Parte X

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El pasar de los días no pasaba en balde, cada vez que Hikke rasgaba las cuerdas de la guitarra más experto se hacía; sin la ayuda de nadie, tocaba y componía melodías que en su interior eran como pequeños mensajes que enviaban a sus padres desaparecidos, siempre con una actitud positiva de que algún día ellos lo escucharían.

Viggo, utilizando los anhelos y aspiraciones del niño, lo utilizó para que tocara en el parque donde antes solía estar Gustav, cuyo puesto se redujo a su asistente. Le quitó a fanghook para dársela a Hikke, sólo por el simple hecho de que si no era eficiente esas serían las consecuencias, pues le había confiado su lugar de años atrás y Gustav no rindió como él o como Hikke que no hacía más que triplicar las ganancias cada día.

El chico no ocultaba su molestia y celos, y lo único que deseaba es que Hikke se encontrara con sus padres rápido para que el fuera de nuevo el favorito de Viggo.

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Luk tuk

A pesar de haber aceptado a salir con Wendy, Hiccup seguía siendo el mismo. Ignorando a todo el mundo, sólo enfocándose en los negocios.

—Perdemos terreno, no los dejes ir. —exigía hablando desde su teléfono celular.

Con prisa, se metió al carro que contrató con todo y chofer para moverse ese día en la ciudad; se encontraría con unos clientes de suma importancia que ofrecían un buen negocio, aunado a eso, tenía a la desesperada novia en la otra línea, que insistía en saber si comerían juntos. Se regañaba a sí mismo por haberse dejado embaucar y sobretodo tener que soportarla.

—No podré ir lo siento... tengo mucho trabajo.

—Entonces ¿te veo en tu departamento?

Respiró hondo, no importaba que excusa inventara, su novia se las ingeniaba para verse al menos una vez al día. Lo sofocaba demasiado, su compañía no era para nada como la de Astrid, con quien hubiera podido estar 24 horas al día a su disponibilidad.

—Está bien, nos vemos. —colgó con cansancio.

— ¿Un día pesado? ¿Puedo ayudarle en algo?

—Sí, ¿tienes aspirinas? o mejor ¿Conoces a un asesino que me dé un tiro? —Pidió sobando sus sienes, pronto le daría jaqueca debido al estrés.

—Hay un remedio mejor para eso. —rio el chofer. —Tengo contacto con personas que eran cantantes y músicos.

Hiccup reaccionó de inmediato, no lo había notado pero esa voz era familiar.

— ¿Snotlout? —preguntó con una incrédula sonrisa.

—El mismo amigo.

—¡Qué sorpresa! Pero ¿qué haces aquí?

—Trabajando tonto, ¿qué parece? Debo seguir pagando cuentas.

Hiccup se relajó en el asiento trasero, era bueno tener a un conocido cerca de por medio.

— ¿Aun sales con Ruffnut?

—Salir... mmmm, más bien vivimos en unión libre, junto con su hermano.

—¿Y... has visto a los demás chicos? —preguntó cómo no queriendo.

—Todos estamos en contacto, incluido Tannlos. —Respondió viéndolo por el retrovisor.

El castaño guardó silencio, extrañaba a su hermano tanto como extrañaba a Astrid.

—¿Sigues tocando? —preguntó Jorgenson para cambiar un poco el tema.

Escuchando a tu destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora