Capitulo 5.

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No paraba de sonreír como un lunático y me daba mucho pavor introducirle mis fervorosos y ardientes deseos en la cabeza de Niall.

Estaba claramente consciente de aquella fuerte atracción química y biológica que sentía por el Horan menor, lo tenía bastante claro como para darme cuenta que era una de las locuras más poéticas y estúpidas de mi incorrecta e inapropiada vida, pero simplemente el ver la cara de aquel rubio nublaba toda coherencia en mi subconsciente, no había razón, no había tiempo para pensar. Solo aquellas hormonas que aún era capaz de generar salían a flote en cada de una de las caricias que podía apreciar de mi musa de no más de 14 de años de edad.

Los días de aquella semana pasaron tan rutinarios, pero tan gratos que no podía ver el tiempo correr tras mi reloj que anunciaba que día a día una jornada había acabado. Pero también tenía mis trucos, solía dejar la puerta de mi habitación abierta, esperando ser el pescador que se llevara el regocijo de haber atrapado al pez gordo. Niall dejaba la puerta semiabierta por lo podía ver el revoloteo de sus frágiles y blancas extremidades balanceándose de un lado para otro como una bella ave en primavera. Aunque, para mi mala suerte, el dejar abierto el portal de mi mundo de la "escritura de mi libro" hacia que atrapara otro tipo de peces, uno bastante molesto, a decir verdad.

— No molestes, yo se lo llevare al señor Payne.— susurrante y esperada Horan, que le dirigía sus comentarios a la muchacha de servicio que se encargaba de llevarme el desayuno hasta mi recamara cada mañana. Obviamente, sin tener que mirar o asomarme podía escuchar los susurros -que eran gritos dichos en voz baja- de la señora Horan, quien antes de tomar la bandeja se acomodaba su cabello y sonreía de tal forma que se le viera espectacular a primeras horas del día.

— Buenos días señor Payne.— removió mis lentes tratando de no mostrarme lo harto que estaba que todos los días hiciera lo mismo. Era como una grabación que tenía en mi memoria: Tomaba la bandeja que contenía los alimentos con la mano izquierda, y con la derecha se apoyaba en el marco de la puerta mientras deslizaba sus dedos para hacer bajar su mano por la misma, mientras cruzaba su pie derecho delante del izquierdo haciendo un ruido con la punta del zapato sobre la madera mientras abría mas la boca en una forma perturbante y sensual presumiendo el labial intensamente rojo que se ponía. — Vengo a traerle el desayuno. — mientras asentaba el material sobre mi escritorio interrumpiendo mi horario de trabajo, trataba de pronunciar cada silaba de forma clara, lenta y baja. Esto era caracterizado en las féminas como "el coqueteo".

— Gracias. Déjelo en la mesa lo comeré en un momento— dije mientras mi rostro automáticamente esbozara una falsa sonrisa y tomaba mi periódico para tapar mi rostro e inmediatamente ella riera y taconeara hasta la puerta.

— Llámeme si necesita algo. — y salía caminando mientras el ruido de sus tacones bajaba por los escalones hasta la planta baja.

Así eran todos los días de la semana, y normalmente uno creería que así se comportaba de tosca y aparatosa la señora Horan pero tan solo daban las diez en punto y estaba golpeando sobre la habitación del pequeño duende que aún no se despertaba.

— ¡Niall Horan ábreme esa maldita puerta! — casualmente gritaba sin tratar de dar la vuelta, ya que como conté, la mantenía abierta para cuando esta se abriera.

El cerrojo giro y mi corazón escucho ese sonido y empezó a palpitar como si a dos centímetros estuviese.

— Te he dicho que tengo sueño.

Y ahí fue cuando su mirada conecto por una fracción de segundo con la mía y en toda esa fracción del segundo podía apreciar tanta belleza como un amanecer. Su cabello complemente despeinado, pero nada fuera de su lugar, sus ojos, aquellos parpados cansados que dejaban apreciar más sus finas pestañas y sus labios que pronunciaban cada letra como un dulce poema de amor en verano.

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⏰ Last updated: Sep 10, 2016 ⏰

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Mi Duende [Niam]Where stories live. Discover now