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Honestamente es triste nunca haber tenido  la dicha de despertar por un rayito de sol que se filtra por mi ventana, como pasa en las novelas y películas. Pero lo era aún más el hecho de que tampoco me despertaba por algo tan común como el sonido de alguna alarma.

A mí lo que me despertaba, eran los gritos del hombre o mujer en turno que estaba obligado a levantar a los refugiados para irse y empezar un nuevo día...

Cuando era pequeña, sin embargo, lo que me despertaba era el llanto de los niños más pequeños que vivían conmigo en el orfanato (no me atrevería a quejarme porque cuando yo era mucho más pequeña, también me pasaba el tiempo llorando). Sin embargo, nunca entendí por qué el reloj interno de los niños pequeños los hace levantarse tan temprano y de un humor especialmente malo. Al menos, yo dejaba dormir a los demás.

—Despierta ya, Bella Durmiente —él se dirige directamente a mí y quizás está siendo especialmente amable porque ayer me vió llorando como Magdalena.

—Ya estoy despierta —gruño, no tengo ni siquiera ánimos de levantarme... No tengo ánimos de nada a secas, últimamente. Con suerte estoy despierta en clases. Es más: con suerte estoy en clases.

Todo lo que quiero hacer estas últimas semanas es dormir y dormir, no quiero hacer mis tareas, no quiero ir a la escuela  no quiero ir a trabajar... No quiero hacer nada de lo que antes me llenaba de emoción hacer. Ni siquiera tengo ganas de comer, motivo principal por el que mi peso se está viendo afectado. Si de por sí soy escuálida ahora estoy igual a un palo.

Sin embargo, como no puedo hacer que por mi culpa regañen a alguien, porque lamentablemente tampoco puedo darme el lujo de quedarme en cama y revolcarme en mi miseria todo el día porque ésta no es mi casa. Lo que es peor, ni siquiera tengo "casa". Quiero decir... más o menos.
Como sea, me levanto y camino hasta los cuartos de baño, donde las demás mujeres quitadas de la pena se desnudan para meterse a la regadera. Yo soy más retraída y me hago de un rincón para quitarme mi ropa. Es lo positivo de tomar la ducha por la noche: Está notoriamente más vacío. Pero anoche estaba demasiado atareada escribiendo y llorando para hacerlo.

En realidad, incluso empiezo a dudar si vale siquiera vale la pena... Supongo que sí.

La mayoría de los refugios, están hechos para quienes salen de los orfanatos, jóvenes de dieciocho a veinticinco años, ya que para entonces se supone ya debes estar estabilizado en un empleo y es más que suficiente para que puedas comprar una casa, construir una o buscar un sitio estable donde vivir. Y estoy en eso. Llevo tres años viviendo así y no es cómodo en lo absoluto, únicamente puedo guardar mis cosas aquí y poco más. Quiero decir, no puedo estar todo el día aquí, estoy obligada a salir y buscar la manera de ganarme la vida.
Y bueno, tampoco es como que seamos cientos ni miles, con trabajo hay quizás unos cincuenta.

Cuando termino mi baño, tomo mis pocas pertenencias y me voy. Normalmente me iría a trabajar puesto que ésta isla es una ruta turística muy concurrida, tenemos muchos turistas constantemente y eso es genial, por que ellos prácticamente mantienen nuestra economía estable. Sin embargo hoy no, debido a que no es temporada de vacaciones... Y eso me da suficiente tiempo libre, al menos, estos días. Casi acaba de terminar dicha temporada, entonces mis turnos se acortan muchísimo, cosa que acorta mi presupuesto económico, ya que aunque sigo recibiendo el mismo sueldo, no obtengo el dinero extra que me generan las propinas.

A pesar de ello, me encanta tener mis días libres. Puedo ir al mar toda la mañana. Bueno, eso hasta que sea hora de que vaya a la Universidad.
Al ser una isleña, claro que amo el mar, a pesar que gracias a él perdí a mi madre. De todas maneras, me encanta estar aquí y observar el paisaje hasta que me arde la piel por el sol.

Paraíso. ➸Ally Brooke y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora