Capítulo 13: Dafne

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Ella sonrió en silencio, pero no negó ni aceptó que yo fuese el mejor y eso era muy típico de ella, jamás perdería.

—¿Paz entre nosotros? —estiré mi mano.

—Está bien —me cogió la mano y las movimos al mismo tiempo.

Fingimos muy bien que el momento había sido completamente normal pese a que la tensión que había entre nosotros era palpable y eso me confundía un poco, no me había sentido así antes con ninguna otra chica.

***

—¡Uno, dos! ¡Vamos David! ¡Mueve el maldito trasero! —oí una voz masculina y fuerte.

Me sobresalté y abrí mis ojos, pero cuando iba a moverme con brusquedad noté que Mila se encontraba durmiendo entre mis brazos.

¡Mierda!

Nos quedamos dormidos y ese sonido provenía desde las canchas, estaban entrenando ¿Quién demonios entrena después del carnaval veraniego? ¡Maldito Fred!

—Mila, despierta —la moví levemente.

Ella abrió un ojo con el ceño fruncido y luego se quedó mirándome.

—Nos quedamos dormidos.

Mila se sentó enseguida soltándome. Ya estaba de día, pero era muy temprano, de seguro cerca de las siete de la mañana.

—¿De dónde vienen esas voces? —me preguntó mientras miraba hacia todos lados.

—De la cancha, están entrenando.

—¡Diablos!

—Shht —la hice callar.

Me puse de pie pensando en qué demonios hacer para salir de esta situación. Era imposible saltar el muro porque iban a vernos enseguida, hasta que se me ocurrió un plan B. Le dije a Mila que bajáramos del árbol, ella de inmediato me siguió y caminamos en silencio a través del bosque rodeando todo el muro que nos separaba de la cancha.

—¿Y ahora qué? —me preguntó.

—Aquí están los camarines, debemos actuar...

—¿Qué?

Seguí caminando y llegamos a una reja que tenía un agujero justo por debajo, pasamos casi de rodillas hasta el otro lado y bajamos por una de las escaleras de los camarines.

—Ruega que todos estén en la cancha —susurré.

—No me asustes.

—Ya sabes, si Fred nos ve, inventaremos algo.

Giré la manilla de la puerta y me asomé al pasillo, afortunadamente no había nadie, así que le cogí el brazo a Mila y la arrastré hasta que estuvimos adentro. Cerré con cautela y caminamos lentamente por el pasillo.

—¿Dónde está Bruno? —escuchamos la voz de Fred y unos pasos que se acercaban a toda velocidad.

La puerta de entrada a los camarines se abrió dejándome ver el rostro de Ethan quien nos vio a Mila y a mí, pese a que se vio confundido apenas nos vio, se detuvo unos segundos dándome el pase para abrir la puerta de los artículos de aseo y me metí ahí junto a Mila. Era muy estrecho, tanto que ella prácticamente estaba abrazándome.

—Se estaba levantando, Fred. No pensamos que fueras a ser tan cruel y harías entrenamiento hoy —mintió Ethan.

Suspiré aliviado y Mila también.

Los pasos se alejaron y abrí lentamente la puerta, me aseguré de que no hubiese nadie más y corrimos a través del pasillo hasta que estuvimos afuera del lugar. Apenas entramos a la cabaña, Mila se rio de lo que habíamos hecho y yo corrí a ponerme la ropa de entrenamiento y corrí de vuelta hacia la cancha.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora