Parte XIV

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PARTE 14

Un mes después.

Estando a una semana del gran concierto de la filarmónica, en el gran parque de Berk, Astrid seguía dudando de haber tomado la decisión correcta; esto impedía que practicara correctamente, no podía hacerlo si la preocupación por su hijo aumentaba cada día que pasaba y no lo encontraba. Con la ayuda de sus amigos, decidió que lo más prudente era buscar en el pueblo donde fue informada que estaba el orfanato; el día que visitó aquel lugar, el corazón se le comprimió al ver donde su hijo había estado todos esos años, donde dormía, la ropa que tenía.

Sin embargo; no lo encontró ahí, así que fue al siguiente pueblo más cercano, Dagur fue por otro y Heather y su esposo por otro; dejando información por todos lados, avisando incluso a los medios, le era increíble que con tanta tecnología aun así fuera imposible localizar a un niño.

El último punto por buscar era la capital de Berk, la enorme ciudad que parecía nunca parar y donde se daría el gran concierto.

Lo único que le quedaba era la música, aquella sensación que le decía que no dejara de tocar ya que sólo así encontraría lo que tanto anhelaba y le daba esperanza.

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En tan sólo poco tiempo, Hikke había pasado de ser un niño de la calle a un prodigio de la escuela más famosa de artes musicales en Berk. Se había dejado su nombre artístico Ryker Grimborn, tanto para Gobber como los del instituto, más que nada por el temor de volver al orfanato antes de llegar a su destino. Poco importó a los del instituto, ya que fue bajó la protección de Gobber, quien se los dejó a su cuidado.

En un mes había superado a muchos de los alumnos, incluso llegó a enseñar a unos, estaba imparable, en esa escuela, la música no hacía más que salir y transmitirse, de la guitarra había pasado al piano, llegando a tocar violines y otros instrumentos, para luego hacer su propia composición sin ayuda alguna. Sus maestros estaban realmente impresionados.

—Señor Ryker, pase. —dijo la directora de la escuela.

El niño pasó con timidez ya que después de una clase (de la cual no puso atención por estar componiendo) su maestro le dijo que la directora deseaba hablar con él. Esperaba sólo ser regañado por la directora, pero en el lugar había más personas, los más importantes catedráticos de la escuela.

—Supongo que sabe por qué lo llamamos—continuó la gran señora.

—Sí, prometo poner más atención a la clase de profesor. —se disculpó el niño con arrepentimiento.

La inocencia del pequeño sacó una sonrisa y risita a más de uno.

—Estoy segura que sí. —compendió la directora. —En realidad el motivo de su llamado es porque estamos fascinados con su composición y queríamos saber si le gustaría que las interpretaran en el gran concierto de la filarmónica.

—¿Es un evento a donde irá mucha gente? —preguntó Hikke con interés

—¡Muchas personas!

— ¿Unas cien?

—Más de cien. —aclaró la directora entusiasmada. — ¿Le interesaría?

—Sí, entre más personas escuchen será mejor. —aceptó Hikke con inocencia, otro comentario que hizo sonreír a los presentes.

No perdieron el tiempo, estaban con las horas contadas, pero con la guía de los profesionales, y claro, del compositor, pusieron manos a la obra para entonar aquella melodía que Hikke pensó que atraería a sus padres; se emocionaba de sólo imaginárselos, él guiando a la orquesta y cuando por fin terminara se giraría y los vería. Era su sueño más anhelado.

Pero los sueños a veces se pueden ver entorpecidos...

—¡RYKER!

Una espantosa voz se escuchó en pleno escenario, músicos y maestro vieron con desconcierto al recién llegado, el único que lo veía con temor era Hikke.

Viggo lo había encontrado.

—Qué bueno que estés bien muchacho, te estaba buscando... ¡anda vámonos! —acudió con él dispuesto a llevárselo.

—¡un momento! —Detuvo su maestra, "Mala" —no puede interrumpir nuestro ensayo. ¡No tiene ningún derecho!

—¡Claro que los tengo! —gritó Viggo alterado. —Tengo todos los derechos sobre él, yo soy su padre.¡Anda Ryker... obedece!

—¿Es en serio lo que dice este hombre? —preguntó Mala al niño, dejando el beneficio de la duda.

—¿Cómo se atreve? —cuestionó el hombre. —Es mi hijo, y puedo llevármelo cuando quiera.

—Es que estamos ensayando. —trató la mujer de detenerlo. —Su hijo tendrá una presentación, debe saber que tan importante para él.

—¡Ja! ¿Para que sean como ustedes? ¿Maestros? —se burló. —Que no hacen más que meter absurdas teoría cuando la musica hay que vivirla.

—Lo sé, pero también le hemos enseñado. —trató de negociar la maestra.

—¿Enseñar? ¡él por si sólo le está enseñando! ¿No es así chico? —preguntó al temeroso Hikke.

Mala por más que veía no creía ninguna palabra del hombre y más al ver al niño cohibido.

—Ryker dime la verdad... ¿es este hombre tu padre?

El niño desvió su mirada a Viggo, este le hizo una señas que bien interpretó como una amenaza, más cuando le dijo que él sabía su verdadero nombre, la única cosa que podría llevarlo de vuelta al orfanato, no se podía arriesgar.

—Sí. —aceptó desanimado. —Es cierto todo lo que dice, él me enseñó todo lo sé.

—¡Ya ve! —comentó Viggo con burla y enseguida tomó del brazo a Hikke para arrastrarlo con él, más eso no dejó quieta a Mala, tenía que investigar a fondo la situación y notificarlo antes de que fuera demasiado tarde.

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Haciendo uso de varias artimañas, Viggo se las ingenió para volver al chico a la plaza donde ganaba dinero, como disculpa le devolvió la guitarra esperando tenerlo contento con eso. Aunque ya no era suficiente para el niño, no después de haber estado en esa escuela.

—Vamos no te desanimes... dice que te extraño y que los tres comenzaremos de nuevo. —Dijo Gustav, el único chico que había sobrevivido a la cacería y que al verse sólo no le quedó de otra que regresar con Viggo.

Hikke no respondió, sólo miraba con tristeza a su alrededor, sintiendo que todo su esfuerzo había sido en vano, cuando Gustav se fue a ahuyentar a la multitud, vio de reojo que Viggo estaba de nuevo en ese teléfono público, de nuevo haciendo negocios con él.

Necesitaba algo o alguien que le dijera que todo estaría bien, realmente lo necesitaba, ¿pero quién? cerró los ojos tratando de concentrarse y escuchar la melodía que siempre lo guiaba, sus manos empezaron a rasgar las cuerdas, generando sutiles sonidos que poco a poco se convertían en una nueva melodía, lo único que por el momento podía aliviar su pena.

De repente, el sonido de una monedas cayendo en el estuche de su guitarra lo despertó, abrió sus ojos verdes para ver a que generosa persona le había gustado su melodía, encontrándose con un hombre con ropa color oscura, una guitarra colgada a la espalda, de cabello castaño y ojos tan verdes como los de él.

—Buen sonido chico. —felicitó Hiccup con una sonrisa.

Continuará...

Y hasta aquí le corto, ya casi esta el final!!!!

#Katniss Sakura.

Escuchando a tu destinoWhere stories live. Discover now