Parte 02

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─¿Es enserio? ─dio un mordisco a su hamburguesa doble

─No tendría por qué mentirte, soy dueña de un pequeño restaurant. Claro que no es tan reconocido como quisiera. Y tú ¿a qué te dedicas?

─Escritor.

─¿Escritor? ─su mirada parecía estudiarlo. Tal vez esperaba que le dijera soy un importante ingeniero o un gran empresario.

─Christopher Martínez.

─No me suena en ningún libro ─dio un ligero sorbo a su Coca Cola─. De hecho, no suelo leer.

─Deberías, te ayuda a relajarte en tiempos difíciles o para salir un poco de la vida cotidiana.

─¿Por eso escribes?

─Escribo para alegrarles la vida a las personas ─pero últimamente ya no lo hacía.

─¿Enserio eres...?

─Lo puedo confirmar.

─Imagino lo famoso que debes de ser.

─Estas exagerando un poco, ser escritor no tiene que ver con la fama. Soy una persona más en esta ciudad.

─Dame un título lo buscaré en mi teléfono ─Chris le dio el nombre de su primer novela "Cadena, lazos y amor" Sofía tecleo rápidamente─. Aquí dice que el autor es Chris Anthony, no tú. Creo que alguien miente.

─Soy Chris Anthony. Tengo las copias de todos mis libros e incluso puedo llamarle a mi editor.

─¿Puedo saber de dónde eres?

─De aquí, Ciudad de México ¿Y tú?

─Bueno, soy de muy lejos. Los Ángeles, California.

─Eso está del otro lado ¿y qué haces aquí?

─Vacaciones... me aleje del trabajo, necesito estar lejos ─Chris percibió que solo era una mentira a medias.

La conversación se extendió, preguntas como ¿Qué hace un escritor? ¿Cómo se inspira? ¿Cómo es su vida? entre otras cosas de interés de Sofía. Cuando se dieron cuenta ya era muy tarde, se despidieron y Chris regresó caminando hasta su auto.


Se encontraron nuevamente al tercer día, tomaron una bebida mientras conversaban, esta vez era ella quien le contaba lo difícil que había sido mantener su restaurante, sus padres eran de Chicago, a los cuales no visitaba por el exceso de trabajo, Chris le respondió diciendo que el igual tenía mucho sin visitar a los suyos.

Almorzaron juntos, la escuchaba con atención mientras la miraba sonreír, desde un punto de vista diferente, era una mujer hermosa, de ojos brillantes y pómulos bien definidos. Su piel era traslúcida como la de un ángel; un hermoso ángel que tenía la sonrisa más resplandeciente y perfecta del universo.

De su universo.


Al día siguiente se volvieron a ver en la cafetería, era el punto de reunión. Dieron un paseo en su auto por las zonas turísticas de mayor atracción; pero en el trayecto Sofía termino agotada, había llevado tacones.

─¿Vendrías a mi casa? ─le dijo antes de despedirse. Quería mostrarle sus libros, Chris aun veía la duda en su mirada sobre si era o no escritor. De nuevo aquellos ojos lo estudiaban─. Solo quiero que vengas, no intentare nada. Podríamos comer juntos. Solo eso, nada más.

─Lo siento... yo....

─Estás ocupada ─dijo desistiendo de aquel interés que poco a poco comenzaba a sentir por ella.

─Si...

─Entiendo yo igual. Me dio gusto verte.

─¿Te estas despidiendo?

─Creo que sí.


Su casa era moderna y grande de estilo minimalista, el césped era muy verde gracias a las lluvias de la temporada. Abrió la puerta y apoyó su cabeza contra ella. Suspiro pensando en esa mujer se estaba metiendo en un lugar que no le correspondía.


Los próximos días estuvo frecuentando la cafetería, pero de ella ni sus luces, esperaba con ansias a que entrara por aquella puerta. Pero eso nunca sucedió. Pagó su consumo y se marchó.

El resto de la noche la pasó en vela escribiendo en su MacBook.

A la mañana siguiente corrió quince minutos hasta que su cuerpo no le daba para más. Después de la ducha cambió su atuendo por uno más formal, estaba dispuesto a ir club de lectura que años atrás había fundado gracias al esfuerzo de Tania, una de sus lectoras jóvenes. Siempre que escribía una historia nueva ella era la primera en leerlo.


El club estaba al fondo de la biblioteca; oficina amplia y colorida, anteriormente era una bodega. Solo fue necesario algo de pintura y mobiliario nuevo para que fuese el aposento de varios lectores. Las paredes estaban adornadas con los títulos reconocidos de escritores contemporáneos; obras como las de William Shakespeare, Mark Twain, Charles Dickens entre otros. Muy en el fondo estaban las suyas, últimamente ya nadie las leía y solo servían para acumular el polvo.

Se acercó para saludarla, pero Tania le quito las hojas que tenía en las manos en cuanto lo vio. Chris se sentó a esperar hasta que de nuevo aquella mirada volvió hacia él.

─Y bien ¿Qué opinas? ─preguntó algo nervioso.

Claramente la vio suspirar, eso era una mala señal.

─Si quieres escribir una novela donde haya tristeza, soledad y un amor imposible, estas en el camino. Pero seamos sinceros, tú quieres volver al romanticismo que años atrás despertaste en nosotros, tus lectores ¿Qué ocurre? ─le dio un golpecito en el hombro.

─Estoy bloqueado...

─Llevas mucho tiempo de esa forma ─le devolvió el manuscrito.

─Tíralos, no sirven ─dijo sin importarle, después de todo nada de lo que escribiera tenía esa chispa que lo iluminaba a seguir.


Mas tarde regresó a la cafetería donde todo seguía igual.

¿Y si dejo todo esto? ─pensó seriamente─. Tal vez hasta aquí llega mi historia... y todos mis sueños...

Después de terminar su consumo, se marchó.

Aun no se decidía en qué pensar, si en la ausencia de su mundo o en aquella mujer.

Cuando Despierte A Tu Lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora