*Capítulo seis

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Remember when you were young

you shone like the sun.

shine on you crazy diamond.

now there's a look in your eyes,
like black holes in the sky.
shine on you crazy diamond.
you were caught on the crossfire
of childhood and stardom,
blown on the steel breeze.
come on you target
for faraway laughter,
come on you stranger,
you legend, you martyr, and shine!

-Shine On You Crazy Diamond, Roger Waters

_(PARA LOS QUE NO HAYAN LEÍDO LAS NOTAS AL FINAL DE LA HISTORIA AGREGADAS RECIENTEMENTE, LES PIDO POR FAVOR QUE VAYAN A VER LO QUE DICEN. NO ES RECOMENDABLE QUE LEAN LOS CAPÍTULOS SIN EL * ADELANTE A MENOS QUE ESTEN RELEYENDO LA NOVELA. GRACIAS POR SU APOYO)

Ya en la siguiente hora, mientras todos se encontraban en silencio resolviendo los ejercicios de historia con el grueso libro nuevo que habíamos tenido que comprar a principio de año, la puerta se abrió y entró la preceptora.

-Permiso profesora. Buenos días, chicos- un coro de saludo se dejó escuchar por todo el aula entre los veinte estudiantes que allí nos encontrábamos- Quería presentarles a su nueva compañera. Ella y su mamá son nuevas en el pueblo, así que espero que les den la bienvenida que se merecen- luego de recitar estas palabras perfectamente memorizadas salió del aula, dejando a una pálida chica nueva encogida ante las miradas de los demás. Parada ahí sola en frente de todos parecía que se fuera a desmayar en cualquier momento.

En cuanto mis ojos entraron en contacto con los de ella, la reconocí como la muchacha que había huido de mí en la mañana. Me propuse hablarle en cuánto tuviera la oportunidad. Me tenía más que intrigado el saber cuál sería su respuesta.

-Señorita, ¿Le gustaría presentarse?

Ella dudó un instante antes de abrir la boca.

-Mi nombre es Sabrina, vengo de San Roque, Córdoba. Mi mamá y yo nos mudamos recientemente buscando un lugar más tranquilo donde vivir. Ella es pastelera y barista, abrió un nuevo café a unas cuadras de aquí- Su acento cordobés en seguida se hizo notar, provocando que a más de uno se le escapara una risita por lo bajo. Por mi parte solo atiné a sonreír, puesto que siempre me habían gustado los acentos del país. Ella retorcía mucho sus dedos mientras hablaba, y podía notar que le estaba costando mantener la vista al frente. Seguro que en lo único que podía pensar era en que dejaran de observarla.

-Muy bien, señorita. Mi nombre es Minerva, y soy la profesora de historia. Bienvenida en nombre de todos sus nuevos compañeros a Bombal. Le pido que tome asiento junto a la señorita Robles, ella le explicará el tema de esta unidad, ¿comprendido?- la profesora Minerva era una mujer que rondaba los cincuenta años de edad, vestía siempre faldas hasta la rodilla y románticas blusas con flores algo desteñidas por el uso. A simple vista da la impresión de ser un pan de azúcar, pero que nadie se deje engañar. En su mirada no existe la duda, y dice con dulzura aquello que debe cumplirse sin rechistar. Ni siquiera debe elevar la voz para hacerse oír.

Por eso Matilde ni rechistó cuando la asignaron como la tutora provisoria de la chica nueva. Nadie buscaría una confrontación con ella. Nadie cuerdo, al menos.

Durante toda la hora, pude percibir como la chica nueva me lanzaba miradas furtivas, de las que huía con las mejillas sonrosadas.

Una vez que el receso llegó, y Mari y Bianca (al igual que el resto de mis compañeros) salieron del salón, me acerqué a la nueva. Ella se había puesto unos auriculares fundados en hilo violeta, y repetía la letra de la canción mientras tocaba un piano imaginario con los dedos de una de sus manos sobre el libro cerrado de historia, mientras que con la otra copiaba unas anotaciones que Mari le había dejado.

Resiliencia [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora