122. Suhail

70.4K 8.3K 2.5K
                                    

De antemano muchas gracias por sus lecturas, votos y comentarios.

¡Empezamos!

-------


Maratón  Max & Suhail. 1/5

Era cuestión de tiempo. Tenía claro eso. Max necesitaba tiempo. Y yo, por otra  parte, necesitaba ver bien a Max. 

Amaba a Max de todas las formas que se puede amar a alguien: como amigo, como hermano... Y faltaba poco, muy poco, para conocer al Max afectuoso, el amante. Al Max Solatano que acabaría conmigo y al que, quizá, yo acabé un poco. 

Los años que viví a su lado me conectaron de tal forma con él que no había Suhail sin Max. Por eso hoy soy una Suhail diferente. Una Suhail que, la que intentó ayudar a Max, apenas reconocería.  

Pidiendo estar solo, Max pasó muchos días recostado sobre su cama en absoluto silencio. O quizá la palabra que debiera utilizar sea "confinado". Max estaba confinado a su cama, al sentirse, según él, prisionero de su propio cuerpo.

Mi vida, por otro lado, había dado un giro interesante. Hacer amistad con Aitor me animó a participar en más grupos activistas. Entre los dos movimos a nuestra cuadrilla de Amigos de los animales para que también ayudaran a otras causas sociales. Mandamos a confeccionar camisetas y gorras, averiguamos de patrocinios y nos asociamos a diversos movimientos.

Incluso me interesé en el budismo. Eso y más me ayudó a distraerme y olvidar lo triste que me ponía ver mal a Max.

—Si me hubieran dicho que la niña pecosa que se mudó hace once años a la casa de junto se volvería hippie —resopló Max, una noche que me ofrecí a subir su cena—, no lo hubiera creído. Créeme que no lo hubiera creído. 

—No soy hippie —Le entregué su comida y crucé mis brazos sobre mi pecho—. Estoy buscando paz espiritual y activando por...

—Causas perdidas —añadió Max, enojándome, y me mostró la palma de su mano en plan de "No empieces". —Porque si me vas a empezar a hablar del gordo ese...

—Su nombre es Buda —dije—. Bu-da. 

Max abrió un poco más sus ojos. —Eso no le quita lo gordo.  

—Además de que no siempre... 

—No quiero oír, dije —remarcó.

Gruñí un poco antes de decir algo más. —Sabes, el budismo, a ti en particular, te sería de gran ayuda.

Ignorándome, Max extendió una servilleta de papel sobre su pecho y empezó a comer. —Sólo si el olor a incienso consigue que me crezca otra pierna —se burló.

 —No tienes que ser tan majadero  —reclamé, tentada a irme ya.

Y es que Max apenas me prestaba atención, le vi sorprendido de poder comer doble ración de pollo esa noche. 

—¿A este punto llega la lástima que Miranda me tiene? —dedujo, socarrón—. Ahora me da más pollo. 

Y para sacarlo de su error, solté la verdad. —No es así. Lo que pasa es que... —Tragué saliva antes de confesar, pues sabía que esto daría a Max más material para molestarme—. Hoy... Hoy dejé de comer carne.

Max me dirigió una mirada de incomprensión, seguida de una humor.

—Es joda, ¿no?

Max & Suhail ©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz