Capitulo 26 Desastres (Rubelangel)

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Narra Mangel

Han pasado dos días ya, Rubén aun  no muestra signos de abstinencia, pero desde que escuche la conversación esa extraña figura parecida a mí a decidido permanecer permanentemente, ronda por los alrededores de las habitaciones como león en jaula, encerrarme en el dormitorio con la excusa de “dormir un rato” para deshacerme de su presencia ya no funciona, no importa lo mucho que discuta con él, camina en círculos alrededor de cualquier persona que esté en la misma habitación que yo, pero en especial de Rubén, se le acerca de manera inapropiada, le roza los brazos, los muslos, oliéndole el cuello mientras me observa, intenta provocarme, intenta sacarme de juicio. Me pone nervioso, más nervioso, el día que apareció Alexby en el departamento lo encontré ocultando un picahielos, entre en histeria, fue la primera vez que le grite y me atreví a arrebatarle el objeto de las manos, recuerdo el escalofrío al volver a corroborar su solides, su sonrisa al ver mi expresión perturbada, se que no es real, lo se, pero ¿Por qué es físicamente táctil?

Lo atrape tratando de escabullirse a la cocina ayer mientras yo jugaba en la sala con Staxx, detuve el juego de la nada y corrí a la cocina, cuando entre el no estaba, pero al girarme lo encontré mirándome desde el umbral de puerta, sonriendo, siempre sonriendo, Staxx llego al poco tiempo parándose junto a el preguntándome que me pasaba para mirar después el punto a su lado que yo no dejaba de observar, solo le respondí que necesitaba agua. Staxx se fue y el se retiro tras de el, cuando volví a la sala con una botella de agua fría en la mano lo vi sentado a los pies del sofá mirando a mi dirección, como si esperara que yo apareciera.

Sinceramente me aterra.

Llevar la dieta que Michael no era nada sencillo y eso que solo habían pasado 48 horas, la ansiedad por la falta de carbohidratos, proteínas de carne y azúcar me ponían inquieto, para relajarme un poco me la pasaba devorando zanahorias entre comidas, lo que me purgo por tanta desgraciada fibra, pero ayudaba. Los chicos habían sido considerados y evitaban comer cosas deliciosas en mi cara, salían a comer por turnos, o pedían comida vegetariana si deseaban comer en el departamento.

Rubén había sido aislado de toda actividad referente a mis cuidados, los medicamentos me los daba Alex y los mantenía en una cajita que sepa donde carajos escondía, mi aseo ya corría por mi cuenta, Michael había revisado mi piel y esta ya había sanado lo suficiente como para moverme con toda libertad sin sentir que me desgarraba como hoja de papel, ya se sentía como piel aunque aun se notaba mas morena que mi piel sana, Michael dijo que eso se desvanecería en cuanto estuviese totalmente curada, mi cabello había vuelto aunque aun era muy corto y parecía loco de manicomio ya que seguía mirándose tusado.

Pasaron dos días mas y el seguía sin mostrar signo alguno de síntomas, Alex lo vigilaba de cerca mientras el alegaba que todo había sido una exageración de Michael, al quinto día, al despertar de una siesta, le descubrí sentado en un puff en una esquina del dormitorio, miraba al piso triste, el sol le daba de lleno atreves de la rendijas de la ventana iluminándolo de dorado, tenia el ceño fruncido y la cabeza decaída recargada en la pared, parecía un muñeco de trapo que alguien había olvidado, Rubén se empezó a volver un fantasma en su propia casa.

La noche del sexto día, un sonidito extraño me despertó, Rubén no estaba dormido a mi lado como todos los días, me levante despacio de la cama hasta sentarme en el colchón, mi otro yo, para mi sorpresa, no estaba en ningún sitio, ese sonidito se volvió a escuchar, lo que me hizo levantarme para salir de la habitación adentrándome en la sala, había luna llena ese día, su luz, de un extraño blanco tan puro que coloreaba la habitación de tantos tonos de azules eléctricos que me hizo tardar en reaccionar en lo que estaba pasando en el centro de la sala, primero, uno de los cojines del sofá estaba en el suelo  en el hueco que dejo había un par de cilindros pequeños de color blanco, en el suelo frente al sillón había una botella de agua volteada casi vacía que marcaba el principio de un charco de cristal que terminaba al inicio de un par de pies largos y delgados. Fue cuando mi cerebro reparo en su figura, el delgado cuerpo de mi mejor amigo descansaba sobre el suelo del departamento, tirado boca arriba mirando hacia el sofá con los ojos apenas abiertos, con las uñas rascaba el suelo de madera al ritmo de un reloj, eso era el sonidito que escuchaba, respiraba extremadamente lento y profundo, sus labios era lo único sonrosado entre todos aquellos tonos azules que la luz de la luna le arrancaba a la habitación, aquella visión era irreal. Aun en trance me acerqué a el, no di ni nos pasos cuando algo bajo el peso de la planta de mis pies hizo un pequeño crujido, mire hacia abajo para encontrarme con un montón de pildoritas aperladas y pequeñísimas tiradas junto a otro frasquito, levante una perla para verla de cerca, mi garganta se secó cuando la reconocí, eran los sedantes que le proporcionaron en el hospital a Rubén cuando se desato todo el caos, eran fuertes, con solo una el quedaba inhabilitado por horas enteras, no coordinaba bien, le costaba hablar o generar acciones, perdía la orientación y el hilo de su línea temporal, no duro más de una semana con ellas, su cerebro quedaba revuelto cuando el efecto pasaba, tardaba en reconocer y recordar donde estaba, temiendo por que el sedante fuese tan fuerte que afectara su memoria de largo plazo o su coordinación motriz se viese comprometida permanentemente fue que los medicamentos le fueron retirados. ¿Cómo demonios los extrajo del hospital? ¿Cómo nadie se dio cuenta? Esto significaba que Rubén estaba a enganchado a esos medicamentos mucho antes de que Michael lo descubriera, tal vez mucho antes de que el mismo Rubén se diese cuenta, nadie se percató hasta que perdió por completo el control del consumo.

Mi vista volvió a su cuerpo, seguía en la misma posición, sus dedos continuaban rascando el suelo sin parar al ritmo de un minutero, su rostro giro en mi dirección, su mirada se detuvo en mis ojos sin expresar sensación alguna, el negro de sus pupilas había devorado por completo el verde avellana de sus ojos, suspiro de forma asfixiantemente profunda y sonora, un hilo de saliva se derramo de entre sus fluorescentes labios. Trague con fuerza, recogí el frasco para leer la etiqueta buscando la cantidad de pastillas que contenía, comencé a recoger las que encontré tiradas en el suelo contándolas con rapidez asegurándome de encontrarlas todas, conté 11 de 20 pastillas contando la que había pisado. Pero ¿cómo saber si el frasco estaba nuevo? Si había ingerido 9 pastillas de ese frasco podría entrar en un paro cardiaco y respiratorio del que no volvería. Le escuche respirar profundamente de nuevo, empecé a sentirme alarmado, mi cerebro empezó a salir del trance, lo tome en brazos y lo cargue hasta al baño, era como un costal de arena, su cuerpo no ponía la más mínima resistencia a nada, ni siquiera logre que pudiese quedarse hincado, estaba completamente ido, era un vegetal. Lo incline sobre la tina de baño tomándolo de la cintura para mantenerlo en el sitio y le introduje los dedos en la garganta hasta que logre provocar que vomitara, repetí la acción unas tres veces más hasta que su estómago no tuvo más que vaciar, conté tres pastillas más en ese líquido espeso que había expulsado. Comenzó a toser por lo que rápidamente le limpie el rostro y lo arrastre al dormitorio antes de que Alexby despertara por los ruidos, lo recargue en una esquina en el suelo posado en la pared lo mejor que pude, regrese al baño a enjuagar la tina, regrese a la sala, recogí y busque más frascos entre los cojines y deje todo en su sitio.

Estaba haciendo mal, sabía que debería llamar a emergencias, si Rubén había ingerido demasiadas pastillas podría morir si no era atendido inmediatamente pero algo más en mí se negaba a hacerlo. Lo mantendría despierto toda la noche si era necesario, hasta que el efecto de las drogas pasara, la figura de mi otro yo me saco un susto cuando regrese al dormitorio, se veía feliz, lo que me hizo correr hacia Rubén, este respiraba con agitación pero seguía sin tener la vista enfocada en algo, su saliva resbalaba por la  mandíbula en hilos que se le adherían a la playera gris.

“Si no llamas a urgencias va a morir, si no llamas a un doctor él habrá fallecido para cuando amanezca”

Mi inconsciente me insistía, pero yo me negaba, no quería, no quería otro infierno como el de la última vez que pisamos fuera del departamento, no quería otros meses dentro de las paredes frías de un hospital, con ese horrendo aroma a desinfectante clínico. Los recuerdos me acribillaban el cerebro, estaba entrando en pánico, comencé a depositar palmaditas en las mejillas de Rubén para evitar que cerrase los ojos, su respiración era cada vez más forzada, y fue acelerándose hasta que logro inhalar fuerte mente para después solo detenerse, sus parpados se relajaron sin cerrarse y toda luz se fue de sus ojos.

