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[Parte 1/2]

Narra Mangel

Comencé a conducir por aquellas calles de Madrid bajo el hermoso cielo teñido de colores pasteles que creaban en mí una sensación de tranquilidad inexplicable. Las luces de los numerosos edificios de la capital acompañaban en un armonioso conjunto el espectáculo natural que los transeúntes se perdían por estar sumidos en sus propios problemas.

Mis ojos volvieron a la carretera y suspiré pesadamente al recordar que yo también tenía problemas, recibiría una reprimenda por partida doble, primero de mi mejor amigo y luego de mi..., de mi..., bueno, de Rubén.

Por fin en mi campo de visión apareció el edificio dónde vivía Sergio y aminoré la velocidad hasta aparcar mi coche frente a las grandes puertas de la entrada principal. Salí del vehículo y refregué mis manos con algo de fuerza intentando promocionarme un calor que despertase a mis dedos congelados.

-- Vamos Mangel, de seguro no es nada - dije en voz baja pero inevitablemente aquellas palabras se fueron con la ráfaga de viento helado que chocó bruscamente en ese momento contra mi cuerpo.

Decidí entrar con pasos lentos hasta quedar parado en medio de la entrada principal del bloque de viviendas. Seguro que cualquiera que me viese pensaría que estaba haciendo el ridículo y no se equivocaría en absoluto, en ese instante buscaba las palabras idóneas para explicar algo que prácticamente se entendía por si solo.

-- ¿Le puedo ayudar en algo, joven? - me sobresalté y escuché como aquella voz a mis espaldas que antes me ofrecía ayuda ahora soltaba una pequeña carcajada.

-- N-no, muchas gracias - me giré hacia él para dedicarle una pequeña reverencia y su grito me dejó clavado en el techo.

-- ¿¡USTED ES MANGEL ROGEL!? - sus ojos estaban abiertos como platos, este portero era nuevo en este lugar.

-- Shhh - llevé mi índice hacia mis labios en señal de silencio - s-si, soy yo, por favor le pediría que no gritase para evitar alarmar a los vecinos.

-- ¿M-me puedo hacer una foto con usted? - sacó su móvil del bolsillo trasero de su pantalón mientras que a su vez se pintaba en su rostro una sonrisa amplia.

¿Una foto?, joder que yo no era tan famoso para ese tipo de cosas. Me sentía extraño ante una simple propuesta que podía aceptar sin problemas pero es que nadie me había pedido una foto conmigo o un autógrafo, como mucho, aquellos que me reconocían me regalaban una pequeña reverencia junto a una sonrisa nerviosa.

-- S-si - titubeé mientras me colocaba a su lado mostrando una sonrisa forzada, él elevó su móvil hasta que la cámara frontal nos captase.

Nuestros rostros quedaron recogidos en una foto borrosa puesto que el señor estaba tan nervioso que su mano se tambaleaba ligeramente.

-- Joder, que mal - hizo un puchero mientras miraba la foto con sus ojos afligidos.

-- ¿Quiere que la saque yo? - me alcanzó su móvil y volvimos a repetir la acción anterior consiguiendo ahora una foto hermosamente nítida.

-- M-muchas g-gracias - dijo mientras ponía la imagen de fondo de pantalla y yo mordía mi mejilla aguantando la risa tonta que se quería escapar en ese momento de mi boca.

Elevé mi mano hasta su pecho y él me miró con una expresión dubitativa, simplemente sonreí y entonces captó mi mensaje elevando también su mano para estrecharla gustoso con la mía. No sabría describir aquella sensación placentera de hacer feliz a alguien con tan simples detalles, ahora entendía mejor a aquellos famosos que se desviven por sus fans.

Me despedí de aquel hombre y empecé a subir las escaleras para ganar tiempo puesto que con lo que me había pasado hace tan solo unos segundos se me había olvidado la perfecta excusa que me había inventado para que aquellos dos me creyesen de una puta vez.

No me di cuenta cuando ya estaba frente a la puerta de la vivienda de Sergio, quería golpearme a mi mismo así podría excusarme mejor diciendo que unos encapuchados me habían dado una paliza en un callejón cercano pero descarté aquello volviendo a la excusa que me había preparado desde que entré al edificio.

Toqué dos veces con suavidad en aquella puerta de madera y rápidamente me abrió una chica de melena larga y rubia.

-- Hola, ¿está Sergio? - pregunté mientras deducía por mi mismo que aquella chica frente a mi fuese Marta.

-- Si, adelante - me dijo con una sonrisa en su rostro mientras se hacía a un lado dejándome paso.

Entré y esperé a que ella cerrase la puerta tras nuestras espaldas para continuar hacia el salón, aunque suene de muy cabrón si ella me acompañaba podría hacer que Sergio se aguantase las ganas de matarme por mantener los modales frente a ella.

Cuando vi a Rubén y a Sergio sentados juntos en el sofá me atraganté con mi propia saliva y comencé a toser con fuerza. La chica rubia comenzó a darme palmaditas en la espalda alarmada por mi inminente "ahogamiento".

¡Joder!, ¿por qué tenían que estar ellos dos juntos?, me van a despellejar vivo y yo no estoy preparado para morir de esa forma, además que aún soy muy joven.

-- ¿Estás bien? - preguntó en voz baja la muchacha aún con su rostro pálido del susto y yo asentí lentamente para continuar con nuestro camino.

-- Que bueno que llegas, Mangel - Sergio se levantó mientras me daba un fuerte abrazo cargado de malas vibraciones - siéntate en aquella silla, por favor.

Hice lo que él me dijo y Rubén ni siquiera me dedicó una mirada, estaba muy enfadado, demasiado enfadado, excesivamente enfadado.

-- Cuéntanos, Mangel - habló nuevamente mi mejor amigo mientras se volvía a sentar al lado de Rubén.

Respiré hondo intentando retener todo el aire de mis pulmones tratando de calmar los nervios que sentía pero cuando miré al frente los dos me dedicaban unas miradas asesinas que me tenían los cojones de pajarita en la garganta.

¿Dónde estás, Marta?, la chica rubia había desaparecido del salón casi por arte de magia dejándonos completamente solos, me cago en la puta.

-- Yo compré la empresa hace meses - desvié mi mirada a mis manos - cuando Beatriz me chantajeó con la falsa boda, yo tuve la maravillosa idea de aliarme con el rival para así joder a Beatriz puesto que después de casarnos ella hededaría la empresa de su padre y por lo tanto sería la nueva presidenta - sentí como mi garganta se secaba pero aún así proseguí con mi relato - escaparía de aquella boda cuando en pleno altar la dejase en ridículo confesando ante todos que yo sería en nuevo presidente de "Gentliant" pero ella decidió que no nos casaramos además de decir que sabía de mi plan - volví mis ojos al frente viendo como aquellos dos mantenían sus bocas abiertas en una perfecta "O" - es por eso que cuando ella se fue yo seguí adelante con mi plan hasta bueno, lo que vosotros ya sabéis.

Silencio.

Silencio.

Más silencio.

-- ¿Por qué no nos dijiste nada? - preguntó Rubén con voz fuerte y cabreada.

-- Ya os dije que era una sorpresa - escuché un suspiro de parte de Sergio y entendí que se habían rendido ante mi.

-- Creo Rubén que está diciendo la verdad - Sergio lo miró y el nombrado asintió - podemos perdonarlo, ¿si?.

-- Aunque es tonto se merece nuestro perdón - ¿como qué tonto?, ya verás cuando lleguemos a casa.

Ellos seguían hablando dejándome al margen de la conversación aunque yo fuese el protagonista de ella, ¿acaso me estaban mostrando su indiferencia?. Estoy por largarme y dejarlos a ellos dos solos con sus pataletas de niños pequeños.

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No puedo parar de reír con el "momento youtuber" que tuvo Mangel.

En el próximo capítulo se espera salseo, ¿lo quieren hoy o mañana?.

Espero que les haya gustado y voten hermosos. <3

Please, Daddy {Rubelangel}Место, где живут истории. Откройте их для себя