XIV. "Amor y esas cosas"

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Descripción: Daryl por fin se ha animado a llevar su relación al siguiente nivel y confesarte sus verdaderos sentimientos, pero su inexperiencia en estas situaciones le causarán un poco de nervios.

Amor y esas cosas

El sol ya estaba por esconderse cuando al fin estabas de vuelta en la prisión. Habías madrugado para ir en busca de leche de fórmula para la pequeña Judith, junto con Glenn. Le diste una sonrisa amistosa al coreano antes de bajarte del auto y entraste a lo que desde hace un tiempo considerabas tu hogar.

Saludaste a quienes se encontraban en el comedor, sin muchas intenciones de conversar. Después de haber estado una buena cantidad de horas bajo el sol, lo único que querías hacer, era descansar.

-Daryl te está esperando en tu celda–Beth te dio una sonrisa pícara y no pudiste evitar sentir tu corazón acelerarse sólo con oír eso.

Daryl y tú se gustaban. Él lo sabía, tú lo sabías, todos en la prisión lo sabían. De todos modos, él nunca se había animado a hacer un "movimiento", así que lo único que había entre ustedes era una fuerte amistad.

Lo viste sentado en tu cama, esperándote, jugando con sus manos y no pudiste evitar suspirar enamorada. Daryl Dixon te tenía mal.

-¿Daryl?–Susurraste y apenas entraste a la celda se puso de pie sin dejar de mirar el piso-, ¿Sucede algo?–Su notorio nerviosismo te causó preocupación. Le tomaste la mano e hiciste que se volviera sentar donde estaba.

Se mordió la uña de su dedo meñique, pensando en cómo empezar. Para el arquero, todo lo que estaba pasando por su cabeza, era demasiado.

Acariciaste su hombro dulcemente y le mostraste una sonrisa, sin saber que eso sólo lo ponía más nervioso.

-Diablos, no soy bueno con esto–Murmuró de manera casi incomprensible y te reíste.

-¿Con qué?

-Esto, amor y toda esa mierda de romance y cursilerías–Evitaba mirarte a los ojos, así que tuviste que tomar su rostro entre sus manos para que lo hiciera.

-Por favor–Suspiraste. Envolviste tus brazos en su cuello, y pegaste tu frente a la de él cerrando los ojos. Como bien conocías a Daryl, sabías que la única razón por la que no expresaba sus sentimientos, era por el miedo al rechazo-, por favor, dilo.

-Me gustas y cosas así, ya sabes, estoy enamorado de ti. Quiero estar contigo y esas cosas, bueno, si tú también quieres.

No era necesario más, era todo lo que querías oír. Asentiste en silencio, emocionada, y, sin dejar que siguiera hablando, besaste sus labios como si fuera lo único que necesitaras para vivir.

Daryl Dixon One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora