EPILOGO

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Epilogo.

El concierto había terminado, después del discurso final y despedida de la coordinadora del evento, la gente se empezó a marchar poco a poco, al igual que los músicos, los únicos que se quedaron en el lugar fueron Hiccup, Astrid y Hikke, que desde que sus miradas se encontraron no las habían apartado.

También estaba Heather, quien encontró a su amiga con la mirada antes que su marido y hermano, quienes estaban agotados por estar buscando a Astrid por todos lados.

De lado del parque, Tannlos y compañía apenas llegaban, sorprendiéndose de que Hiccup se hubiera encontrado con su amada, aunque no entendían porque se le quedaban viendo al niño que reconocieron como el chico del parque. Gustav también estaba cerca, recargado sobre un árbol, deduciendo por sí mismo que su amigo había encontrado lo que tanto había buscado, se alegró por él y se iría, cuando de repente sintió que alguien lo jaló del brazo y lo llevó hacia un lugar apartado y oscuro del parque.

Una vez despejada el área, Hiccup y Astrid pretendieron ir con su hijo, pero este se adelantó y tímidamente bajó del escenario para acudir con ellos. Estaba tan nervioso que jalaba con insistencia el saco del elegante smoking. Al llegar con los adultos se paró frente a ellos a un metro de distancia.

Astrid contenía su emoción, quería lanzarse a él y apretarlo en un abrazo, aunque pensó que sería demasiado ruda cuando se apenas se acababan de conocer.

—Eh... ustedes...—titubeó Hikke, a pesar de sentir que ellos eran sus padres tenía la necesidad de preguntar.

Astrid se hincó para quedar a su altura. —Debes de tener muchas preguntas ¿verdad? Bueno... deben de tener muchas. —corrigió mirando a Hiccup.

Este asintió, también intrigado del por qué aparentemente todos estaban separados.

—Sí... eh...

—Me llamo Astrid. —se presentó gentilmente. —Y sí... yo... soy... tú mamá. —dijo con pesar, sintiendo que no podía tener aquel título si nunca había fungido como tal. —Lo siento. —Expresó con arrepentimiento, empezando a llorar. —Perdónenme los dos.

—Astrid...—Hiccup se puso a su altura y pasó su brazo alrededor de su espalda para consolarla. —Cualquier cosa que haya pasado sé que no fue tú culpa.

Hikke sintió su dolor, así como lo había sentido con su música, no creía que su madre lo hubiera abandonado, algo debió haber pasado, así que al igual que Hiccup se acercó.

—No llores por favor. —pidió melancólicamente. —Hicc... es decir... pa-pá... tiene razón. —Dijo con un sonrojo en las mejillas por haber pronunciado aquella palabra: "Papá".

Hiccup también se sonrojó, había alucinado con el día en que en un hijo le dijera papá, aunque claro que se lo imaginaba cuando este fuera un bebé, pero daba lo mismo, el sentimiento fue el mismo.

Astrid levantó la mirada, viendo a sus dos comprensivos hombres, se limpió las lagrimillas, dispuesta a empezar de nuevo. — ¿Puedo darte un abrazo? —pidió al niño.

Este con timidez asintió y se lanzó a los brazos de su madre, sintiendo por primera aquella calidez que tanto había deseado, así como su gran fuerza. Astrid lo apretó temiendo que se le fuera a ir, pero en cuanto sintió que Hiccup los rodeó a ellos supo que ni a ella la dejarían ir.

Mientras tanto, Tannlos y compañía seguían sin entender y Heather tras bambalinas brincaba de la emoción junto con su esposo y Dagur.

La familia reunida, antes de proceder con todas las presentaciones se llevaron a Hikke a los vestidores para poder platicar y explicarle algunas cosas, claro que tuvieron que pasar por la supervisión de Gobber y los maestros del niño, quienes no creían tal coincidencia, pero de las que no le quedó duda, más al ver el parecido de Hikke con su padre.

Escuchando a tu destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora