EL Secreto

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Capitulo 5. El Secreto.

Sean y Alexandra notaban a su hija más triste desde aquel año pasado, porque ya había pasado un año y Diana parecía no olvidar a Leo pero nadie le olvidaba, era un chico discreto pero aún así hacia que toda la gente que estuviera con él se sintieran en el cielo. Diana aunque estaba triste, tenía que aprender sobre el fuego y para eso sus padres habían hablado con el director de la escuela de magia para que se dedicara más a ello.

Diana lo hacia muy bien y le faltaba muy poco en completar su aprendizaje sobre su poder, ella siempre había sido una niña muy lista y no le costaba nada recordar las enseñazas de su maestro, el mago había decidido enseñarle también un poco de lucha,  y su padre estaba de acuerdo en cambio  Alexandra no lo tenia muy claro.

Después de un largo entrenamiento, largo porque a Diana le pareció mas largo que nunca, el sol había salido y más fuerte que nunca, el mago aprovechó el sol para que Diana hiciera mas ejercicio. Cuando terminaron el entrenamiento se sentaron todos a comer en la mesa.

-         Hija estás seria y hace tiempo que no hablas.- dijo Alexandra preocupada.

-         Bueno, ¿Qué quieres que te diga?- preguntó seria.

-         Estás más guapa..- dijo con una sonrisa.- te estás haciendo más mayor- dijo ampliando la sonrisa.

-         Supongo, y también estoy más bronceada por los entrenamientos, los hago cuando hay mucho sol. ¿Puedo ir a mi habitación?- preguntó levantándose de la silla.

-         Sí hija puedes irte.- dijo Sean.

-         Acuérdate que a la tarde hay entrenamiento. Pequeña.- dijo el mago Rumy.

-         Vale pesado.- gruñó Diana.

Cuando se marchó, los tres que se quedaron en la mesa se miraban pensativos.

-         Hablaré esta tarde con el rey, para ver donde está Leo.- dijo Sean levantándose de la silla.

-         Está bien.- dijo Alexandra.

Por la tarde bajó Diana a entrenar al patio, mientras Sean estaba en la corte.

-         Majestad.- dijo mientras hacía un reverencia.

-         ¿Qué desea Sean?- dijo el rey.

-         Vengo a preguntar por un guardia de la corte.- dijo Sean.

-         ¿De quién se trata?

-         Se trata de Leo es un muchacho, hace un año lo enviasteis a una misión peligrosa señor.

-         Oh, claro Leo, el hace dos meses regresó de la misión, pero lo que te voy a decir no te va a gustar y no crea que vuelvas a cercar a Leo a tu hija.- dijo el rey mientras se levantaba de su gran silla.

-         Dime majestad, ¿que es lo que no me tiene que gustar?- preguntó alterado, estaba tan alterado que parecía que iba a salirle el corazón por la boca.

-         Leo regresó herido, estuvo una semana entera inconsciente- dijo el rey.

-         ¿Qué le pasó?

-         Yo lo envié a un pueblo más allá del reino de los elfos, en ese pueblo muchos hay como tú Sean.

-         ¿Cómo yo?- preguntó Sean.

-         Si habían muchos hombres lobos y cada vez habían más. Leo salió al bosque armado, pero las armas no le sirvieron mucho, mató a dos lobos que le atacaron cuando lo vieron, pero no pudo con uno y le mordió en la pierna  antes de que lo devorarán salio corriendo y delante de una posada se desmayó.- dijo el rey finalizando la historia, pero Sean parecía no conformarse.- Un guardia de nuestra corte lo encontró y nos lo trajo inconsciente.

-         ¿Y ahora dónde está?- preguntó Sean.

-         Él decidió irse al bosque donde está el río oscuro, al norte de la ciudad, en donde la luz del sol apenas llega.

-         ¿Por qué decidió irse allí? ¿Llegó a transformarse?- preguntó preocupado..

-         Sí Sean, él decidió irse allí porque cómo por allí no vive nadie no podrá hacer ningún daño a nadie, solo se alimentara de los animales, él se fue triste porque no podría ver más a Diana, se hicieron amigos, aunque se picaran.

-         ¿Hacia donde está ese río?- preguntó Sean.

-         Hacia el norte a los límites de la ciudad, pero no lo traigas aquí es muy peligroso para la ciudad tener una bestia que no se sepa controlar.- dijo el rey.

-         Esta ciudad ya tiene una bestia, además yo se cómo controlarlo, el mago y yo cuidaremos de que no haga ningún daño a nadie.- dijo Sean satisfecho.- Bueno gracias señor por la información, me despido de usted majestad.- dijo mientras se inclinaba ante él.

-         Adiós hijo de la luna que los dioses te guarden en este camino tan peligroso.- dijo el rey poniéndole una mano en el hombro.

Llegó a la escuela y  se dirigió hacía su habitación dónde estaba Alexandra.

-         Hola preciosa.- dijo Sean mientras le daba un beso en los labios.

-         Hola engreído, ¿has  sabido algo de Leo?, tu hija cada vez está más triste- dijo Alexandra preocupada.

-         Si he sabido algo, Leo regresó hace dos meses.- dijo serio.

-         ¿Y dónde está?- preguntó intrigada.

-         Verás es complicado, la misión era proteger a un pueblo de las garras de los hombres lobos que andaban por ahí, y el se fue solo al bosque y le atacaron los lobos, él consiguió matar a dos de ellos pero un lobo que iba hacia él le mordió.

-         ¿Pero él está bien?

-         Tranquila él está bien pero ahora le pasa lo mismo que a mi, y él en vez de asumirlo tratar de controlarlo a decidido irse a un bosque cerca de un río.- dijo Sean mientras se sentaba al lado de su mujer.

-         Te conozco muy bien y se lo que has decidido tú.- dijo con una caricia.

-         Voy a ir a buscarlo Alexandra no lo dejaré allí, yo le ayudaré.- dijo Sean serio.

-         Todos le ayudaremos- dijo Alexandra.

Sean sabía cómo se pasaba en esos momentos, te sentías solo e incomprendido. Sentías impotencia por no saber controlarse, ni entender lo que te pasaba. Y tenías que permanecer lejos de toda la gente que quieres para no hacerles daño. Sobre todo te alejabas de ellos, antes de que ellos se alejaran de ti por miedo.

Alexandra y Sean discutían ahora para decidir si decírselo o no a su hija.

-         ¡No! No hay que decírselo a Diana.- dijo casi gritando.

-         Cómo, ¿no hay que decirle que viene?- preguntó Alexandra.

-         Bueno será una sorpresa, lo que no hay que decirle es lo otro más peligroso, será un secreto.

-         Está bien, lo haremos a tu manera.- dijo ella.

CORAZÓN DE FUEGO IIWhere stories live. Discover now