18 ❄especial de navidad❄ (+18 ahre no)

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Miré el cielo, sintiendo la nieve sobre mi rostro. Un pequeño copo se posó sobre la nariz de Bill y no pude evitar reír suavemente, mientras veía como él movía su nariz hacia todos lados por el frío. Y no lo culpaba, no traíamos absolutamente ni un abrigo, su nariz estaba roja y podía jurar que la mía también. No podía ni mover mis manos y, prácticamente, arrastraba mis piernas.

Respecto a mis cosas... decidí enviarle un mensaje a Marco para que me las llevara a mi casa por la noche, no quise llamarlo porque seguramente estaría en los baños con Tom, y no quería interrumpirlos. A Mabel se le había ocurrido celebrar la Navidad, cuando sabe muy bien que hace años que no lo hacemos, pero según ella "quería divertirse" y no pasar encerrada en su habitación una Navidad más. Me dijo que podía invitar a Bill y su familia, pero que, obviamente, debía comprarle un regalo.

-Bill -lo llamé, frotando mis manos para conseguir algo de calor-, ¿qué quieres para Navidad?

Él me miró sorprendido y pasó una mano por su nuca.- No tienes que regalarme algo, no quiero que gastes dinero en mí.

-Pero yo quiero gastar mi dinero en ti -giré mi cabeza, tratando de centrar mi atención en otra cosa, pero se me hizo muy difícil al ver de reojo la sonrisa que se formó en su rostro. Mi rostro se tiñó de color rojo y, por fin, pude sentir el calor que estaba buscando.

Él tomó mi mano y la llevó a su pecho, sobre su lado izquierdo, justo encima de su corazón. Lo miré confundido, pero no pude evitar dejarme llevar por sus rápidos latidos. Su sonrisa se volvió cálida ante mis ojos y sonreí casi por inercia.

-Te quiero a ti para Navidad.

Luego de recapacitar sus palabras, no pude evitar encontrarle otro sentido. Me separé bruscamente y lo miré con un fuerte sonrojo en mi rostro, como el de hace unos minutos.

-Vamos, Bill, te estoy hablando en serio -reí nervioso y comencé a caminar hacia la primer tienda que vi, una joyería- Espérame aquí, no te muevas.

Salí corriendo, sacando fuerza de donde no la había, y frené frente a la vidriera de aquella tienda. Vi dos lindas sortijas doradas que resplandecían bajo la decoración de luces doradas de la joyería. Una idea cruzó por mi mente y sonreí. Entré al comercio y me acerqué al mostrador para comprar ambos anillos, tomé la bolsa y me retiré, susurrando un "gracias".

Bill se acercó a mí con una ceja alzada.-¿Qué compraste?

-Lo sabrás de noche cuando vayas a casa, lo dejaré bajo el árbol -titubeé un poco, antes de acercarme y sellar mis labios contra su mejilla-, te estaré esperando -apreté el regalo contra mi pecho y salí corriendo hacia mi casa.

(...)

Tocaron la puerta y bajé corriendo a abrirla. Bill estaba detrás de ella, tiritando de frío, tenía una bolsa en mano y pasó a la casa sin pedir permiso.

-¿Qué pasó?

-Tengo tu regalo aquí -hizo un ademán con la bolsa y sonrió-, así que vamos a cambiarte -tomó mi mano y me jaló hasta mi habitación, cerrando la puerta detrás de él-. Quítate eso.

-No puedo si me estás mirando...

-Somos hombres, no tienes algo que yo no tenga... bueno, quizá un poco más de trasero, pero nada fuera de lo normal -comentó, mirándome de arriba hacia abajo.

Lo miré con el ceño fruncido.-Deja de mirarme.

Bill rió y tiró de mí hacia él, provocando que cayera sentado en mi cama, conmigo sobre sus piernas.-¿O prefieres que yo te cambie? -comenzó a subir mi suéter rojo, acariciando mi abdomen con la yema de sus dedos, mi respiración se entrecortó.

-Bill, no hagas eso, y-yo puedo cambiarme -agarré su brazo y traté de separarlo de mí, pero sus labios en mi cuello me frenaron-. ¿Q-Qué crees que haces?

-No mentí cuando dije que te quería como regalo para Navidad, Dipper -lamió mi clavícula, sacándome un suspiro involuntario.

-Todavía no es Navidad, Bill.

Él gruñó y me bajó de sus piernas para pararse.-Está bien, entonces usarás el traje luego de las doce. Espero que te guste.

Lo miré confundido, pero no cuestioné nada cuando salimos de la habitación y dejó el regalo bajo el árbol que, literalmente, tocaba el techo. Mabel se había esforzado bastante por que todo quedara exactamente como ella quería. El verde y rojo decoraban toda la casa, además de que miles de muérdagos colgaban del techo.

Media hora después, la casa estaba llena de personas que no conocía, además de Marco, Tom y Bill. Los dos primeros ya habían conseguido un lugar alejado de las personas para andar de calentones, y el rubio ya se había bebido varios vasos de cerveza, pero aún así no parecía ebrio. Tomé a Bill del brazo y lo guié hasta el árbol, tomé mi regalo(también vi como él tomaba el suyo) y salimos al jardín.

-Faltan cinco minutos para que sea Navidad, al fin. Siento arruinarte la diversión, pero necesito decirte esto -saqué la pequeña caja negra donde estaban los anillos y la abrí lentamente.

-¿Me vas a pedir matrimonio?

Negué con una sonrisa.- Bill, tú me gustas. Y no gustar como amigo, como conocido, no me gustas para pasar el rato, tú me gustas gustas. No el amor que se tienen los familiares; los hermanos o los primos, parientes... nada de eso. Me gustas como mi pareja, porque te quiero y no sé cómo o cuándo sucedió esto, solo sé que quiero sentir tus labios contra los míos todo el tiempo, que me rodees con tus brazos, que me susurres cosas al oí...-

Un par de labios fríos me callaron en un movimiento brusco. Los labios de Bill sabían a cerveza, a alcohol, pero era agradable aquella sensación. Mis ojos se abrieron como dos platos, pero poco a poco la tensión desapareció de mi cuerpo y le correspondí, escuchando los fuegos artificiales de fondo y los gritos deseando "Feliz Navidad". Sonreí y sostuve sus hombros para separarnos.

Tomé su mano y pasé una sortija por su dedo anular. El tomo mi mano junto al otro anillo e hizo la misma acción, una sonrisa se dibujó mis labios mientras apreciaba el reflejo de los colores del cielo en el anillo.

-Tú también me gustas gustas -rodeó mi cintura con sus brazos y me acercó más a él, si eso era posible-. Feliz navidad, Dipper -noté como lanzaba lejos su regalo y unía nuestros labios una vez más.



Había olvidado la cantidad de cervezas que nos habíamos tomado con Bill, pero podía jurar que estábamos igual o peor que Tom y Marco. Bill me tenía arrinconado en una esquina oscura de la casa, tocando partes que nunca imaginé que llegarían a ser tocadas por mi mejor amigo. Su mano se movía experta por mi cuerpo, mordía y succionaba mi cuello, arrancándome gemidos que no se escuchaban por encima de la música.

Cada toque me encendía más y más, dejaba quemando las zonas donde él tocaba. Mis manos se aferraban a su camisa desprendida, mientras buscaba sus labios en la oscuridad. Nos separamos unos segundos para subir hasta mi habitación y cerrarla, sin molestarnos en poner cerrojo o siquiera prender la luz. Bill tomó mi nuca y unió nuestros labios ferozmente una vez más, mordiendo mis labios. Desprendí su camisa por completo y se la quité, casi rajándola.

Bill sonrió sobre mis labios y dejó un camino de besos hasta mi pecho. Sus labios sobre mi piel se sentían demasiado bien... pero mis suspiros y gemidos fueron interrumpidos por arcadas. Cubrí mi boca y salí corriendo hacia el baño. Esa noche terminé vomitando y dejé a un rubio muy caliente en mi habitación.











¡Feliz navidad! No sé si todos los que me leen celebran la navidad, pero aún así. Estuve toda la tarde escribiendo y, como no lo estaba haciendo en wattpad, el capítulo se me hizo más largo de lo normal, lo siento. 

Espero que les guste, hice mi mayor esfuerzo ya que no sabía como empezar el capítulo. 

¡Adiós!

pins ¡! billdip [gf2]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu