Regreso

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Barry regresó a su respectiva línea temporal cuando anochecía. Escuchaba a Caitlin y Cisco por el comunicador contándole algo sobre un robo en Starling City. Aparentemente Felicity se había vuelto bastante cercana a su pelirroja amiga y, de vez en cuando, platicaba con ella sus inquietudes.
-¿Resultó todo bien?-preguntó Barry cuando terminasen de hablar, desde los laboratorios Caitlin esbozó una sonrisa forzada.
-Es complicado-admitió- No sé los detalles... Pero Felicity cree que Oliver está actuando raro.
Desde su posición Barry soltó un suspiro mientras miraba a su alrededor.
-Cisco. ¿No queda nada más?
-Todo limpio-acepto el ingeniero, adivinando sus intenciones- Ve con calma, lo tenemos controlado.
-Suerte-le deseó Cait.
Barry apagó entonces el comunicador y corrió directo a Starling City. Una vez ahí busco a Oliver primero en su casa, luego en las calles.
Lo encontró golpeando a uno de los fantasmas, y la violencia que brillaba en sus ojos le asustó.
-Creo que eso es suficiente-le dijo mientras se colocaba delante de él.
Oliver le miró mal por unos segundos antes de darle un último golpe a aquel hombre.
-¿Qué haces aquí?-cuestionó con molestia el encapuchado.
Y Barry tuvo un dejavù.
-¿Qué demonios te pasa?-cuestionó Flash revisando el cuerpo inerte del "villano".
Más bien víctima de las circunstancias.
Oliver le ignoró por completo, y subió al techo más cercano. Barr no dudó en seguirle.
-Oliver-le riñó en voz baja, el otro continuó ignorandole- Escucha... ¡Detente!-exigió.
El encapuchado detuvo sus pasos a regañadientes.
-Todos están preocupados por ti. Ahora solo suéltalo... Esa ira que habías dejado antes... Déjala ir.
Lo vio apretar los puños.
-No lo entiendes. ¿Cómo podrías?-dijo con firmeza Arrow
-He perdido personas importantes... -le recordó
-No lo entiendes-repitió, y en su voz se notaba el dolor- Claro que no...
-¡Entonces explícame!-bramó Flash, desesperado.
Intentaba comprenderlo. Lo intentaba con fuerza. La muerte de Laurel había sido un golpe para todos. Incluído él, cuando había cruzado pocas palabras con ella.
Oliver guardó silencio mientras apagaba el comunicador, ignorando los llamados constantes de Felicity, quien, seguramente tendría que ver con la aparición del corredor.
-Laurel me conocía mejor que nadie... Incluso cuando nunca le fui 100% sincero, ella siempre lo supo. Todos mis secretos. Todos mis demonios...
Barry contuvo el aliento un segundo, sintiéndose algo abrumado. Quizá confrontarlo rudamente no había sido la mejor opción.
-He perdido lo más importante en mi vida. La perdí... Para siempre.
Algo dentro de Barry se quebró al oírlo, pero no por ello se rindió en su actual misión autoimpuesta.
Ayudar a Oliver.
-La amabas-dijo, y no era una pregunta. Se acercó hasta colocar una mano en su hombre.
Oliver se dignó a mirarle entonces.
-No... No como ella merecía... -Admitió con pesar- Ella no era el amor de mi vida, pero yo fui el suyo... -la citó con tristeza.
Barry no supo como interpretar aquello, y Ollie no agregó mucho más luego de esto. Esa noche unos pocos pudieron mirar, desde lejos claro y sin estae muy seguros si no era su imaginación, como Arrow y Flash compartían un silencioso abrazo.
Esa noche Barry no regresó a Central City, y durante esas horas ni el Team Arrow ni el Team Flash supo algo más de ellos.

