Capítulo VI - "Limbo Infinito y Abismo Profundo"

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- ¿Le agradó el desayuno señor Jack? - Dijo Etty cuando comenzó a retirar los restos de éste.

Le había traído té con galletas saladas, mermelada y queso para cortar el dulce, acompañado por una variedad de frutas de diversos colores y sabores.

- Delicioso en verdad. Muchas gracias. - Contestó Jack sonriente después de haber bebido el último sorbo de té que quedaba.

- No tiene que agradecer señor. - Replicó ella antes de llevarse los platos sucios a la cocina para que los lavasen.

El día era encantador y el ambiente era fresco y rejuvenecedor, un sonido similar al canto de las aves retumbaba entre los arboles haciendo que todo se sintiera relajante. Agradecía que ese hermoso lugar estuviese protegido por el mismo campo de fuerza que el resto de la mansión ya que, de no hacerlo, las plantas y todo ser vivo en esa zona, se secaría debido al calor abrazador del ambiente exterior.

De repente, todo se tornó en silencio, ni el viento se atrevía a soplar, no tardó mucho en notar la presencia que lo causó, logrando reconocerla fácilmente cuando esta se materializó a sus espaldas.

- Tiempo sin verte... Samurái... - Dijo una voz familiar que le trajo recuerdos de una vida que una vez logro olvidar.

- Aku... - Dijo Jack levantándose de la banca lentamente y volteándose para ver la figura estoica de quien fue una vez su rival. - ¿Qué haces aquí?

- He muerto, ¿recuerdas? Y mi comportamiento no fue de alguien que mereciera el cielo. - Decía el demonio mientras rondaba de un lado al otro, sonriendo macabramente.

- Eso no fue lo que pregunté... - Replicó Jack sin inmutarse por sus acciones y viéndolo fijamente a los ojos.

- No eres divertido... Aunque nunca lo fuiste... En fin, vine a buscar algo que se me prometió... Tú hijo. - Dijo el demonio dejando escapar la riza más horripilante que podía haber puesto nunca.

El cuerpo de Aku comenzó a convertirse en una ráfaga turbulenta de niebla negra y, velozmente, embistió contra Jack.

Pero él no se inmutó, calmadamente cerró los ojos y, cuando el demonio se encontraba a pocos centímetros de él, un rápido movimiento de su mano hizo que la niebla se disipara y desapareciera fugazmente.

- Interesante... - Dijo Mandy después de dejarse ver de detrás de un gran roble que se encontraba a corta distancia. - Pudiste distinguir la ilusión. Me impresionas, para ser un humano... Supongo que la protección que llevas es más fuerte de lo que esperaba.

- ¿Por qué hizo eso... Señora? - Preguntó Jack cuando se relajó un poco, dando una pequeña y respetuosa reverencia.

- Por favor, menos formalismos, ya tengo suficientes sirvientes que me dicen así y apenas tengo veintiocho años. - Dijo ella un tanto irritada.

- Está bien. - Contestó Jack sonrientemente.

- Volviendo al punto, Eris tiene el poder de manipular la mente de los hombres. - Dijo ella mientras se acercaba a él. - Estoy segura que intentará engañarte en cuanto tenga oportunidad. Por eso cree esa ilusión, quería ver si eras capas de enfrentártela.

- Entonces de eso se trata el entrenamiento.

- Una parte al menos. En lo que a ti respecta, en la siguiente parte debes aprender a defenderte de esas ilusiones sin entrar en conflicto con estas ya que, a diferencia de las mías, ellas si pueden hacerte daño.

Mandy comenzó caminar en dirección hacia el interior, haciéndole señas a Jack para que la siguiera. Al cabo de unos minutos, ambos se encontraban caminando en un largo y amplio pasillo, el papel tapiz rojo y negro, junto con la alfombra de los mismos colores, contrastaba ampliamente con el vestido azul zafiro con encaje negro que ella traía puesto.

Un Pequeño MilagroWhere stories live. Discover now