Tres, 27 de mayo de 2009

778 108 41
                                    

Querida Lydia:

Ya hace unos días que quería escribirte esta carta, pero no he encontrado el momento para hacerlo. Tampoco es que haya estado muy ocupado, así que supongo que simplemente no he encontrado el ánimo suficiente. Papá dice que es normal que pase esto y que no hace falta que me fuerce a escribirte, pero de verdad quiero hacerlo, así que allá va.

Más que nada quiero darte las gracias por venir al funeral de mamá. Sé que tú y yo no somos los mejores amigos. No somos amigos, en realidad (aunque me gustaría mucho que lo fuéramos). Es por esto que no esperaba verte aparecer en la iglesia con tu madre para apoyarnos a papá y a mí aquel día.

Gracias por acercarte a mí y hablar conmigo a pesar de que no tenías por qué hacerlo. Aparte de Scott, ningún otro niño del cole se molestó en venir. Creo que nadie sabía qué decirme, aunque supongo que es normal. Pero tú sí que viniste y me preguntaste cómo estaba. Es posible que vinieras al funeral porque tu madre te lo dijo, no lo sé, pero la cosa es que apareciste, y eso es más de lo que mucha gente hizo. Y más de lo que yo imaginé que pasaría.

Así que quería decirte que, a pesar de que la semana pasada fue sin duda la peor de mi vida, tú conseguiste sacarme una sonrisa cuando llegué a casa y me puse a pensar en lo que había pasado. Puede que te suene como una gran tontería. Quizá incluso estás pensando que cómo es posible que alguien pueda sonreír cuando acaba de perder a su madre.

Pero es así, Lydia. Ojalá las cosas fueran diferentes y no tuviera que serlo, pero lo es. Si tan solo supieras cuánto me alegró verte... Fue como comprender de repente que puedo contar con más gente de la que pensaba. Repito que sé que esto no nos convierte en amigos, pero estás ahí y me tienes en cuenta, aunque sea un poco. Dentro del horror de estos días, poder pensar algo como eso me vale para saber que no todo es malo.

Al día siguiente del funeral te presentaste en mi casa. De nuevo, no me lo esperaba. Yo no había ido al cole porque todavía no me encontraba muy bien y no me veía con fuerzas para enfrentarme a los comentarios de la gente, ni condolencias ni lástima que casi sin ninguna duda serían fingidas. No quería escuchar nada. Sinceramente, en un primer momento pensé que tampoco quería hablar contigo, que necesitaba el día para mí.

Pero me habías traído unos libros. Tres, para ser exactos, y dijiste que eran tus favoritos y que los leías cuando no tenías el ánimo muy alto o cuando querías estar sola. No mencionaste a mi madre, tampoco mostraste lástima por mí. Solo me los diste y me explicaste lo que esos libros significaban para ti.

Y me sonreíste. Los dos sabíamos que no era una conversación cualquiera como la podríamos haber tenido en el patio del colegio, pero al menos no hablamos de lo último de lo que quería hablar yo. La tensión en el ambiente estaba ahí porque incluso una semana después es innegable, pero tú conseguiste que, durante el rato que estuviste en casa, me centrara en otras cosas que no tuvieran que ver con mi madre.

No te pregunté por qué habías venido, y tú tampoco me diste ninguna explicación. Pasó y ya está, y a día de hoy estoy bien con eso. No hemos vuelto a hablar de que aparecieras en mi casa a pesar de que no hubiera ninguna razón que te obligara a hacerlo. De hecho, apenas hemos vuelto a hablar en general, ya que hoy ha sido el primer día que he vuelto al cole y solo nos hemos mirado, pero nada más. Como ya he dicho, estoy bien así.

Saber que te has preocupado por mí, aunque haya sido de esa manera tan peculiar (papá me ha explicado esta mañana que peculiar significa extraña, aunque es posible que ya lo sepas), hace que vea las cosas de otra manera. 

De nuevo, gracias por haberme tenido en cuenta, Lydia, para mí significa mucho más de lo que puedas llegar a creer.

Con cariño,

Stiles

Para Lydia || StydiaWhere stories live. Discover now