La mañana siguiente Barry despertó en el departamento de Oliver. La sensación que experimentó le descolocó unos segundos antes de suspirar, recordando que estaba en casa, no en aquel extraño lugar donde todo parecía estar de cabeza.
Se levantó del sofá-cama donde había dormido, no recordando en qué momento llegó ahí. Había tomado unas cuantas copas con Oliver, un alcohol de dudosa procedencia que, aparentemente, había logrado lo inesperado.
Era víctima de su primera resaca. Casi soltó una risotada ante la absurda idea, pero en cuanto notó que la luz del amanecer le molestaba la sonrosita se le borró.
El olor de un delicioso desayuno llegó a sus fosas nasales e importandole poco o nada se dirigió a super velocidad a la cocina.
Mala idea. Solo logró marearse por pura suerte logró apoyarse de la barra-desayunador de la cocina.
-Demonios, Oliver. ¿De dónde sacaste ese licor? -preguntó en voz alta sabiendo que sería escuchado.
-Creí que no podías emborracharte-respondió el rubio sin mirarlo, estando aun frente al fuego mientras terminaba de preparar un delicioso omelette, tan fresco como una lechuga.
-Eso pensaba-contestó el menor frunciendo el ceño, estúpido Oliver y su estúpida resistencia al alcohol.
-Te lo compensaré con este desayuno-declaró apagando la flama y colocando lo recién preparado en un plato para luego girarse para mirar al otro.
Barry mentiría si dijera que aquel omelette no lucía apetitoso.
-Es un lindo gesto pero te recuerdo que un metahumano como yo come muchísimo más que ello-expresó divertido.
Oliver alzó una ceja y señaló con su cabeza hacia el resto de la barra. Varios platos más se encontraban ya ahí, perfectamente acomodados y luciendo igual de apetesibles.
"El desayuno más elegante de la historia" pensó Barry. Su dieta, por la cantidad, siempre resultaba en alimentos hechos más bien a la carrera con un aspecto nada delicoso.
-Adelante. Lo preparé para ti-invitó Oliver, tomando un plato.
Barry no necesitó oírlo una segunda vez. Jaló la silla y estuvo a punto de sentarse cuando olló:
-No iras a comer con las manos sucias, ¿o sí?
Estuvo a punto de replicar un sincero "Acabo de levantarme, es obvio que estan limpias" pero optó por lavarse las manos antes.
Aquel comentario habría sido vergonzoso viniendo de alguien de su edad.
Desayunaron en silencio, el silencio que se podría esperar de comer junto a Flash, quien ingería todo a una velocidad increíble mientras el sonido de los platos chocando al ser dejados de lado llenaba el silencio.
Una vez terminó de comer Oliver se dedicó a observarlo. Le resulto secretamente divertido, y la sonrisa que se le escapó fue rápidamente teñida por la tristeza.
-Lamento lo de anoche-soltó tan repentinamente que Barry casi se atraganta.
-Esta... Cohg. Bien... -logró responder antes de darse pequeños golpes en el pecho.
-No volvera a ocurrir. Es imperdonable causarte semejantes molestias
-¿Bromeas? Es el mejor desayuno de mi vida... Si ganaré esto por oírte créeme que estaré pegado a ti para siempre-respondió sin pensar.
Se arrepintió de sus palabras al instante y se sonrojó mientras una mueca de sorpresa se formaba en el rostro de Oliver.
-Barry Allen, haciendo de psicólogo por comida.-dijo con cierta burla que no llegó a  sus ojos.
El castaño no pudo reír entoces.
-Lamento mucho la muerte de Laurel...-expresó luego de unos minutos callados.
-Yo también-respondió Ollie, luego miró su reloj- Creo que alguien llegará tarde...-mencionó.
Y lejos de recordar un momento similar a ese Barry se encargo de guardar muy dentro de su memoria aquel instante. Terminó de comer a las carreras y lavo los platos antes de que el otro siquiera lo notase.
-Muchas gracias por la comida.-dijo antes de salir corriendo del departamento.
Oliver sonrió por lo bajo.
Barr regresó segundos después.
-¿Me aceptarías un café? Luego. No ahora. Obviamente. En otro sitio. No en tu casa... -Barry habló atropelladamente y el otro solo soltó una risotada.
-Por supuesto, Allen. Envíame un mensaje con el sitio y la hora. Joe se preocupará si no te presentas a trabajar a la hora...
-¿Me has estado investigando?-pregunto Barry con fingida indignación
-Corre, Barry-aconsejó Ollie divertido, el castaño sonrió de vuelta y salió cerrando la puerta tras él.
Por esos cortos minutos Oliver olvidó que Laurel había muerto, y, aunque luego se sintió culpable, admitió que cierta paz nació en su corazón.

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