5. Los problemas de Jeremy

3.2K 288 6
                                    

Después que Jeremy se fue, mi teléfono no volvió a timbrar y alcé plegarias al cielo por ello. Luego caigo en mi realidad. Perdí mi primera clase; por lo que no hay caso, me decido por irme a casa. Voy por mis cosas al casillero esquivando miradas para que no me pillen. En medio de mis peripecias le envío un Whatsapp grupal a Phoebe y Cheryl indicándoles que tuve un percance en el baño y que las esperaba en casa. Ellas enviaron confirmación; aunque Cheryl preguntó si era que me había quedado atrapada en él inodoro. Bufo por su chiste, y la sola idea de eso. no tengo un trasero tan grande. Salgo apresurada de la escuela, y voy hasta la parada del autobús. Medito en que me bajaré antes y compraré algunos snacks en el súper para la pijamada de esta noche. Mientras estoy allí de pie, espero que no se demore mucho, no quiero que nadie me vea capando clases y le vaya con el chisme a mis padres. Nunca falta.

―¿Así que capando clases? ―Una voz grave y gruesa me espanta dándome un susto de muerte pensando que podría ser un profesor. Y no. Cuando me giro y lo veo, el susto se me va. Es solo Jeremy burlándose de mí.

―¡Hey! ―Rujo llevando la mano a mí pecho, y él lanza una sonora carcajada―. ¿¡Te diviertes!?

―Un poco ―acepta socarrón.

Bien hasta ahora no se me había pasado por la cabeza que a él le divirtiera también molestar al más débil; sin embargo, aunque ríe alto, no alcanza a ser genuino. Lo que me hace preguntar, ¿como se verá cuando sonríe de verdad?, pero es tan malvado.

―Que bien; porque eso mismo parece que vas a hacer tú. Señor notas perfectas. ―Él lleva la mano a su pecho fingiendo dolor.

―¡Auch! Golpe bajo Barnes ―anota un punto para mí, señalándome con su dedo.

―¿Y por qué tomas el autobús?, que hay de tu sucio Camaro ―Jeremy ladea su cabeza y enarca sus cejas con incredulidad.

―No es sucio ―defiende―. Tiene estilo que es diferente, y no te importa lo que le pasó.

Levanto una ceja, ladina.

―Parece que el afilado es otro ―digo.

Una mueca cargada de sarcasmo asoma de inmediato en su cara.

El bus llega y se detiene en el punto de la parada. Jeremy hace una arcaica venia para que suba primero, mostrándose como un buen caballero. Eso habla un poco bien de él; aunque no lo exonera de ser tan borde. Lo hago y casi no hay puestos libres, solo en la parte de atrás, y no es que me encante, es la parte que más salta del autobús. Siento su mano tomando mi brazo y llevándome arrastras con él, precisamente hacia la parte de atrás.

―¡Oye! ―Chillo y mi voz se oye tan rara como un graznido.

―Muévete cacatúa, tienes algún fetiche con pararte en la mitad y observar a otros. Estorbas a los demás. ―Se queja señalándome el único puesto vacío junto a la ventana―. Qué esperas ―insinúa apurado que me siente.

Quiero molestarme por lo que ha dicho; sin embargo, se me escapa una risilla; porque solo dice eso para que no me dé cuenta de su buen gesto, al cederme la silla. Exhalo bajo y obedezco, y esto a él parece hacerle gracia. Supongo que no existe un solo hombre en el planeta tierra, que no tenga instinto de macho dominante.

―Gracias. ―Le devuelvo el gesto tomando asiento. Y él se queda de pie apoyándose con sus brazos extendidos sobre las barras de arriba.

―De nada, Ehm. Emily ―arrastra mi nombre; por lo menos se toma en serio lo de dejar de llamarme Mili.

―¿Que harás ahora? ―Pregunta.

Eso le importa. O se siente culpable por hacerme perder la clase. Después de todo si fue toda su culpa. Y ahora que lo recuerdo. ¿Por qué estaba allí? Él nunca pierde clases tampoco.

―Ir a casa, ¿por? ―Respondo con indiferencia, encogiendo mis hombros.

―Yo voy a tomar algo.

―¡Que!, me estás invitando ―suelto divertida.

―Ni al caso. Mili Barnes. ―Vuelve a su estado pedante.

―Tal vez compre algo para llevar en el súper, tengo reunión esta noche ―digo torciéndole los ojos y poso mi mirada en la ventana.

―¿Con quién? Con tu novio invisible.

―¡Oye! ¡Puedes dejarlo ya! Es una pijamada. Bien ―expongo y él ríe a carcajadas.

―En que mundo viven, no creen que están un poco creciditas para eso.

―No es tu asunto.

―Ahí vas con eso otra vez.

―Es la verdad. No te importa lo que haga.

―Eso te crees; así que levantate y mueve tu pequeño trasero ―gruñe.

Quiero abrir mi boca para repostarle por burlarse de mis no tan grandes atributos traseros. Pero qué quiso decir con levantate, me va a acompañar al súper. No le doy más vuelta y lo voy a hacer, y en ese momento escucho una algarabía en la calle que llama mi atención, me fijo más en lo que está sucediendo en la vía. Una señora grita fuerte y muy histérica a dos policías de tránsito, y cuando enfoco más la cara de la mujer me doy cuenta que es Natalie Ross. La madre de Jeremy. Él también se asoma a la ventana poniendo su cabeza por encima de mi hombro haciendo que mis vellos se ericen, e inmediatamente se aleja y se apresura a presionar el timbre para anunciar la parada. El auto bus se detiene por el semáforo que se ha puesto en rojo y apenas abre las puertas él se desliza por ellas rápidamente. No me dice nada, y sin saber que hacer bajo detrás de él. Le sigo como idiota hasta alcanzarle en la cebra del cruce. El semáforo está aún en rojo y todo el jaleo se lleva a cabo al otro lado de la acera.

―¿Qué mierda crees que haces siguiéndome? Quieres más comidilla ―escupe las palabras en mi cara cuando me ve a su lado haciéndome sentir muy ofendida. Esa no es mi intención, ni siquiera sé por qué me bajé detrás de él.

―No, solo... quiero acompañarte tal vez... necesites ayuda. ―Él hace que mis palabras salgan entrecortadas por su reacción; porque nada más se me ocurre.

¿Por qué le seguí? Me estoy machacando en mi cabeza.

―¡Lárgate Em! No necesito tu ayuda. Menos tu compasión. ¡Lárgate de aquí!

Ahora estoy pasmada.

―Estás sorda. Lárgate ―truena furioso e impaciente; y sin esperar a que el semáforo cambie se lanza a cruzar la calle esquivando y pidiendo paradas para cruzar al otro lado.

Me quedo allí tiesa, y muy turbada. Él realmente se ha descargado conmigo. ¿Por qué? Si no es... lo que piensa. Debería mover mi estúpido trasero e irme corriendo y dejarle, y no, encima me preocupo porque no le atropelle un carro hasta que llega donde está todo el alboroto que ya a aglomerado a algunos transeúntes. Jeremy se dirige a su madre. Ella le ve, corre a su encuentro y se escuda en sus brazos como una niña pequeña en un cuadro conmovedor; y después del gesto de su madre él ya no tiene la cara de furia que me dio hace unos segundos a mí. Sus facciones se suavizan, y ahora parece ansioso y muy angustiado. Mi nariz se afloja recordándome que a pesar de eso, me ha tratado muy mal. Pestañeo varias veces pero no logro serenarme, mis ojos se aguan. Seguro es cierto que no necesita mi ayuda, que podría hacer yo, o quién soy yo para hacer algo. Doy por fin media vuelta y me dirijo cabizbaja al súper.

∞∞∞∞

Antes del fuego✔Where stories live. Discover now