Parte XXII

759 86 12
                                    

                  

Hikke pensó que ser compañero de Viggo lo llevaría a su destino; en un inicio el hombre había sido bueno con él, le daba instrumentos, lo aconsejaba, le daba parte de las ganancias que bien a él no le importaban, le contaba historias, le puso un nombre artístico: "Ryker Grimborn", en honor a su hermano, lo llegó a considerar su amigo.

Pero todo eso cambiaba, entre más ganaba y más se hacía popular más quería Viggo para su propio beneficio, recordó que cuando lo llevó a tocar en una plaza, el hombre había estallado en furia al no ser pagado con la cantidad que él creía merecer, eso lo ponía de mal humor y lo hacía desquitarse con los demás chicos y con él.

—500 dólares o nada... el chico es un prodigio, ¡créeme que lo vale!

Y ahí estaba otra vez, esperándolo con guitarra en mano mientras Viggo hacía negocios con su persona, lo empezaba a frustrar, tanto que para sacar aquel sentimiento de presión, tocaba y tocaba con más euforia, rogando entre las cuerdas que apretaba que sus padres pronto lo encontraran.

—No tendrás problemas, soy el manager del chico.

"Aún no lo convence" —pensó el chico. No era para nada raro, siendo menor de edad no podía tocar en los bares como Viggo trataba de imponerle.

— ¡Claro que no! ¡No hay padres! Soy su tutor.

"¿Cómo se atreve?" —enfureció discretamente y tocó con más euforia la guitarra, claro que tenía padres, él los podía escuchar.

— ¡Vete al demonio!

"Negocio cancelado"

— ¡DEJA DE TOCAR! —regañó Viggo arrebatándole la guitarra.

— ¡Pero necesito hacerlo! —protestó Hikke levantándole la voz.

Para el hombre de negocios no pasaba por desapercibido que su minita de oro se iba dando cuenta de la realidad, aun así, no lo dejaría ir, era demasiado valioso para sus bolsillos.

— ¡YO DIRÉ CUÁNDO, DÓNDE Y A QUÉ HORAS TOQUES! MUCHACHO ESTÚPIDO.

— ¡No! Debo seguir tocando... para que mis padres puedan escucharme

Viggo se burló ante la persistencia del niño y más con la absurda idea que pensó que ya se había sacado de la cabeza.

—Escucha niño, te seré sincero. ¡TÚ- NO-TIENES- PADRES!

— ¡Claro que sí los tengo! —refutó Hikke con la voz entrecortada.

—No los tienes...¿y sabes por qué? —Preguntó Viggo con malicia en sus ojos—Porque están muertos.

Le arrebató la guitarra, lo tomó del brazo y lo arrastró con él al teatro abandonado. Hikke ya no dijo nada, en toda su vida no se había sentido tan derrotado, empezó a odiar la música, como a Viggo y lo peor es que empezaba a perder la esperanza.

.

.

.

Después de haber roto con Wendy, Hiccup se había decidido: Volvería al mundo de la música.

Renunció a su trabajo y desempolvo su guitarra, al hacerlo encontró una fotografía de Astrid y él, la que su hermano le había tomado cuando ambos se habían quedado dormidos después de hacer el amor.

—Que buena fotografía. —admiró Tannlos. — ¿Y ya te decidiste también? ¿La buscarás?

—Por supuesto... sólo espero que no sea demasiado tarde. —Respondió el castaño guardando la foto en su bolsillo. — ¿Pero cómo la encuentro? ¿Crees que deba contratar a un detective?

Escuchando a tu destinoWhere stories live. Discover now