Capitulo #13

3.1K 134 15
                                    

            Viernes 3 de Octubre de 2013.

Las cosas no estaban muy diferentes que ocho días antes. Había llegado a la conclusión que quería a Ryan como un amigo. El se había portado maravillosamente bien conmigo, habíamos salido en bastantes oportunidades, pero cuando quiso hacer un movimiento conmigo le aclaré que tenía suficientes líos con el sexo opuesto para involucrarme con alguien más. Para mi suerte, el rubio había captado mi negativa con una sonrisa y había dicho que estaba dispuesto a esperar el tiempo suficiente y que quería ser mi amigo. Las cosas no podían salir mejor para mi en ese caso.

SIn embargo, no todo era de color de rosas; Maureen me había mostrado la foto —por demás comprometedora— de Cory. El estaba con el rostro metido en los senos de una mujer rubia que se mostraba extasiada por la conducta de mi casi-novio. En el momento que la ví me puse a llorar y no me quedó otra opción que contarle a mi mejor amiga que entre Cory y yo había algo. Maureen había sido muy comprensiva, pero tenía la impresión de que internamente quería propinarme una cachetada. Estaba muy orgullosa del comportamiento de mi mejor amiga, porque estaba actuando como una. En cambio el hecho de que yo le había ocultado algo de tal magnitud como una relación hablaba muy mal de mi persona.

En cuanto a Ian, de vez en cuando lo sorprendía mirándome, pero estaba segurisima de que solo era una mera coincidencia. Por mi parte, sentía que no podía avanzar con la apuesta, no había excusa válida para acercarme y entablar una conversación con él. De modo que me quedaba sentada mirando como Gwen hacía de las suyas. La rubia llegaba a clases vestida como si fuera a una pasarela. Se veía como una prostituta. Aún así conseguía miradas lujuriosas de todo hombre en el salón. Temía encontrar a mi profesor mirándola, porque por más que lo negara, sabía que a alguna parte de mi le rompería el corazón. Seguía sosteniendo que me perdía en sus ojos solo por la bendita apuesta, pero era consciente que no era tan así tampoco. Lo miraba porque… me atraía.

Me encontraba sentada en mi silla, tamborileando en el pupitre con los dedos, mirando como mis compañeros entraban en el salón, sin cosa más interesante que hacer. Esperaba ver llegar a Maureen, pero llegó mi nemesis. Gwen llevaba una ajustada pollera que apenas llegaba a cubrir su trasero, una camisa con un prominente escote. Detrás de esta venía Paul, que no tardó en posar su vista en el trasero de la rubia. Rodé los ojos y miré al pizarrón. Ian y sus deslumbrantes ojos celestes se cruzaron por el punto que intentaba mirar. Una sonrisa involuntaria se posó en mis labios. ¡Este es tu momento! gritaba una vocecita en algún lugar recóndito de mi cabeza. No sabía con seguridad que decir, entonces me decidí por lo seguro.

—Por fin es viernes—comenté logrando que el pelinegro me mirara—. Semana extenuante ¿verdad?

Una media sonrisa apareció en su rostro, que hizo a mi corazón aletear. En el hipotético caso que los corazones aletearan ¿verdad?

—Si, realmente agotadora, a decir verdad—reconoció—. Por suerte llegó el fin de semana

—Lo mismo pienso—me encogí de hombros—. Ya quiero aplastarme en el sillon a mirar una maratón de películas cliché.—reí ante lo patético que sonaba ese comentario.

—Yo pensaba salir a navegar...—contó él, y pude ver el brillo soñador en sus ojos— Bueno, tengo que empezar con la clase, espero podamos hablar luego—dijo como al pasar, demasiado rápido como para poder asimilar el peso de sus palabras, que escondían una promesa: que íbamos a hablar luego. Por más tonto que pareciera, después de una semana y media pensando que él no se fijaría en mí, eso era una muy buena noticia. Todavía tenía oportunidades contra la rubia.

****

Ian había estado un poco distraído. Fue uno de los primeros en irse al sonar la campana. Parecía perturbado y me frustraba no saber el porqué. Aunque, claro, el “porqué” podría ser yo. Me inclinaba más a la idea de que él no quería hablar conmigo, por motivos a los que era ajena, y había salido pitando del salón tan rápido como sus pies se lo permitieron sin llegar a correr.

Mr. & Mrs. Somerhalder |en pausa|Where stories live. Discover now