Capítulo 33: "La batalla"

397 11 0
                                    

Al amanecer desperté tan temprano como pude para dejar de soñar, luego de desayunar Hashton quiso hablarme, la charla comenzó diferente para después tomar otro rumbo.

–eres el Salvador legendario. –Salvadora. Pensé–. Todo esto es real _______, debes estar preparada para luchar, sabes manejar armas, sabes tácticas mortales, todo lo que necesitas saber lo has aprendido, ahora debes disponerte a llevarlo a la práctica.

–¿Tengo que matar gente? –interrogué frustrada.

–No, tienes que matar demonios.

–Pero... –quise protestar.

–matar demonios no es malo. Verás morir a mucha gente, debes entender que en una guerra eso es normal y no puedes detenerte a llorar, en momentos de lucha tus sentimientos no pueden salir a la luz. Cuando estés frente a un demonio, preparada para atravesarlo con tu espada y lo veas llorar arrepentido pidiéndote perdón y misericordia, suplicándote que le perdones la vida no debes tener piedad ni sentir inseguridad. Tienes que entender que esos miserables son muy buenos actores. Además prepárate para que la gente que quieres falte en algunas ocasiones.

Sonaba escalofriante.

–no quiero hacer esto. –tuve el impulso de llorar pero lo contuve–. Quiero renunciar a lo que soy, no voy a poder hacerlo. No quiero.

–pero no puedes renunciar a lo que eres. Casi nadie puede hacerlo. –Hashton me rodeó con sus brazos–. Tú puedes hacerlo bien, tú eres mi princesa, la esposa guerrera de un príncipe de alto linaje. ¿Qué te parece? –sonrió.

Él quería levantar mi ánimo pero a duras penas conseguí sacar una sonrisita adolorida y túrbida.

Fueron arduos días de preparación psicológica y vanos intentos por hacerme utilizar esos supuestos "poderes". Las palabras de Hashton y de toda la manada de ángeles sobre matar demonios sin piedad se me metían a la cabeza de forma dolorosa. Ellos estuvieron intentando hacerme soltar poderes y ese tipo de cosas extrañas pero yo estaba débil, cada día más y eso los mantenía a todos nerviosos, mi debilidad se debía a mi necesidad y a mi dolor interno, un punzante dolor que me mantenía todo el día tumbada en una cama, un dolor que Hashton no podía llegar a sanar y que cada vez era más notable, por más que ahora hiciera el esfuerzo por ocultarlo ya no podía, por dentro estaba muriéndome por Zayn y a pesar de que seguía amándolo yo me decía a mi misma que cada día lo odiaba más por hacerme sufrir tanto, pero algo de cierto había en esa afirmación, había rencor contenido por parte de mí hacia él, nunca iba a perdonarlo. ¿Pero hasta cuándo? Me preguntaba yo. ¿Cuando dejaré de sufrir por él? Y lo peor era que nunca lo haría, los días pasaban y era cada vez peor. "Él ya no te quiere, nunca te quiso, nunca volverás a verlo, olvídalo de una vez", me decía yo.

Algo imposible.

Todo comenzó una mañana de invierno tan oscura como los ojos de Erodes, tan fría como mi corazón, habían pasado tres días tormentosos en los que solo nevaba y nevaba, habían pasado dos semanas desde que me encerraron en ese almacén sin poder ver la luz, pero no había luz alguna que pudiera ver, desde hace tres días el sol no había salido, yo me encontraba de pie frente a la única ventana que había en todo el lugar, vi las calles tan vacías como nunca habían estado, ninguna forma de vida se paseaba por esos lugares, no había nadie, todo estaba tan desierto, desolado y oscuro, igual que yo. No entendí que estaba ocurriendo.

Estaba perdida, no recordaba mi nombre, solo había un nombre que recordaba. Su nombre, Zayn era todo lo que había en mi ausente y aislada mente. Yo estaba encerrada en mi propia esfera de cristal, una oscura y congelada esfera.

Hashton discutía a mis espaldas con Erodes y Uriel.

–es el tercer día de destrucción. Ya no quedan humanos en la tierra, no podemos seguir esperando. –decía Enoc.

"Más allá de una atracción" (z.m) EDITANDO.Where stories live. Discover now