?—

—No— Una respuesta errante. Nuevamente, sin vergüenza, se desvestía para ponerse su uniforme de regreso.

—.... Espera... ¿Estás dejando el club? ¿Tras una clase? ¿Qué no te ha gustado?—

—He aprendido lo que necesitaba, Budo. Muchas gracias— En ese momento, Budo se congeló, mirándola largarse a donde sus pies la mandaran, como siempre. Tras unos minutos de eterno silencio, Budo dio un grito, tirándose al suelo y dando un puñetazo en el suelo. ¿Por qué siempre se iba? ¿Por qué era tan hermosa?...

—¡Maldita sea, Ayano! ¡Te encontraré, te buscaré! ¡Y serás mía, carajo!— Lloraba Budo. Sí, lloraba. Porque se sentía utilizado, porque no lograba verla feliz, porque necesitaba a ella hacerla feliz.

Fue también, una maldita casualidad que Info-chan escuchara todo. Y entre el llanto de Budo, un sonido que calló unos minutos después. Un mensaje de texto, un simple SMS que de un número desconocido, decía: "Aléjate de ella. Trabaja para mi"

Mátame {Ayano x Budo}Where stories live. Discover now