EPILOGO

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  Vi a Steven entrar por la blanca puerta, tras un ramo de rosas, su tierno rostro apareció. Noah , de la mano de su papá, sonrió y quiso zafarse del agarre de Steven.

-¡Mami!-gritó Noah y llevó a rastras a Steven.

-Espera, hijo-dijo Steven y le soltó la mano.

Mi esposo se volvió y cerró la puerta de la habitación.

-¡Te he extrañado mucho!-dijo Noah y apoyó su rostro en el borde de la camilla.

-Ay mi vida, yo también-dije y acaricié su pequeña mano.

-Megan se ha ido, le dije que se quedara contigo hasta que volviera con Noah-se quejó Steven y se acomodó a un lado de la camilla-. ¿Estás bien?

-Muy bien-le sonreí débilmente.

-¿Mis niñas?-preguntó Steven.

-¿Mis hermanas?-preguntó Noah.

Steven me dio el ramo de rosas y besó mis labios.

-Te amo Eleanor.

-Yo también te amo Steven-volví a sonreírle-. La enfermera me ha dicho que están muy sanas y que son hermosas.

-Con una madre como tú, de seguro son hermosas.

Steven desvió la mirada y la posó en Noah. El niño, estaba inclinado sobre la cuna de Katie y le sonreía con ternura.

-¿Ella es Katie?-preguntó.

-Ella es Katie , tu hermana menor-le dijo Steven y cruzó la habitación para ir con Noah.

-¿Me tomas en brazos, papi? No veo a Sophia.

Steven tomó a Noah en sus brazos y se inclinó un poco sobre la cuna de Sophia. Noah sonrió y se tapó la boca con ambas manos.

-Es igual a Katie.

Reí levemente y Steven se unió a mis risas.

-Son gemelas, hijo-le explicó Steven.

-Oh mi Dios-dijo Noah-. ¿Cómo haremos para saber quien es quien?-preguntó.

-Es fácil-respondió Steven-. Observa los ojos de Katie, son como los tuyos y los míos-Noah frunció el ceño.

-Katie está dormida.

-Lo sé hijo. Pero cuando despierte, puedes fijarte en eso.


Sophia se movió un poco y refregó una de sus manitas en sus ojos. Abrió lentamente uno y luego el otro. Noah la observó atento y luego alzó su mano para agitarla en un saludo.

-Ella es Sophia-le dijo Steven-. Es quince minutos mayor que Katie.

-Pero no mayor que yo-dijo Noah observando a Steven-. ¿Mami me sigue queriendo?





No hablé, estaba débil, no tenía casi fuerzas. El parto de las niñas había sido terriblemente doloroso, y sufrir en medio del parto no era nada agradable. Steven luego del parto, había estado pendiente de mí, pero sus insistentes preguntas me sacaban de quicio y terminamos por tener una pequeña discusión. La cual, se arregló cuando nos dieron a las niñas, sanas y limpias.


-Mami te ama, al igual que yo y al igual que van a amarte tus hermanas.

Noah sonrió y pasó sus pequeños brazos por el cuello de Steven, lo abrazó fuertemente.



Dos días después, me habían dado permiso para salir del hospital. Mientras Steven cargaba a las niñas, Noah se encargaba de llevar los globos y yo, llevaba el bolso.

Llegamos a casa, alrededor de las once de la noche. Noah venía durmiendo en el asiento trasero del auto, a la derecha, mientras que sus hermanas, iban en las sillitas.

Steven me explicó como debíamos hacer para que Noah no se despertara y pudiéramos bajar las cosas del auto. Sin decir más, Steven tomó en brazos al niño de dos años mientras que yo me quedaba en el coche, esperando por Steven. Cuando él volvió, bajé del auto. Steven tomó en brazos a las niñas y yo bajé con el bolso y los globos.


-Me siento fatal-admití arropando a Katie.

-Cariño, debes descansar-dijo Steven haciendo lo mismo que yo, pero con Sophia-. Los niños duermen, yo no molesto, puedes irte a la cama.

-Gracias amor-me acerqué a él y lo besé.

-No tienes por qué agradecerme, las gracias debo dártelas a ti por darme una hermosa familia.

-No hubiera podido darte niños, yo sola-le sonreí.

Rió y volvió a besarme.


Tres y media de la mañana. Sophia comenzó con un leve lloriqueo, Katie la siguió y juntas dieron una serenata de llantos durante veinte minutos.

Steven estaba en la mecedora de mimbre, con Sophia en brazos y los parpados ya se le caían. Sacudió la cabeza y acomodó a Sophia entre sus músculos. La niña hizo una mueca y siguió durmiendo.

Dejé a Katie en su cuna. Extendí los brazos frente a Steven y me dio a Sophia, se puso de pie y abandonó la habitación.


Una noche terrible.

Seis y media de la mañana. Katie decidió despertar a todos en la casa. Ambas tenían hambre y Noah reclamaba su desayuno desde la habitación.

-Ve tú-le dije a Steven.

Él enterró la cara en almohada y suspiró. Alargué el brazo y acaricie su espalda mientras mantenía a Katie sobre mi pecho.

-Estoy cansado.

-Lo sé, amor-respondí-. Yo también lo estoy, pero, Noah va a ponerse celoso si nos ve a ambos con las niñas y nadie quiere darle el desayuno.

Steven asintió y se puso de pie. Arrastró los pies hasta la puerta y salió de allí. Observé a Sophia durmiendo entre dos almohadones, para no caerse de la cama. Sonreí y quité a Katie de mi pecho. Con los ojos cerrados, movió la boca mientras la dejaba al lado de su hermana.

Steven hizo el desayuno para Noah, él y yo. Las niñas quedaron en la segunda planta, mientras nosotros desayunábamos soportando los gritos emocionados de Noah, intentando no dormirnos sobre el tazón.


Tres niños, un marido ejemplar. Una historia extraña, pero, a la vez fascinante. Cualquiera que sepa donde Steven y yo nos conocimos, juraría que no íbamos a soportar más de dos años juntos.

Y véannos ahora, con tres hijos, una casa hermosa y amplia, una hermosa y traviesa tia para nuestros niños, Elizabeth y Doug siempre brindando su apoyo, amigos que nos ayudan y quieren.

Si pudiera volver a vivir esto, lo haría. Sin contar con la pérdida de mis padres y el mal rato que pasamos Steven y yo al principio. Pero todo pasa por una razón y cuando Doug se negó a que Steven viera a su hermana, nos escribió el destino más hermoso que cualquier persona pudiera escribir. Deberíamos detestarlo, pero nunca podría ser así, sin el pequeño empujón de Doug, nosotros dos no estaríamos juntos y tres niños no habrían sido concebidos.


Recuerda, siempre que llovió paró. Y todo pasa por una simple razón. Antes de ser feliz, se pasa por muchas tristezas. Así que, si sientes que tu mundo se derrumba por una persona, no te des por vencido, y observa esta historia:

Una huérfana cae en una subasta, es comprada por un joven, el joven la desprecia, la obliga a casarse con él, todo el odio que él le tiene, el amor de ella  se lo confiesa, él se aleja, él confiesa que no sabe amar cuando es amado, ella le enseña, sufre un pequeño incidente, él le confiesa que la ama, se vuelven inseparables, llega el primer niño, las gemelas y el amor día a día es increíblemente difícil de creer.  

                                                                                                                                                            FIN.

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La Bella y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora