CAPÍTULO VII

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Me miro en el espejo y tuerzo la boca cuando no me convence la ropa que llevo puesta. Un vestido de color azul ajustado en la mitad superior de mi cuerpo y holgado en la inferior. Me llegaba hasta las rodillas dónde alcanzaba a combinar con mis alpargatas negras.

—Esto es mucho, Annie. Esto es mucho — susurro insatisfecha. Me siento ridícula y seguramente Ian lo notaría. Se daría cuenta de que me arregle más de lo debido.

Es solo un festival. Solo un festival.

Voy rápidamente a mi habitación y me desnudo en tiempo récord para colocarme los vaqueros ajustados, una camiseta azul y una chaqueta de cuero sintético. De una patada me libero de los zapatos y vuelvo a decir «hola» a mis converse.

En pocos minutos estoy en el baňo mirando mi tan familiar imagen.

La misma Annie de siempre. 

Me saco la liga de la muňeca y me amarro un moňo a mitad de la cabeza dejando sólo el flequillo. Al término compruebo la hora y mis entraňas se tuercen cuando descubro que faltan cinco minutos para que Ian llegue a buscarme.

Me cruzo el bolso por el pecho y bajo hasta la sala. Mi madre está sentada en el sofá viendo su telenovela favorita.

—Mamá, estoy casi lista — le informo.
Me mira con una sonrisa.

—Te ves hermosa, cariňo. — Se levanta y viene hasta mí para acariciarme los hombros —. Tengo algo para ti. — Se saca la cadena que lleva puesta en el cuello y me la coloca —. Es la cadenita que mi abuela le dio a mi madre en su primera cita y mi madre me la dio a mi en la misma ocasión. Ahora yo te la doy. — Sonríe ampliamente — Y te digo algo, ambas citas fueron increíbles.

—Mamá — Pongo los ojos en blanco —, no es una cita.

—¿Estás segura? — alza la ceja derecha.

—¿Es que es muy extraňo que una chica y un chico sean amigos?

—No, claro que no. — Acaricia mi rostro —. Pero veo en tus ojos cuanto te emociona esto. Vi en tus lindos ojos aquella luz que nace en cada uno de nosotros cuando hablamos de la persona que nos gusta... Eso hija, eso que vi en tu mirada cuando me contaste sobre Ian, es lo que me dice que no es solo una amistad.

Vaya, eso no me lo esperaba.

—Pero en su mundo si lo es. Es un chico demasiado bueno. — lo digo con demasiada tristeza. Si, tristeza porque sólo es un chico amable y así debe ser con todo el mundo. No es que yo sea la especial.

—Regla número uno... — Agranda los ojos y alza su dedo índice — primero conocelo. Regla número dos, arma una relación de confianza con él y regla número tres, núnca pero núnca digas que no te puede amar. Si él es el chico destinado para ti, entonces te amará de la misma forma que tu lo harás y si no lo es, entonces pronto llegará el indicado.

—Si, mamá. — Le doy un fuerte abrazo —. Gracias.

Aún es muy pronto para pensar en el amor.

El timbre suena y mi estómago se contrae. Le doy una mirada inquieta a mi madre y me dirijo a la puerta. Ian me sonríe de forma nerviosa.

—Hola — saluda apoyándose en el marco de la puerta. Nuestros ojos se encuentran directamente y titubeo.

¡No empiezes ahora, Annie!

—Hola — le respondo y al cabo de unos pocos segundos mi madre aparece por detrás y saluda amablemente a Ian. Por un momento tengo miedo de que no puedan tener una buena interacción debido a Bruce pero no es así. Ambos se hablan amablemente y eso me deja tranquila.

Mis ganas de tiWhere stories live. Discover now