Otra vez aquel chico

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—Gem, esta tarde voy a salir con Adam. —Me avisó Annie.

—¿Otra vez? ¿Pero vas a estar esta noche aquí? —Pregunté.

—Sí, otra vez y sí, voy a estar aquí a la noche —Contestó.

Miré hacía mi izquierda y bufé.

Pues vaya tarde más aburrida voy a tener...

Al llegar la tarde, Adam le dijo que pasaría por ella en dos horas así que lo que hicimos en todo ese tiempo era elegir el mejor atuendo para la cita con ese chico.

—¿No crees que este chaleco me queda mejor que el otro? —Me cuestionó.

—Eh... Bueno, sí, pero esta tarde va a hacer frío y no creo que eso ayude a quitarlo. —Le respondí.

—Va, no creo que vaya a hacer tanto. —Se miró al espejo.

Yo ya me estaba aburriendo, daba igual lo que yo le dijera, ella siempre se ponía al final la ropa que escogió en un principio. Miré hacia mi derecha y solté un bufido.

—¿Y ahora que te pasa? —Cuestionó Annie.

—Que nunca vas a cambiar, eso pasa. —Me levante y bajé las escaleras y justo llaman a la puerta.

Ese debe ser Adam, pensé.

Abrí y efectivamente, era Adam. Vestía con un chaleco simple, azul cielo y unos vaqueros oscuros.

—Hola —Me saludó con una sonrisa.

—Hola —Le devolví el saludo.

—Parece que aún no nos hemos presentado —Dijo con una sonrisa —Soy Adam, Adam White.

—Yo soy Gem, Gem Lee. —Le estreché su mano.

—Encantado de conocerte. —Dijo Adam.

—Lástima que yo no puedo decir lo mis...—Me interrumpió Annie.

—¡Adam! —Corrió hacia él y se abrazaron, Annie me miró con mala cara.

—Bueno, espero que lo paseis muy bien. —Dije de mala gana.

—¡Gracias, Gem! —Annie me besó en la mejilla y se fueron.

—Que mal me caes, Adam. —Le dije a la puerta, pues el ya había salido por esta.

Después de una hora haciendo el vago y aburriéndome al máximo pensé en dar una vuelta por el parque, así que me puse una bufanda y me dirigí hacia allí.

Mientras estaba andando, miraba las hojas de los árboles que estaban cayéndose por el otoño, que se aproximaba y un viento fuerte apareció en ese momento haciendo que me aferrara más a mí misma. En estos momentos ya me estaba acercando al parque y pude visualizar a muchos niños corriendo y jugando por ahí, mi visión en especial se enfocó en dos niñas pequeñas que estaban en unos columpios riéndose, porque me recordaban a Annie y a mí cuando éramos pequeñas, estábamos siempre muy unidas, como siempre, recuerdo que cuando teníamos 13 años prometimos de mayor vivir juntas y hace 2 meses cumplimos la promesa, cuando la mejor universidad de Alemania nos aceptó a Annie y a mí hace 2 meses y mi madre y la suya estaban tan orgullosas de nosotras que nos compró una casa cerca de la universidad y desde entonces estábamos más unidas aún que antes, pero desde que conoció a Adam se ha distanciado un poco de mí y eso me irrita a veces.

Me senté en un banco de aquel parque, saqué un paquete de galletas y empecé a comerlas.

Me llevé sentada cerca de media hora cuando ya estaba anocheciendo me iba a levantar para irme a mi casa cuando aparece aquel chico de amarillo, de espaldas otra vez, se veía desorientado, iba a ir hacia él pero rápidamente se va a aquel bosque, también como la otra vez. Tenía curiosidad de por qué entraba a aquel bosque así que decidí seguirle.

Vale, tal vez no está bien seguir a las personas y espiarlas pero... Ese chico ha empezado a despertar mi curiosida.

Me dirigí dentro del bosque, estaba a espaldas a él pero a una distancia moderada, no me podía ver fácilmente ni yo a él, gracias a la abundad de árboles que había.

Estaba ya muy lejos de mi casa, o eso creía así que giré mi cabeza para ver si podía ver al menos un poco de la ciudad desde aquí.

¡No se veía nada! Mierda, ¿Ahora cómo regreso?

Cuando giré mi cabeza hacia donde antes se encontraba aquel encapuchado chico, ya no estaba.

Es lo que me faltaba, encima de perdida, sola.

Miré alrededor de aquel bosque y empecé a caminar hacia algún rumbo desconocido esperando un milagro a ver si por suerte encontraba la salida.

En un momento mi pie se enredó con una rama y me caí, grité por el dolor, me había rajado la pierna con una rama y cuando iba a levantarme escuche unos pasos detrás de mí, giré mi cabeza y una pistola estaba en frente de mí, la sujetaba alguien con una capucha amarilla, tenía un pasamontañas, sus ojos estaban dibujados, dos círculos rojos y también tenía una boca del mismo color, formando una cara triste.

—¿Vas a ma... Matarme? —Tartamudeé.

—No, antes quiero saber ¿Por qué me estabas siguiendo? —Me preguntó en un tono muy frío.

Así que ese era el chico... ¿Y cómo sabía que le estaba siguiendo?

—Eh... Yo... Yo... Pues... Sólo tenía un poco de curiosidad. —Dije.

Él se quedó un rato parado aún con la pistola apuntándome amenazante, hasta que pasaron unos segundos que a mí me parecieron horas y bajó el arma.

—Pues no te metas en asuntos ajenos si no quieres que te mate.

Esas palabras me dejaron aún más paralizada de lo que ya estaba, aquel chico giró su cabeza y siguió por su camino, cuando ya lo perdí de vista me levanté con ayuda de un árbol e intenté llegar a mi casa.

Entre el miedo y el dolor tardaría mucho en llegar, Annie se preocuparía mucho por mí.

...

Cuando llegué, Annie se encontraba en la puerta con su pijama puesto y su pelo negro recogido en un moño.

—¡Gem! ¡¿Dónde te habías metido? He estado muy preocupada por ti. —Me gritó mi amiga.

—Solo fui al parque y entré al bosque que hay cerca pero me caí y por eso tardé en llegar. —En parte era verdad.

Annie me abrazó y yo le correspondí al abrazo.

—La próxima vez me coges las llamadas.

¿Qué llamadas? Yo no escuché ninguna.

—Annie, no he escuchado ninguna llamada.

—¿Cómo que no? Te he llamado miles de veces.

Saqué mi móbil de mi pantalón y efectivamente, tenía 20 llamadas perdidas de Annie.

—Anda, entremos adentro y curemos tu herida.

Miré a mi alrededor para ver si ese chico me seguía pero no era así y entre a dentro de mi casa.

☆☆☆☆☆

Subo cada dos días.

Encapuchado『Hoodie』Where stories live. Discover now