CAPITULO 52

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Si alguna vez Steven había sido malo, no lo recordaba. Se comportaba de lo más tierno con su hermana, por la mañana trabajaba, por la tarde jugaba con ella mientras yo arreglaba papeles del trabajo y por la noche compartíamos la cena todos juntos. Y cuando la vocecita de Mia dejaba de escucharse por los pasillos, Steven se convertía en un amante sensacional.

Ambos debíamos admitir que mis suegros nos habían dado una hermosa oportunidad para probar suerte como padres y aunque Steven se quejara cuando Mia pataleaba por todo tipo de juguetes en el supermercado, parecíamos toda una familia. Claro que no era de lo más normal, porque ella era la hermana de mi esposo y la "familia" acababa cuando Elizabeth y Doug volvieran de su viaje.

-Me rindo-gritó Steven mientras bajaba las escaleras-. No sé como hace mamá para peinar a la niña, es que no se queda quieta y las coletas salen torcidas-se quejó.

-No es tan difícil-dije divertida mientras él se sentaba a mi lado.

-¿Por qué no lo intentas?-preguntó encendiendo el televisor-. Mia  ¡ven aquí!

Tras escuchar el grito de Steven , Mia bajó las escaleras corriendo con entusiasmo. Su escaso fleco estaba enmarañado mientras era sostenido por una pequeña traba verde claro, sus dos coletas estaban más desparejas que los dientes de un tiburón y las bandas elásticas que sostenían el cabello era una rosada y la otra celeste.

Contuve la risa al verla acercarse a mí. Steven frunció el ceño y Mia alzó los hombros defendiéndose. Senté a Mia sobre mi regazo y observé a  Steven con detenimiento.

-Vas a traumarla si sigues haciéndole estos peinados-lo regañé y luego reí.

Golpeó levemente mi hombro para luego quejarse con el ceño fruncido.

-No es mi culpa, nunca nadie me ha enseñado.

-Steven , por Dios, aprende a combinar colores.

Mia rió y Steven volvió a fruncir el ceño. Se cruzó de brazos y apoyó su espalda contra el sillón.

-Disculpa, no quería arruinarle el cabello a mi hermana.

-Ve a buscar el cepillo y las bandas elásticas-le dije a Mia.

Ella corrió escaleras arriba y me acerqué a Steven.

-Nadie te ha regañado, tontito-besé su mejilla-, y no le has arruinado el cabello. Estaba molestándote, no seas tan sensible.

-Es que no sé cómo peinar a una niña-observó el televisor sin prestarle atención alguna-. A ti no te tengo que peinar.

-Ya, deja de lamentarte, señor sensibilidad-dije riendo.

-Aquí llego yo-gritó Mia saltando desde el último escalón.

Steven volteó a verla y le sonrió, su hermana le devolvió la sonrisa y se sentó sobre mi regazo. Sostuvo el cepillo entre sus delicadas manos mientras yo me dedicaba a desatar su cabello.

-Steven , observa-dije mientras extendía para que Mia me pasara el cepillo-. Primero, debes desenredarle el cabello.

Quite todas las bandas elásticas de su cabello mal atado mientras Steven observaba atentamente. Pasé el cepillo por toda la longitud del cabello. Quedó perfectamente peinado, lo separé en dos partes y elevé un mechón de pelo para atarlo en una coleta al costado, acto seguido, hice lo mismo con el otro mechón. Poco de su cabello quedó estorbando sobre su frente, lo estiré, lo peiné y até el mechoncito con una pequeña traba.

-Y así es como peinas a una nena.

-¿Puedo intentarlo?-preguntó arqueando una ceja.

Mia observó a su hermano y frunció la boca. Steven rió y Mia le regaló una sonrisa. La pequeña se giró y me abrazó tiernamente.

La Bella y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora