|Epílogo & Especial de Navidad| [Editado]

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Draco estaba ciertamente desesperado. La mansión Malfoy había quedado hecho un desastre en su travesía por encontrar a la pequeña de la casa y ese feo chucho que Hermione había adoptado tiempo atrás. Él sabía que no sería una grata influencia para su princesa. Esos dos juntos, eran ante todo, un maldito desastre.

—Dime que los encontraste.

—Tim no ha encontrado nada, Señor. Tim cree que debemos esperar a la Señora.

—Oh, créeme eso es una muy mala sugerencia. Intenta una vez más, nos reuniremos en cinco minutos en la entrada —Tim, el elfo doméstico que habían contratado hace poco, asintió frenético y desapareció inmediatamente.

El rubio buscó con la mirada una vez más por el último sitio en el que había rebuscado más temprano, con la esperanza de que esos dos aparecieran de la nada frente a él. Pero no había nada más que muebles fuera de lugar y puertas abiertas por doquier.

Hermione no tardaría en llegar con los regalos para Navidad junto a su madre, parloteando sobre alguna estupidez. Y se encontrarían con que la pequeña de la casa había desaparecido por arte de magia. Lo peor de toda esa situación era en sí, ellas dos. No soportaría la culpa o peor, sus gritos reclamándole lo irresponsable que había sido. Si supieran lo escurridiza que era realmente Rose Malfoy Granger a sus tres cortos años y Scorpius, para ser un simple perro feo.

"Maldición"

Estaba claramente por resignarse a ser asesinado por su esposa cuando escuchó una risita. Frunció el ceño intrigado por lo clara que realmente se había escuchado. Comenzó a perseguir el sonido de la misma con el corazón palpitante del horror. ¿Y si estaba en las escaleras? ¿O en algún otro lugar endemoniadamente peligroso?

¡B-Basie!

Blaise, princesa, Blaise. Tu guapo tío Blaise —Draco llegó a la sala de estar y se quedó petrificado.

— ¿Cómo...?

—Ah, Draco despertaste. Sigues teniendo el sueño pesado, ¿eh?

— ¡Mira, papi! —era una gran paleta de miel en sus manitos y una sonrisa exorbitante en su aniñado rostro. Scorpius estaba a su lado olisqueando a su alrededor como si nada. Estaban bien, por Circe, estaban perfectamente bien —. Tío Basie compró.

—Fuimos por unos dulces a Honeydukes, te lo puse en la nota. ¿Por qué me miras así? —iba a matarlo, lenta y dolorosamente.

Había estado toda la maldita mañana buscando a su hija por todos los malditos rincones, registrando cada maldito agujero de la Mansión con el corazón en la boca. Pensando lo peor y sintiéndose como una mierda. ¿Y Blaise creía que podía mirarlo bien?

—Blaise, algún día me tomaré el atrevimiento de hacerte pedacitos.

****

Puede que al principio del día haya sido el peor de todos. Sin embargo, para las vísperas, sentía que nada podía arruinarlo. Desde que se había casado con Hermione no le había importado dónde exactamente pasaba sus horas con ella. Eso significaba que, con el pasar de los años, convivir el mayor tiempo en la Madriguera no le suponía ni le supuso un problema; mucho menos para su madre, quién al parecer se había acostumbrado mucho mejor que él a la idea.

Rose, Rose era otra historia. Jamás pensó que realmente sería capaz de formar una familia, y que al hacerlo sería lo mejor que le podría haber pasado. Esa niña era sin duda la luz de sus ojos y no existía algo más hermoso que ese pedazo de carne rosada con patas, de cabellos dorados y alborotados hacer de sus días los más mágicos y también los más perturbadores, cuando repentinamente algo nuevo pasaba por su cabecita para sorprenderlo.

Limón y Canela [Completo]Where stories live. Discover now