Capítulo 8: Rosas blancas

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Video: "Te regalo una Rosa" (es preciosa la canción, se las recomiendo)


Llegué a la casa, lo único que quería era subir a mi cuarto y no salir jamás en mi vida.

Malena: Hija, cómo te fue?

Azul: bien mamá, todo está listo, mañana quedé de encontrarme con Diego para empezar a trabajar........mami, tengo prisa, necesito darme una ducha, estoy un poco cansada, voy a dormir un rato (Lo dijo subiendo rápido las escaleras para evitar que su madre la viera llorando).

Entró a su habitación y se arrojó en la cama a llorar, había vivido el momento más hermoso de su vida y a la vez el más triste y decepcionante.

Azul: Me llevaste al cielo Diego, me hiciste volar, y desde lo más alto me dejaste caer (sus lágrimas iban bajando por sus mejillas, su corazón latía muy fuerte y se sentía triste y desdichada). No te importó, para ti solo fue un acostón y nada más. Dios mío ayúdame!, tu más que nadie sabes cómo me duele que nunca voy a poder ocupar un lugar en su corazón (se quedó llorando abrazada a su almohada).

Llegué a la casa, solo quería meterme debajo de la ducha, y no escuchar nada más, no sé por qué me sentía como un miserable, la lastimé, se entregó a mí por primera vez y la traté como a una cualquiera.

Diego: eres un imbécil Diego, lo único que tenías que hacer era decirle que fue maravilloso, que te encantó, que disfrutaste estar con ella como nunca habías disfrutado con otra, que te encanta su ingenuidad y que te encantó ser el primero y que ella fuera tu mujer, ¿tan difícil era idiota decírselo?. Pensó con tristeza

Sarah: Diego? Hijo, qué tienes, estás como ido, triste, pasó algo?

Diego: No nana, solo estoy un poco cansado, voy a darme una ducha. Por favor si llega Carlos, me avisas. Dijo esto y procedió a subir las escaleras.

Sarah: Ay mi amor, a mi no me engañas y esos ojitos me dicen que estás sufriendo y no sé por qué siento que Azul tiene que ver en todo esto (dijo mirando como subía.)

Josué estaba en la Hacienda de Carlos, había ido por lo del trabajo que Diego le había mencionado.

Josúe: Maldita sea, por ahora te voy a hacer caso Diego, pero ni te creas que esto se queda así, yo no nací para ser el mozo de nadie, te voy a destruir, la venganza es un plato que se come frío (pensó). Por ahora voy a hacer lo que me dices, porque de alguna manera me conviene seguir viviendo en la hacienda y saber tus pasos (Dijo).

Carlos: Vaya! hasta que por fin llegas (dijo un poco molesto), se supone que debiste estar aquí a las 9:00 y son más de las 10:00, si así vas a empezar creo que tu estadía día aquí será muy corta.

Josué: No soporto a este imbécil, es igualito de prepotente que mi primo. Perdón (dijo apretando la mandíbula) se me presentó un inconveniente y no pude llegar a tiempo, no volverá a pasar.

Carlos: Eso espero Josué, mira que no tengo paciencia para lidiar con tus tonterías. Mira, te presento a Domingo, el es el capataz de la hacienda y te mostrará lo que vas hacer, ahora los dejo tengo que hacer unas cuantas cosas, dijo y se fue.

Diego estaba con una toalla enrollada en la cintura, acababa de darse un baño y tenía el teléfono en la mano, no había dejado de pensar ni un momento en Azul, en lo hermoso que fue estar con ella y en lo poco caballeroso que se había portado.

Diego: Buenas tardes, se encuentra la señorita Azul?

Empleada: Sí, si se encuentra, de parte?

Corazón SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora