Descripción: El destino, por desgracia o fortuna, vuelve a reunirte con el hombre que rompió tu corazón.
Siempre puedes volver - Parte 1
-Buenos días–Sonreíste.
Tus padres te devolvieron el saludo y suspiraste conforme, sintiéndote agradecida de la vida. Cada día es un regalo, te repetías constantemente y si bien el mundo ya no era lo que fue, no te podías quejar.
Apenas había comenzado la infección, tu familia había hallado refugio tras las murallas de Alexandria, por lo que, básicamente, eran cofundadores de la comunidad, junto con la familia Monroe. Alexandria era un lugar encantador, donde la calidad de vida era mejor que cualquier expectativa actual, por lo que te considerabas bastante afortunada. De todos modos, el hecho de pensar que pasarías el resto de tu vida encerrada en este lugar, te hacía sentir un poco frustrada.
Aaron, tu hermano mayor, y Eric, su novio, se encargaban desde ya hace un tiempo de reclutar a gente que encontraran en el exterior. Tú también querías apoyarlos en esa labor, pero tus padres habían decido que mientras menos tiempos estuvieses fuera de la zona de seguridad, mejor. Así que por ahora–hasta que lograras convencerlos–, sólo te encargabas de labores más domésticas, como cocinar para los ancianos o enseñarle a los niños más pequeños del lugar.
-Estaba pensando en salir a practicar mis disparos hoy–Mencionaste, mientras te llevabas una rebanada de pan a la boca.
-¿Afuera? No creo que sea buena idea, ________.
Tu madre tosió algo tensa y tu padre intentó fingir que no había escuchado lo que dijiste. Suspiraste, preparada para reclamar, pero el ruido–proveniente desde afuera–del portón abriéndose interrumpió la incómoda conversación.
-Deben ser Aaron y Eric–Murmuraste, evidentemente emocionada.
Dejando el desayuno a medias, te pusiste de pie y rápidamente te dirigiste a la calle, seguida por tus padres. Desde el pórtico pudiste notar la familiar RV en la que Aaron y su novio habían partido hace unas semana y, recién cuando viste a tu hermano bajarse de esta, sentiste tranquilidad.
-¡Aaron!–Chillaste.
Corriendo cada vez más rápido, comenzabas a acercarte a él, y cuando ya lo tuviste frente a frente te recibió con un fuerte y emotivo abrazo.
-¡Dios mío, estás de vuelta!–Dijiste, sintiendo calma, pero, luego te alarmaste-¡¿Dónde está Eric?!
-Está en la RV, está bien–Susurró en tu oído.
Te separaste de él, aún contenta, pero cuando miraste a quienes los rodeban, sentiste tu corazón detenerse de manera violenta. Tu sonrisa desapareció por completo cuando, entre la gente que tu hermano había reclutado, hallaste una cara conocida. Daryl Dixon, el hombre que había roto tu corazón hace casi ya dos años, se encontraba frente a ti.
Evitaste mirarlo a los ojos, aunque sabías que él sí te estaba mirando. Intentaste pretender que estabas bien, pero los recuerdos se repetían en tu cabeza una y otra vez. Tus padres y tu hermano te miraban extrañados, sin saber qué estaba sucediendo y por qué actuabas así.
-Bienvenidos a Alexandria–Susurraste apenas, evitando la mirada de todos, para después dar media vuelta y comenzar a caminar en dirección a tu casa.
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Wooooo, de pronto se me ocurrió esta idea y pensé que sería buena y..... well, salió esto jajajaja LAS QUIEROOOOOOOOOOO.
