Capítulo 5

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El lunes por la mañana Kwan Yun despertó de sobresalto al no sentir la alarma de su celular o la voz de su madre gritándole que debía levantarse, tomó con miedo el aparato y vio la hora marcada ahí, cinco minutos para las ochos de la mañana; ahogando un chillido de horror se levantó de un salto, soltando un quejido lastimero cuando sus músculos aún adoloridos por deporte le dieron una mala pasada. 

Sin importarle algo se encerró en el baño, y luego de una bastante corta ducha salió con el cabello mojado y con una toalla rosa cubriendo su cuerpo, y sin secarse como era debido se comenzó a poner el uniforme, tropezó con su pequeña mochila negra mientras se arreglaba al paso las largas calcetas. Kimi comenzó a ladrar, y calló, ladeando la pequeña cabeza, al ver a la pelinegra tirada en el piso, terminando de arreglar las prendas. 

Bajó con paso rápido las escaleras de su hogar, siendo seguida de cerca por la perra, tomó al vuelo su mochila sobre la mesa de la cocina y también un pan con mermelada de mora, ignoró la pequeña nota rosa al lado de la taza roja de café humeante. 

—¡Nos vemos Kimi! ¡No hagas mucho desorden!— Le lanzó un beso al animal con el pan en la boca, y poniéndose sus zapatos, abrió la puerta, mentalizándose para correr como jamás, -ni en clases-, lo había hecho en sus diecisiete años. 

—¡Kwan Yunnie!— Detuvo su pié que había comenzado a golpear de forma rítmica la acera, con los ojos fijos en la luz roja del semáforo, desviándolos hacia la persona que le había gritado, y vio a Chanyeol correr hacia su dirección, alzando una mano y sonriendo a su persona. —Hey...—El pelirrojo jadeó en busca de aire. 

—¿T-También vas tarde, Chanye-yeol?—Preguntó, con los ojos bien abiertos, frunciendo el ceño cuando el aludido asintió. —¿Y las prácticas de la mañana?— Era consciente, gracias a Baekhyun, que los entrenamientos de ese día eran bastante importantes. 

—Me he quedado viendo hasta tarde una película y pues...— El jugador rió por lo bajo, rascando su nuca. —, hoy me despertó Xiumin hyung, diciendo que iba a llegar tarde hasta a clases.— Terminó explicando. 

La luz cambió a verde. —¡Vamos, vamos!— Y tomando la mano de Kwan Yun, comenzó a correr, llevándose consigo a la para nada atlética pelinegra. —Solo un par de calles más.— Soltó en cuanto escuchó los jadeos en busca de aire provenientes de la fémina que le seguía a duras penas. 

Ambos Park se detuvieron en el inicio de las escaleras de la escuela, una más jadeante y cansada que el otro, las manos apoyadas en las rodillas, y las comisuras de los labios de la más baja manchados con un poco de mermelada. A paso más calmado comenzaron a subir las escaleras, riendo por lo bajo y separándose en cuanto el chico exclamó algo sobre las prácticas. 

—S-Suerte...— Susurró la pelinegra en cuanto vio como la espalda de Chanyeol se volvía más pequeña a medida que éste, en largas zancadas, se aproximaba a la entrada-salida de las canchas. Soltó un suspiro y, más calmada, emprendió su marcha hacia su salón, a sabiendas de que a ese ritmo terminaría llegando tarde de todos modos. 

Con las piernas algo temblorosas se adentró a su salón, ya con varios alumnos dentro, hablando entre ellos e ignorando olímpicamente a la desastrosa Park que arrastrando sus pies fue a su asiento en mitad del salón, dejando su mochila sobre la mesa y dejando caer su cabeza sobre la misma. A los segundos comenzó a buscar su celular, ahogando un chillido de horror al notar que lo había dejado sobre su mesita de noche. 

—¡Yunnie!— Miró con una mueca a Baekhyun, que sonriente se acercó donde ella, llamando la atención de todos. —¿Qué ocurre?— El pelinegro ladeó la cabeza en cuanto se sentó al lado de la chica, arrugando la nariz. 

Shy [Xiumin; EXO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora