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Esperó hasta que Dipper se quedara dormido para salir e ir al pueblo, debía ayudarlo, le dolía ver como su pequeño Pino sufría y nadie hacía nada para repararlo.

Conseguiría por sí mismo las pieza que fueran necesarias para ayudarlo, Dipper había hecho eso por él en el pasado y era momento de que le agradeciera haciendo lo mismo.

Camino por las oscuras calles hasta que oyó algo; voces. Fue hacia la dirección de donde se oían y ahí vio a varios jóvenes, parecían ebrios pero podían funcionar.

(...)

La hora de visitas era temprano ese día por lo que pusieron la alarma para poder llegará tiempo, no querían perder ni un minuto para estar con su sobrino.

Llegaron al hospital y tomaron el ascensor, ya sabían cual era el piso de la habitación de Dipper por lo que oprimieron el botón que les llevaba y esperaron.

Al llegar al piso cuatro caminaron por los pasillos hasta llegar a la habitación deseada donde estaba internado su joven sobrino. Pusieron su mejor sonría y abrieron la puerta.

La mirada de ambos cambió a una de completo horror, la cama estaba llena de color carmín al igual que las paredes y el suelo. Bill estaba a un lado de Dipper lleno de sangre y sosteniendo una aguja.

Sus ojos se dirigieron al cuerpo del castaño que tenía arrancadas sus extremidades las cuales se hallaban tiradas en el suelo. En su lugar estaban brazos y piernas de completos desconocidos cocidas a su pequeño cuerpo sin vida, así como también sus ojos y el corazón.

- Conseguí piezas nuevas y reparé a Pino. - Les dijo Bill con una sonrisa en su rostro lleno de felicidad.








Mi muñecoWhere stories live. Discover now