XLIII. "Guerra de nieve"

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Descripción: La navidad ha llegado a Alexandria y junto con ella, la nieve. ¿Qué mejor que hacer una sana competencia?

Guerra de nieve

El delicioso chocolate caliente se deslizaba por tu garganta, a medida que bebías el último trago, fascinada. Dejaste el tazón sobre la mesa y, luego, restregaste tu nariz en el pecho de Daryl para, finalmente, quedarte quieta ahí, escuchando los latidos de su corazón y viendo cómo las luces del árbol de navidad de la casa se encendían y apagaban.

Maggie y Glenn volvieron a la sala de estar, sentándose frente a ustedes, al lado de Michonne y Rick, quienes miraban divertidos un álbum de fotografías.

-¿Ya se quedaron dormidos?–Preguntaste curiosa, al darte cuenta de que los llantos de los pequeños gemelos de los Rhee no se escuchaban.

-Como unos angelitos–Susurró Maggie.

-Al fin–Suspiró Glenn, rodeando la espalda de su esposa con su brazo.

La tranquilidad que la pareja sintió no duró mucho, ya que, Abraham Ford entró sin avisar, y de imprevisto, a la casa. El entusiasmo en sus ojos se podía notar a kilómetros y su voz sólo recalcó lo anterior.

-¡Guerra de nieve, hombres contra mujeres, afuera, ahora!

Se miraron entre ustedes y, como si no tuviesen opción, se levantaron de sus puestos y caminaron a la salida de la casa. Carl se encontraba en el pórtico con Enid, cuidando a Judith, esperando a que comenzara esta divertida competencia, y en la calle, Sasha, Rosita, Tara, Eugene, Morgan, Carol, Aaron y Eric ya estaban preparados para la acción, solo faltando ustedes para empezar.

Te acercaste a Daryl, con los labios estirados. Entendiendo que querías un beso de él, tomó tu rostro entre sus mejillas y, cual genio, cumplió tus deseos. Grimes quien estaba a su lado, sonrió conmovido ante la escena, por fin viendo al arquero pleno y feliz. Hace un par de meses que tú y él habían decidido comenzar una relación y desde ese entonces, la sonrisa no abandonaba la cara del arquero.

-Te amo, bebé–Murmuró, tentado a reírse en tu cara-pero, debo advertirte que patearemos tu lindo trasero.

-¿Ah, sí?–Arqueaste una ceja y te cruzaste de brazos, desafiante.

-No debiste haber dicho eso, hermano–Rick dio unas palmadas en el hombro de Dixon, riendo, para luego caminar hacia donde Michonne.

-¡Chicos!–Llamaste la atención de todos, pero con tus ojos aún fijos en los del arquero-¿Qué tal si hacemos esto más interesante y apostamos algo?

-¿Qué apostamos?–Cuestionó Glenn y todos se quedaron en silencio, pensando.

-¿Qué tal si los perdedores son esclavos de los ganadores, por toda una semana?–Propuso Abraham y todos hicieron un woo de "suena peligroso, pero divertido".

-Suena un buen regalo de navidad–Te encogiste de hombros y diste un suspiro-Trato hecho–Aceptaste y miraste a tu novio, con ojos inocentes-, a menos que el pequeño Daryl tenga miedo...

-Trato hecho–Dixon susurró, acercándose más a ti. Acercó su boca a tu oído, intentando ponerte nerviosa-Tengo interesantes planes para ti, cuando seas mi esclava.

Le diste la espalda, mordiendo tu labio sin que lo viera, y comenzaste a caminar hacia donde las mujeres del grupo. Se juntaron en un círculo, uniendo sus cabezas, y planearon una estrategia para poder humillar a los hombres.

-¡¿Están listas?!–Rick gritó desde el otro extremo-¡¿O acaso ya se arrepintieron?!

-¡En tus sueños!–Michonne le respondió, y los otros hombres molestaron al líder de Alexandria con algo que no lograron escuchar muy bien.

-¡Entonces empecemos!–Dijo Glenn emocionado, al mismo tiempo que guardaba el monitor que le permitía vigilar a sus hijos en su bolsillo.

Si bien la idea era pasar un buen rato, libre de preocupaciones, la integración de la apuesta había vuelto las cosas un poco más competitivas de lo esperado y, a los pocos minutos de haber comenzado, las bolas de nieve atravesaban furiosas por el aire. Con las chicas lograron construir un fuerte, al igual que sus contrincantes, pero lo difícil sería protegerlo. Quien primero lo destruía sería el ganador.

Luego de casi una hora, cuando ya comenzaba a anochecer, los hombres no solo tuvieron que aceptar su inminente derrota, sino que también el hecho de que, por siete días, estarían bajo su mandado.

Para terminar el día, todos cenarían juntos, así que comenzaron a entrar a la casa con la intención de cocinar algo que les gustara a todos. Ibas a seguir a tus amigos, pero, en vez de eso, te acercaste a Daryl quien se mantenía quieto en la mitad de la calle, mirando la nieve.

-¿Te pasa algo?–Inclinaste la cabeza hacia un lado, preocupada.

-Es sólo que... perdí, entonces, no serás mi esclava.

-Hey, tranquilo–Pasaste las manos por su cabello y te miró sin expresión alguna-, no te haré hacer nada que no te guste–Le guiñaste un ojo e intentó hacer una, bastante fallida, sonrisa.

–No entiendes, ________. Si es que no eres mi esclava, ¿cómo hago para obligarte a que te cases conmigo?

Tus ojos probablemente se agrandaron un poco más de lo normal, sólo porque la pregunta del cazador era bastante inesperada para ti, pero no para Glenn y Rick, quienes se habían quedado en la entrada de la casa para ver la romántica proposición. Necesitaste un par de segundos más para recordar que el pobre Daryl estaba frente a ti, con una cara de espanto gigante, esperando a que dijeras algo.

-¿Ha-hablas en serio?–Musitaste, con una mano en el pecho y una sonrisa imborrable en tus labios.

-Hmm–Asintió tímido, temiendo tu respuesta.

-¡Ay!–Chillaste, colgándote de su cuello-¡Sí quiero, sí quiero!

-¿En-en serio?–Balbuceó, sin poder creerlo. Tus labios en su hombro le causaron un cosquilleo que lo hicieron, si es que era posible, aún más feliz.

-¡Sí, sí, sí!

De pronto tus pies dejaron de sentir el suelo, y es que el ojiazul estaba tan feliz de que quisieras casarte con él, que te levantó mientras lo abrazabas.

-Te amo–Susurró, bajándote. Sujetó tu rostro y besó tu frente-Tu anillo está bajo el árbol de navidad, lo dejé ahí hace una semana, ese es tu regalo.

-Cállate, Dixon. No me interesa el anillo–Colocaste un dedo en sus labios y te reíste.

Y no mentías, el anillo no te importaba en lo absoluto. Ningún otro regalo lo hacía. Daryl, él era tu mejor regalo de navidad.

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¡Hola! jajajaj no sé qué decir, sólo gracias por leer y las quiero mucho.

PD: Necesito ideas para historias navideñas. Así que, POR FAVOR, cualquier idea, les ruego, háblenme.

Daryl Dixon One ShotsWhere stories live. Discover now