Capítulo 3.

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Sinceramente el resurgir de mi corazón hizo que nuevas emociones brotaran en mi cuerpo. mis pensamientos retumbaban en mi mente como un martillo sobre un clavo. Se me erizaba la piel constantemente y mis manos comenzaron a sudar y a tener frío. A pesar de mi mayoría de edad, todavía me enamoraba como una adolescente, dejando que el flujo de los sentimientos cayera sobre mi cuerpo desnudo inundado mis reflexiones con sentimientos vívidos.

Era un sábado. Apenas con tres días de haber pisado el lecho de los Horan. Una familia compuesta por una madre con ojos de carnívora enfundada en vestidos de la época con colores llamativos y su pequeño hijo, Niall. El nuevo fruto de mis suspiros, la causa de mi hambre. Tan sólo el hecho de mirar su melena rubia hacia que los poros de mi piel se excitaran de un forma descarada. Mis labios se coloraban y se sacaban pidiendo a gritos la union de los suyos en un acto de romance.

Yo sin mucho que hacer, miraba el diario sentado sobre los escalones que daban al patio trasero y frente a la entrada de la casa durante la preciosa tarde del verano con nubes ampliamente redondas y una brisa fresca y húmeda; sobre u  cielo amplio de color azul. Pero, no era más que un simple pretexto, para admirarle. Veía su silueta remarcarse sobre la sábanas blancas que tendía en la soga, y cada aspecto de su cuerpo hacia desear más de él. No se porque, si teniendo una criada, la indudable señora ponía a su hijo de catorce años a tender y a descolgar las ropas. Pero aún así, era una oportunidad que no debía saltar. El llevaba unas bermudas de color gris, combinado con una camisón blanco sujetado por un cinturón café con una hebilla de un color metálico. Niall, si tan sólo tuviera aquella valentía de hablarte y hacerte mio.

¿¡Pero que digo!?

¡El es tan sólo un chiquillo! Mis pensamientos coherente llenos de moral no permiten esto. Aquel ni siquiera sabe lo que es el amor verdadero, con tan sólo catorce años era el fruto de mi tentación. La manzana roja, en aquel árbol prohibido, moviendo su tersa piel con movimientos suaves y bruscos a la vez, mientras descendía la ropa seca; colocándola en una canasta. Sus ojos, aquellas gemas en las que me perdía, tenían tantas cosas que contar, que mis delirios no son capaces de expresar.

Bajada la ropa seca, y puesta en el cesto, camino hacia la entrada y mi pulso subió, se sentó en un escalón debajo mio y comenzó a tomar pequeños guijarros del suelo para aventarlos a una lata vacía. - ¡Ahí iba uno! ¡Fallo!- Oh, Dios mio. Mi pecado estaba sentado como si nada, sin saber las emociones que el provocaba con aquella seducción infantil -¡Iba el segundo! ¡Falló!- ¡Que maravilloso tormento! ¡Maravillosa piel, oh, maravillosa! -Iba el tercero... no podrás... no podrás... ¡Falló!- y con fastidio se levantó y me miró con una sonrisa pícara.

—¿Que tanto lees?

—Eh... sobre la epidemia que hay.— balbucee, pero al final dije la oración.

—Mmm... más te vale.— y tomo el cesto para luego subir los escalones y rozar su pie izquierdo con pierna derecha y sentir el contacto sobre la tela de mi pantalón de vestir.

¡Oh que castigo!

Y no era mentira, en la parte sur de Irlanda se había desatado una epidemia de gripe abdominal, que se había extendido por toda la región y las clases se suspendieron a causa de esto, hasta el final del verano. Dejando a un Niall sin clases y con mis deseos lujuriosos.

A pocos segundos de la desaparición del pequeño ángel tras la puerta, apareció la señora Horan de sorpresa con una cámara fotográfica entre las manos cegandome con la luz del flash que esta producía, tomandome una fotografía que no era de mi agrado.

En el atardecer de aquel día y sin nada que hacer, de mi maleta, saque un cuaderno y entinte una pluma para comenzar las notas que me llevarían al infierno. Era un cuaderno cosido, de hojas blancas forrado de cuero y con una pestaña para poner la pluma, acomode el separador, extendiendo el listón de color lila y me puse mis anteojos y comencé a escribir aquellas notas en forma de diario, en manuscrita. Mis pensamientos y mis deseos no tardarían mucho en ser encontrados.

Mi Duende [Niam]Where stories live. Discover now