- Capítulo 19 -

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Por la puesta de sol se dirigían de vuelta a casa sumergidos en un incómodo silencio. Dan luchaba por ocultar su mal humor mientras que Eric caminaba con los ojos fijos en sus zapatos. Estaba tan absorto en sus pensamientos que Dante tuvo que sacarlo del camino de postes, señales de tránsito y varias personas para que no acabara tendido en el suelo con una concusión.

El chico más bajo habría preferido hablar de lo que fuera pero dudó ser capaz de abrir la boca sin escupir una sarta de maldiciones; además, Eric no se veía exactamente en condición de llevar el hilo de una conversación coherente.

Habían recorrido alrededor de la mitad del camino cuando viraron en una esquina de los suburbios y vieron un auto familiar bajando por la calle. El vehículo se detuvo junto a ellos y el conductor les lanzó una mirada severa.

-¿Papá?

Ciertamente, James Henson volvía a casa después de hacer el súper cuando, para deleite de ambos chicos, se presentó como un regalo enviado de quién sabe qué dios benigno ofreciendo un aventón a casa. Al volver de el laberinto de su mente, Eric consideró negarse a estar en el mismo auto que el hombre -recordando su último encuentro y la clara muestra de disgusto hacia él- e inmediatamente declinó, pues Dante ya le estaba empujando en el asiento de atrás y cerrando la puerta.

Los tres se mantuvieron en estricto silencio, guardando las pocas palabras para dirigir a James a la casa de los Richmond. Más de unas cuantas veces Eric apartó la mirada de la ventana hacia el parabrisas para encontrar al padre de Dan mirándolo con antipatía en el espejo retrovisor y sintió que se le hundía el estómago. Una vez llegaron, Eric tuvo que luchar contra el impulso de ofrecer el más mínimo apretón a la mano de Dan antes de agradecer al Señor Henson, desearles una buena noche y apearse del vehículo.

-Aún no me gusta ese tipo -, James casi gruñó tan pronto como la espalda de Eric hubiera desaparecido tras la puerta.

-No tiene que gustarte -señaló Dan con completa compostura, como si esa fuera la mayor verdad del universo. El hombre puso el auto en marcha de nuevo.

-Por supuesto que sí. La palabra del padre es absoluta cuando se trata de noviazgos.

-¿Sí? Bueno, nunca tuviste problemas con Beth.

-Beth es una chica muy dulce.

-Ella me engañó.

El hombre ojeó a su hijo en el espejo para encontrar a Dante observándole atentamente. James miró de nuevo a la carretera.

-...No veo por qué él es mejor que ella.

Las cejas de Dan se crisparon-. Papá, no te ofendas, pero por enésima vez. Eric es mi alma gemela -. El chico arrastró las sílabas un poco en las dos últimas palabras para dar énfasis-. No es una especie de capricho que tuve un día. Las cosas sucedieron y estoy bastante contento con ello.

«A pesar de que no me dirá qué le pasa, aún si le rogara».

-Pero han estado saliendo por dos meses. Es un chico. ¿No es hora de que abras los ojos?

-No. Dos meses no es suficiente tiempo para nada. Toma a Beth, por ejemplo. Salimos por casi un año y, adivina qué, la encontré en una cafetería besuqueándose con otro tipo. Fui un estúpido por creer que alguna vez me quiso cuando vine a descubrir que esa no era la primera vez que tenía esa clase de... experiencias con otras personas mientras se llamaba a sí misma mi novia.

-Tenían catorce.

-¿Y? ¿Eso lo hace menos una falta de respeto a mi persona o mis sentimientos?

-Sólo tienes dieciséis -. El hombre suspiró y cambió la posición de sus manos en el volante, sujetándolo con más fuerza.

-¿Cuando fue que conociste a mamá?

Amo a mi bully.Where stories live. Discover now