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24 de Julio del 2016

Mae.

Anoche, las palabras de Ellis me habían dejado atónita. Había regresado a mi habitación agitada y con el corazón acelerado. Me faltaba el aire y sentía la garganta seca. Por un segundo había creído que hablaba en serio, que en verdad tenía sentimientos por mí y que haría lo que fuera necesario por verme feliz. El chico rubio de ojos negros, quien era mi mejor amigo, jamás había tenido realmente sentimientos por alguien, motivo por el cual no podía tomarlo en serio. Él había tomado más tragos de los que debería y no estaba pensando con claridad.

Lo más probable era que esta mañana bajara y se disculpara conmigo por haberme hecho pasar un momento extraño. No obstante, luego de echar a Trent de nuestra casa y dormir sola en mi habitación, en cuanto bajé las escaleras en busca de una taza de té, Ellis se encontraba sentado sobre la mesada de la cocina bebiendo café en silencio.

Tragué saliva y esperé a que hiciera algo. Cualquier cosa. Deseaba tanto que saltara de la mesada, pusiera mi cabeza bajo su brazo y utilizara su mano libre para desordenar mi cabello. Deseaba que me dijera que todo había sido una broma, una apuesta con los chicos... Pero no fue así. Él se limitó a beber su taza de café y a actuar como siempre, aunque un poco más nervioso, más distanciado. Como si haber abierto su corazón y habérmelo entregado en una bandeja, la cual rechacé, lo hubiera dejado expuesto e indefenso.

– ¿Está todo bien? –pregunté inocentemente, acercándome a él si bien fui incapaz de llegar a Ellis, ya que saltó sobre sus pies y se dirigió al otro extremo de la cocina.

– ¿Por qué no lo estaría?

–Ellis...

–Mira, Mae, todo lo que dije anoche fue un error, ¿sí? No era yo mismo –me observó directamente a los ojos, como si le costara dejar salir aquellas palabras–. Olvídalo.

Suspiré. Debería haber estado tan aliviada por esa respuesta que tendría que haber ido a él con tal de abrazarlo y preguntarle qué quería hacer el día de hoy. Pero no fue así. No sentía nada más que mi pecho contrayéndose lenta y dolorosamente. No creí que ésta sería la respuesta de mi cuerpo, sino que sería como si me librara un peso de encima. En verdad estaba confundida por este hecho. Aun así, no pensaba hacer nada con ella. Había escuchado la respuesta de Cole. Y él no sentía nada por mí. Había sido todo a causa del alcohol.

Que ingenua eres, Mae, susurró una voz en mi cabeza.

Luego de eso, dudé entre ir a mi estudio y aprovechar mi estado de ánimo para sacarle provecho y dibujar o tomar una larga e interminable caminata por la ciudad. Claro estaba que dibujar iba sobre todas mis opciones, por lo cual, até mi cabello en dos moños y cambié mi pijama por la ropa que solía usar cuando entraba a mi pequeño estudio.

No fue mucho después cuando el pincel lleno de pintura negra comenzó a deslizarse por el lienzo que había posicionado en el caballete de madera. Al principio, quise dibujar únicamente una mujer, una mujer cuya expresión en el rostro lo dijera todo. Sin embargo, fue cuestión de segundos para que me enfadara conmigo misma por hacer que todos mis retratos fueran muy personales. Quise tomar el lienzo en mis manos y romperlo, partirlo a la mitad. Pero como mi abuela me había dicho cuando era una niña: el arte es una manera de expresar lo que sientes, por más horribles y tenebrosas que esas emociones sean.

Manché el pincel nuevamente con distintos tonos de pintura, mezclándolos y dejándolos fluir por el rostro de la chica con el propósito de cubrirlo por completo.

Manché el pincel nuevamente con distintos tonos de pintura, mezclándolos y dejándolos fluir por el rostro de la chica con el propósito de cubrirlo por completo

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Mi pecho subía y bajaba aceleradamente, como si todo mi odio y frustración fuera quitada de mí mediante el arte. Dejé caer el pincel sobre el suelo, angustiada pero sorprendida por lo que mis emociones habían creado.

–Te dije que debías esperar al momento adecuado para pintar –su voz se escuchó un poco más alejado de mí–. Efectivamente sabes cuándo es ese momento.

–Creí que te habías ido... –comenté, sin voltearme a verlo.

Lo escuché caminar hasta mí, pasando una mano por su cabello rubio a la vez que sus ojos azabaches consumían mi alma. –Mae, por favor, no hagamos que esto sea más complicado de lo que ya es.

Asentí con la cabeza, rechacé la mano que estiró para mí y le di un gran abrazo. Creer que una "confesión" tan absurda como la que me había dado anoche estando ebrio arruinaría nuestra amistad, había sido estúpido de mi parte. Habíamos pasado la mayor parte de nuestras vidas juntos, apoyándonos mutuamente y conviviendo más de doce horas al día. Dejé salir todo el aire que había estado conteniendo desde el instante en el cual habíamos llegado a casa esa madrugada. Pude sentir sus manos moverse por mi espalda, apretándome contra sí y suspirando contra mi oreja aparentemente aliviado de que la tensión se hubiera disipado.

–Vayamos a Jim n' Joe's esta noche –sugirió con una sonrisa.

Reí ante su propuesta, apretándolo con más fuerza.

–Sí, capitán.

Beyond Broken © (Beyond Series #1)Место, где живут истории. Откройте их для себя