Capítulo 6

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NARRA EL ASESINO

            Hace ya 2 años que se ha ido, la extraño tanto, la extraño como si fuera que ayer hubiera sido el día en que ha partido, pero aún más inclusive, porque ahora mas que nunca se, que murió por mi culpa.

           El dolor me recorre el cuerpo, otra vez, como cuando el tiiiiii se hizo eterno y nunca dejó de sonar aquel marca pasos, ese sonido ensordecedor, encubrió la voz de ella para siempre, pero sus ultimas palabras siguen resonando en mis oídos, en mi corazón, y en mis lágrimas cada vez que caen:

                        "-Papi, yo si te quiero...."

           Esa fue su partida, así, las palabras del pasado rebotan, rebotan y rebotan y nunca se detienen, cuando la culpa por algo que hicimos o en este caso que yo no hice, sigue allí. 

Basta Arturo, Margaret a muerto hace 2 años, eres un hombre, deja de llorar y superalo. 

           Eso es lo que diría mi padre si estaría vivo, hoy quisiera que fuese así, aunque en ese entonces, no me lo creyera. Estaba tan dolido por las heridas del pasado que me casé para huir de él, un viejo decrépito que estaba en sus últimos días. Se que es horrible lo que hice, y no tengo excusas, en el momento pensaba que eran buenas, pero ahora se que no hay excusa para olvidar a nuestros seres queridos.

           Me casé con la primer desesperada que me encontré, no nos amábamos, pero era mi única escapatoria; a parte, era muy buena para darme lo que me gustaba, ¿se entiende? ¿No? bueno, al cabo de 3 meses ella me dice que iba a tener una beba, me puse de lo más contento, porque por fin podría darle a alguien de mi sangre lo que el viejo decrépito de mi padre pudo darme, amor. Claramente un pendejo de 19 años no sabía lo que realmente significaba el amor, pensaba que con darle las cosas que quería bastaba, como resultado, obtuve una hija de 5 años desobediente, maleducada, agrandada y grosera. Creí que esto se iba a solucionar con golpes, se movía 5 cm del lugar de donde la deje, castigada. Contestaba, paliza. la maestra me citaba, y la "educaba", o eso creía que hacía.

           No me mal interpreten, la amaba, demasiado, pero no sabía como demostrárselo. Pase de darle todos sus caprichos, a ser un "educador como Dios manda". 

          CÁNCER, Margaret enfermó terriblemente a la edad de 9 años de leucemia, era insoportable verla acostada en la terapia intensiva, no verla con su piyama por las noches en su cama abrazada a su osito, ver su cabeza desnuda en lugar de su hermoso cabello rubio, no verla tirar la comida al medio día como un crío. Por lo tanto me ausente, mi esposa era muy buena con eso, fue una madre ejemplar los 9 años de vida de nuestra pequeña, y estos meses no fueron la excepción. 

          Para ella fueron meses duros en los que su pequeño y débil cuerpo debía luchar con la quimioterapia, meses insoportables para mi en los que no podía ni verla. El medico nos dijo que era imposible que se recuperara, que la quimio le estaba haciendo el mismo mal que el cáncer; nos dijo que la llevemos a casa para que muriera allí, y desocupemos la camilla para los niños que en verdad lo necesitaban.

           Fue allí mismo, en el mismo hospital, en la misma habitación, en el mismo segundo en el que me llamó mi hijita. Y dijo las desgarradoras ultimas palabras.

                        -Mami, cuida de papa

                        -Lo prometo.

                       -Papi, yo si te quiero.- tiiii

Ese es el día en que considero que morí, ese funeral fue el mio, esa tumba fue mi cama, esa tierra era lo que me cubría, esos cascotes cayendo arriba del cajón eran mi tortura. Yo ya estoy muerto, no quiero que se concentren en mi, quiero concentrarme en jóvenes como vos, que no saben lo que es el amor y no saben que es amar.        

Una tumba sin nombre (#Wattys2016)Where stories live. Discover now