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24 de Septiembre del 2016

Mae

No había golpeado a nadie en mi vida antes. Ni siquiera luego de la muerte de mis padres. Pero la otra noche, al ver al despreciable ser que había abusado de mí tocar a Ellis con el fin de lastimarlo, no pude detenerme a mí misma ni a las emociones que parecían apoderarse de mi cuerpo. Reaccioné sin pensar en las consecuencias, amenazándolo como si no fuera capaz de buscarme y abusar de mí de nuevo.

Llegamos a casa después de despedirnos del resto, el cuidadoso chico de ojos oscuros y cabello ceniza buscando hielo para mi mano. Me detuve a verlo cautelosamente mientras limpiaba la pequeña herida en mis nudillos. Sus ojos oscuros como la noche me miraban como si tuviera miedo de perderme; su cabello ceniza se encontraba desprolijo y me recordaba a las playas de arena y tierra que habíamos visitado de niños; su cuerpo era un hermoso lugar donde esconderme y en el cual podía sentirme segura. No sería quien era sin él a mi lado. De eso estaba segura.

Ahora, se encontraba durmiendo con suma tranquilidad en el sillón que sus padres nos habían regalado apenas nos mudamos. Como costumbre, se encontraba en nada más que calzones y una manta sobre sus piernas. Por mi parte, me preparé una taza de café y me senté en el suelo frente al chico que tanto quería con mi cuaderno de dibujo en mi regazo. Tomé un sorbo, ya que segundos más tarde me vi consumida por su ternura y decidí dibujarlo mientras dormía.

Se veía tan tierno, con su cabeza apoyada sobre sus musculosos brazos, su cuerpo boca abajo provocando que su espalda subiera y bajara debido a su respiración, y sus labios ligeramente entreabiertos. Dibujar a Ellis era tanto fácil como complicado. La parte fácil era su cuerpo, el cual representado en un dibujo era comp cualquier otro. De todos modos, su rostro era el que más problemas me traía. Estaba lleno de emociones y detalles, imposibles de ser representados en una simple hoja de papel. Hice lo mejor que pude, a pesar de no estar complacida por completo. Pues, representar al niño que me había apoyado desde el momento en el que caí de mi bicicleta, era malditamente complicado.

Tracé los músculos en sus brazos y en su espalda si bien para mí no representaban nada de ello, sino fuerza interior y valor. Sus ojos cerrados significaba que la paz interior que tenía consigo mismo era pura como ninguna otra, sus labios semiabiertos, tranquilidad con el mundo. El sillón en el cual se encontraba recostado era su hogar, su zona de confort y donde perderse en sueños y fantasías.

Estás loca, susurró una voz en mi mente.

Sabía que todo esto podía sonar extraño, pues mis interpretaciones eran diferentes a las de muchos otros, pero estaba sumamente orgullosa de mi visión del mundo y de los significados de pequeños detalles que nadie parecía capaz de ver. Y lo más importante era que me beneficiaba tanto como persona como a la hora de hacer lo mejor que sabía hacer, es decir, dibujar. Nadie lo comprendía, además de aquellos artistas que compartían una visión similar a la mía. Asimismo, Cole Ellis, quien no compartía mi opinión del todo, había aprendido a leerme.

Y hablando de aquellos con quienes existía un mínimo nivel de compresión, estaba emocionada y exaltada de poder conocer a cada uno de los artistas con quienes podría finalmente compartir mis clases en el instituto de Andria Mercy. Aún sonaba como un sueño. Ingresar al Instituto de Artes Mercy-West, otro reconocido artista fundador del instituto de arte, e incluso becada, era el sueño de todo aquel que deseaba una carrera profesional relacionada con el arte. Mejor aún, haber sido la persona con la suerte de recibir la única beca del año entrante era una locura.

Beyond Broken © (Beyond Series #1)Where stories live. Discover now