Lo que sucedió después fue confuso, recuerdo que grite, grite mucho pero no escuchaba mi voz, el cuerpo de Rubén termino en el suelo y yo comencé a golpearle el pecho con el puño con fuerza, un zumbido atravesó mi cabeza, me sentí pesado, mi cuerpo callo cerca de su rostro cuando unas manos interrumpieron mi visión para después todo difuminarse en negro.

Cuando desperté me encontraba aun sobre el suelo, Rubén no estaba pero debajo de mi cara vi un charco ennatado de sangre coagulada, intente levantarme pero la cabeza me punzo como si mis sesos fuesen a estallar, me lleve la mano a la un costado de la cabeza y fue cuando sentí de donde venia la sangre seca, un poco mas arriba de oreja tenia un chichón enorme y abierto enlodado en glóbulos rojos a medio coagular. Me sentía mareado, muy mareado, la habitación giraba alrededor mío cuando logre sentarme y recargarme en la cajonera de la cama, vomitaría, tenia los oídos tapados. Me puse de pie con dificultad pisando el charco asqueroso de mi sangre en el proceso, mi otro yo no estaba, o al menos no lo veía, descubrí el premio del los youtubeawards de Rubén roto en el suelo, era seguro q con eso me habían reventado la cabeza, camine despacio fuera de la habitación, el departamento estaba sumido en un silencio sepulcral, quise gritar por alguien pero el dolor de mi cráneo roto me impidió siquiera abrir la boca. ¿Done estaban todos? ¿ que paso anoche? ¿De verdad había pasado lo que recordaba?

Busque mi celular por todos sitios, lo encendí y marque el teléfono de Alexby, no respondió, después marque a staxx y luego a Vegetta, todos me rechazaron la llamada. Estaría desesperado pero la herida en mi cráneo me impedía actuar de manera normal, todo movimiento me mareaba, paso tiempo, a mi punto de vista mucho, con el cerebro revuelto tal vez fueron minutos o siete horas no lo se, regrese del remolino cuando escuché que decían mi nombre.

Levante la vista, la luz a mi alrededor brillaba demasiado, me encontré con una silueta difusa parada a mi lado, no pude identificarlo hasta que se arrodillo.

-Macho!! Mahe!, lo lamento tanto tanto, yo… no era mi intención… noe di cuenta… santo dio’ no creo darte tan duro te hubiese lleva’o conmigo, tengo que llevarte al ho’pital.

¿Qué? Yo no entendía nada, estaba avergonzado, me levanto del sofá de un tiron, mi cabeza giro y caí de rodillas vomitando en la sala.

-Mahe… lo siento, lo siento.

Quería que parara con sus disculpas, me confundía aun mas, mis ojos pararon en una perlita bajo la mesa de centro… Rubén. Un par de pies asquerosamente conocidos aparecieron en mi visión, mi otro yo estaba presente de nuevo.

-Cheeto… Rubén

-De’pue’ Mahe, tenemos que ir al ho’pital.

-No no no, Rubén.

Hizo afán de volverme a ayudar a ponerme de pie pero solté otra horcajada amenazando con volver a vomitar por lo que solo me sentó en el sofá para luego desaparecer en el baño, mi otro yo me sonreía sentado en la mesita de centro, hacia algo raro, giraba entre sus dedos algo largo y metálico.

-El pica hielo…

Cheeto volvio con el cubo de la fregona y una jerga para limpiar mi desastre, se arrodillo a pies de aquella figura, este no detuvo el girar del punzón, volteo a mirarme y sonrió de lado.

-Cheeto, ¿donde e’ta Rubén?

-Deja eso, te llevaré al ho’pital primero.

¿El hospital? No, no no no no , no pisare ese sitio otra vez. Mi atención se centro de repente en ese ser, este detuvo su juego bruscamente y después su brazo bajo con velocidad sobre Cheeto al mismo tiempo que yo salte sobre mi amigo para evitar lo que sea que esa cosa quería hacer. Me golpee la espalda con la mesa, el cubo de agua se derramo y mi cuerpo aplastaba el de Cheeto contra el suelo, mis ojos giraban sin control mientras trataba de localizar la figura de mi otro ser cuando empecé a darme cuenta que Cheeto gritaba bajo mío. De un empujón en el estomago me tiro de su cuerpo al suelo, el giro boca arriba abrazándose el brazo, su mano derecha había sido atravesada por el punzón.

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