58. Suhail

60.6K 10.8K 3.4K
                                    

—¡Suhail, ven a comer! —me llamó papá pero yo continuaba con mi lamento interior.

No te enamores de Max.

No te enamores de Max.

No te enamores de Max.

Ése era mi nuevo mantra, pues me negaba a creer que ya lo estaba. Era muy joven para estar enamorada. Tenía que ser un error. 

 —SUHAIL.... —llamó otra vez mi papá.

Era tarde ya. Al apagar la música me percaté de que Max no continuaba ensayando. Menos mal. No quería verlo. Me sentía como si él tuviera algo de mi que yo no quise darle... Poder. Eso es. Me sentía como si le hubiera dado el poder para hacerme sentir mal o bien, según como a él le conviniera o quisiera. 

—¿Por qué tienes los ojos llorosos? —me preguntó papá al verme bajar las escaleras—. ¿Todo va bien en la escuela?

Había preparado pan con mantequilla de maní para cenar. Vi la mesa sobre la que estaba colocado el pan. Ahí también había hojas, carpetas y marcadores. Papá siempre llevaba trabajo a casa. Yo le ayudaba a revisar todo y de esa manera pasábamos tiempo juntos. No me quejo. Me gusta aprender de papá.    

 —Más o menos —dije.

—¿Por qué más o menos? ¿Qué pasó, princesa?

No importaba que pasaran los años, yo siempre sería su princesita.

—¿Tiene algo que ver con tu mamá? —continuó preguntando.

Negué con la cabeza: 

—Tengo que organizar una actividad que tenga como tema principal la discriminación —dije y cogí un poco de mantequilla de maní y pan—. Y sólo cuento con Ling para ayudarme.

En realidad esa era la menor de mis penas. 

—Yo también puedo ayudarte —dijo papá, echando un ojo a su trabajo pendiente mientras cenábamos—. Aunque a decir verdad no creo que por eso estés llorando. Dime la verdad, Suhail.

Puedo confiar en papá.

—Es que... Hay un chico...

Mientras decía eso mis manos sudaron y mi corazón latió rápido.

—Oh Dios —exclamó él, interrumpiéndome—. ¿Un chico? Debí suponerlo —Llevó sus manos a su cabeza—.Creo que volveré a fumar.

 Sonreí. —No te preocupes. Él ni siquiera sabe que... Ya sabes... que yo siento cosas por él.

De pronto recordé mi mantra. ¡Es cierto, no debo dar por hecho que estoy enamorada de Max!

No te enamores de Max.

No te enamores de Max.

No te enamores de Max.

—Pues sería un tonto si no se da cuenta  —dijo papá, que debía decir ese tipo de cosas por ser mi papá. 

—Ése es el problema. Ya es un tonto.

—No te enamores de tontos, princesa.

Suspiré. —Eso intento, papá.

—Hablando de enamorados —agregó, riendo—.  Vi a Max afuera con una chica. 

—¿Max Solatano? —pregunté en voz baja. El pan me empezó a saber a arena. 

—¿Tenemos otro vecino llamado Max?

Por supuesto que no.

Mastiqué el pan despacio mientras recordaba las palabras de Ling "Quieres ver qué pasará entre ellos, pero a la vez no quieres saberlo." Y así era. Quería espiar y ver qué estaba haciendo Max. Pero al mismo tiempo no quería hacerlo. Va a doler, me dije.  

Pero tenía que hacerlo. Tenía que verlo. Porque si quería convencerme de no quererlo, debía aprender a hacer a un lado mis sentimientos.

—Iré a ver quién es para poder molestarlo más tarde —le mentí a papá.

Dejé el resto del pan en mi plato, me puse de pie e hice mi camino hacia nuestra sala, buscando una ventana para poder espiar. 

—Eres cruel —dijo papá, que continuaba concentrado en su trabajo.

Encontré una ventana con las cortinas cerradas y me escondí detrás. Y sí, ahí estaba Max, besando a Jessica Russo.

Me alejé de inmediato.

¿Por qué miré?

¿Por qué miré?

¿POR QUÉ MIRÉ?

Fue peor que verlos tontear en los corredores del colegio.

—¿Quién es la chica? —me preguntó papá—.  Seré solidario y le comentaré a Miranda. ¿O es mala idea? Sí... es mala idea —Papá estaba sacando él solo sus conclusiones—. Max podría sospechar que yo le dije a su mamá y me odiaría más. Y como si pudiera odiarme más. ¿O tú qué opinas?

No dije nada. No podía decir nada. Toqué mi estómago, sintiendo cada vez más grande el agujero dentro y corrí hacia las escaleras. Al llegar a mi habitación cerré con doble llave la puerta.

—¿Suhail? —escuché que me llamó papá, tocando despacio—. Puedes hablar conmigo, Princesa.

En silencio me obligué a no llorar y concentrarme en hacer algo más. ¡La actividad de la siguiente semana! ¡Eso me distraerá! Cogí hojas y marcadores y empecé a trazar mi idea. Esto me distraerá. Necesitaba sacar de mi mente a Max besando a Jessica.

—¿Suhail, el chico es Max? —preguntó papá, todavía custodiando mi puerta.

Cerré mis ojos.

—¡No! —me apresuré a negar—. Bueno, más o menos. A Ling le gusta Max. Por eso me siento mal por ella. Es... por ella, papá  —mentí.

—Bueno... Dile a Ling que si quiere hablar conmigo sobre Max, podemos hacerlo —dijo él siendo condescendiente y se alejó. 

No me creyó. Pero sabía que no tocaría el tema si yo misma no insistía. Porque tenía que olvidarme de Max. Sin importar lo que costara, tenía que olvidar. 

Max & Suhail ©Where stories live. Discover now