Capítulo 22 | Cuadrántidas

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Es viernes y he despertado al lado del chico que amo, Nate sigue durmiendo mientras yo acaricio su cabello para despertarlo.

—¿Qué sucede Hayashi? —dijo aún medio dormido.

—Solo quiero despertarte.

—¿Podría dormir un poco más? tu cama es tan suave.

—Duerme Nate —le susurré al oído.

Me encuentro en la cocina, quiero prepararle el desayuno y llevárselo a la cama, he dejado el pan quemarse, así le gusta a él, también le daré algunas frutas y un café sin azúcar.

Cuando entré a la habitación él estaba colocándose sus nuevas prótesis.

—Espera Nate, no te pongas las prótesis todavía.

—¿Por qué? —esbozó una sonrisa.

—Desayunaremos en la cama, como te había dicho hoy no tengo que trabajar, la señora Hart me ha dado el día libre, nos quedaremos todo el día aquí descansando.

—Como tú digas Hayashi, ayer me divertí mucho en las galerías de arte de la ciudad, gracias por vivir mi sueño conmigo.

—Gracias a ti por ser uno de mis sueños —lo besé mientras colocaba la bandeja del desayuno sobre la cama.

Estoy recostada sobre su pecho, acabamos de desayunar, un poco de café se derramó sobre la sabana cuando nos besamos apasionadamente, luego él encendió la televisión, estaban pasando las noticias.

“Hoy será la lluvia de estrellas Cuadrántidas, no lo olviden…”

Ambos nos miramos con una sonrisa pícara, no era necesario decir nada.

—¿Quieres ir? —pregunté— será en el bosque a las afueras de la ciudad.

—A dónde sea contigo Hayashi —jugó con mi cabello— será muy hermoso observar nuestra metáfora.

—Lo será, pero es una metáfora que siempre nos ha acompañado aun si no vemos estrellas en el cielo, aun en nuestras noches más oscuras, como tú dijiste.

Varias horas después, al caer la noche…

Afortunadamente no hay muchas nubes, no es necesario que nos adentremos en el bosque para ver las estrellas, en el parque Libertad se ven perfectamente pero aún no ha comenzado la lluvia de estrellas, mientras tanto nos encontramos recostados sobre el césped, tomados de la mano esperando el momento de nuestra metáfora.

Una hora después divisamos las primeras estrellas con trazo luminoso, segundos después la cantidad se duplicó y estas iban en diferentes direcciones.

Es un espectáculo maravilloso, nuestras miradas se cruzan y luego se separan para observar esas estrellas fugaces, nos hemos puesto de pie para sentir que estamos más cerca de esa metáfora, en realidad siempre hemos estado cerca y a ambos nos gusta pensar que nuestro amor ya estaba escrito en las estrellas, marcado en esas noches oscuras que ahora son luminosas porque estamos viviendo el amor que siempre soñamos.

—Y saber que todo comenzó en una cafetería, te veías tan hermosa ese día, tu blusa roja, tu falda floreada, jamás olvidaré ese día Hayashi, el día que te vi por primera vez.

—Es curioso, yo solo pensaba que eras un rubio desarreglado que no dejaba de verme y ahora mira, estamos juntos, enamorados y mirando hacia el cielo.

—Te pusiste tan nerviosa que casi te ahogas con el café —rió.

—Es cierto yo tampoco olvidaré ese día —afirmé mientras quise refugiarme en sus brazos.

Las estrellas nos siguen cautivando, nunca dejarán de hacerlo, siguen lloviendo estrellas, siempre lloverán para nosotros.

—Te amo Hayashi.

—Te amo Nate Gardner.

Solía ser la chica que se conformaba con una estrella fugaz pero ahora es diferente, soy una mujer que posee la lluvia de estrellas completa.

Lluvia de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora