Stay |Relato| Jamie y Dakota

VII

Cork es una de las ciudades más grandes y con más sitios para visitar en toda Irlanda, como descubren Dakota y las niñas mientras Zeppelin y yo la pasamos en la habitación de nuestro hotel mirando películas antiguas y comiendo un montón de patatas con mayonesa, al tercer día despierto con Pipper dormida sobre mi pecho y Dakota abrazando a Dulcie dándome la espalda, no es más que otra de las señales de que mi plan se ha ido a la mierda, y como aún hay tres lugares más que quiero que visitemos antes de volver a Belfast, pienso que lo mejor sería darnos prisa, así que después de sacarme de encima al bultito que babea sobre mi camisa y sintiendo mucho mejor mi pie, me cambio a prisa para bajar a arreglar algunas cosas, cuando abro la puerta despacio algo corre detrás de mí y se abraza de mi pierna.

-No vayas papi.

-Pip vuelve a dormir, solo voy a hacer un recado.

-Yo queye haced recayo –se abraza a mi pierna- yo voy.

-Está bien señorita –la alzo en brazos, aún lleva su pijama puesto y solo un calcetín- no tardaremos, así que no hagas ruido.

Tomamos el elevador para ir al vestíbulo, un joven recepcionista me ayudó a conseguir un servicio que llevaría la van con la mayoría de nuestras cosas a casa, también me ayudó a reservar un vuelo a Clare dentro de algunas horas, yo ya tenía uno reservado de Mayo a Belfast para cuando acabáramos el recorrido así que decidí agregar uno más a Galway para aprovechar algunas horas allí, Pip se fastidió de estar en mis brazos y como no había más personas la bajé, ella se puso a correr entre los sofás que había allí y al final optó por saltar en uno de ellos.

-Baja de allí ahora mismo Samantha Pipper.

-No, yo salta.

Nuevo plan: trabajar en los modales de mi hija.

-Si no lo haces ahora, el joven que está aquí llamará a un policía a que te haga bajar –esperaba que el mozo me siguiera la corriente- así que baja de allí.

No hizo caso, en absoluto, comenzó a saltar de un sofá a otro riéndose, me disculpo para ir por ella quien chilla y se revuelve cuando la acomodo sobre mi hombro como suelo hacerlo con su madre, le sujeto bien las piernas y vuelvo a ultimar los detalles con el chico, son casi las ocho y pronto abrirán el restaurante para el desayuno, escucho el elevador un par de veces, señal de que los otros huéspedes comienzan a bajar, cuando acabamos los recados le agradezco al recepcionista y después de darle una generosa propina entro con Pip aun colgando sobre mi hombro al elevador, antes de que las puertas cierren del todo dos chicas corren y logran detenerlo para entrar y subir, yo me hago a un lado para hacerles espacio, parecen algo achispadas y eso que el día apenas comienza.

-Hola –les dice Pip, mi sociable hija.

Notas que agregar al plan: enseñarle a no hablar con extraños.

-Hola lindura –le dice una de las chicas inclinándose a un lado para verla mejor, casi pierde el equilibro pero logra sostenerse de la pared- Uff, esta máquina va muy rápido.