Parte 11

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La noticia de su padre la tomó por sorpresa, tenía sentimientos divididos, recuerdos de la infancia donde ella y él eran felices y muy unidos después de que su madre muriera; el como la motivo a no abandonar sus sueños musicales, un gusto que ambos compartían.

¿Cuándo cambió todo eso?

Cuando llegó el momento de crecer.

El enamorarse de Hiccup le abrió las puertas a un mundo diferente, amigos, diversión, amor, alegría, sentimientos sanos y que eran tan iguales a los gratos momentos que pasaba con su padre, pero a la vez tan diferentes pues el amor que sentía por Hiccup no se comparaba con el de él.

No le había gustado cómo había terminado todo, después de que huyó y se fue a vivir con Heather estuvo escondiéndose, tiempo después él dio con ella, y cuando le suplicó que regresara a casa ella le dio un rotundo "No" y se negó a verlo, aun así su padre se mudó a la misma ciudad, no tan cerca para darle su espacio y le hablaba de vez en cuando, de la música, ya no le volvió a insistir; a raíz de la perdida de sus bebé también hubo una separación entre ellos, una relación rota que no podía arreglarse.

—Por aquí señorita Hofferson. —indicó la enfermera hacia la puerta donde reposaba su padre.

Con cuidado, la rubia entró, viendo a su progenitor descansando en la cama, pálido y débil. Le dolió verlo así, era su sangre después de todo.

—Astrid. —susurró este al verla en el umbral. —Viniste...

—Tranquilo. —con pequeños pasos se acercó a él.

—Mi testamento... está en el cajón del escritorio... aunque de seguro sabes que todo te lo dejé a ti...

—Papá... no digas eso... no te rindas. —pidió sentándose en la cama.

—No hija, es lo que me merezco. —gimoteó. —Lo que te hice...

—Ya todo pasó. —trató de confortarlo a pesar de que aún no podía olvidar el pasado.

—Es que... ese bebé...

El que lo mencionara le acongojó el corazón. —No sigas.

—No, es importante que lo sepas. —insistió el Sr. Hofferson. —Ese bebé te pudo hacer daño... por eso es que tomé una decisión por los dos.

El comentario desconcertó a la rubia. — ¿Qué?

—Hice lo que pensé que era correcto, eras tan joven, ese muchacho... el padre, no quería que terminaras con un vago como él y el bebé sólo te haría recordarlo y te quitaría muchas oportunidades, el mundo que siempre soñé para ti.

— ¿Papá?... ¿qué estás tratando de decirme? —Preguntó recelosa.

—Lo siento Astrid... di al bebé en adopción.

La noticia le cayó como un balde de agua frio. ¿Su hijo? ¿Aquel pequeño al que llevaba llorándole 10 años estaba vivo? ¿Lejos de ella? ¿Su propio padre se lo había arrebatado? Llevó una mano a su pecho pues pensó que se le saldría de tan rápido que latía, luego miró a los ojos al causante de todo el dolor que la acompañaba desde hace muchos años.

— ¿Cómo? —preguntó incrédula.

—Estuviste adormecida después del parto... sólo llené las formas y... falsifiqué tu firma... además que unos contactos me ayudaron.

—Papá. —suspiró entre lágrimas tratando de contener todos los sentimientos que se acumulaban en ella. — ¿dónde está?

—AA..astrid.

Escuchando a tu destinoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant